Sabemos por los evangelios sinópticos, que después de la primera predicción de la Pasión a sus apóstoles y discípulos, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan y los lleva a un alto monte.
Redacción (06/08/2020 07:49, Gaudium Press) Sabemos por los evangelios sinópticos, que después de la primera predicción de la Pasión a sus apóstoles y discípulos, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan y los lleva a un alto monte (Cfr Mt 17, Mc 9, Lc 9, 28 y ss), que la tradición ubica como el monte Tabor, en la Baja Galilea, al oeste del mar de Galilea. Para esa zona es un alto monte, de cerca de 600 mts. sobre el nivel del mar.
Allí “se transfiguró delante de ellos: su rostro brilló como el sol y sus vestidos se pusieron blancos como la luz” (Mt 17, 2). Aparece entonces Moisés y Elías y hablan con el Salvador.
San Pedro queda tan entusiasmado con el hecho, que sugiere construir 3 tiendas, no para los apóstoles, sino para el Señor y los dos profetas. Pero el Padre Eterno no dejó terminar estas palabras de San Pedro, cuando “una nuve luminosa los cubrió, y se oyó una voz desde la nube que decía: ‘Este es mi hijo el predilecto, en quien me he complacido: escuchadle’” (Mt 17, 5). Los apóstoles ponen rostro en tierra, sienten gran temor, pero luego son tocados y levantados por el Señor.
Santo Tomás explica algunas de las razones de la transfiguración
Dice Santo Tomás que ya que el Señor les había explicado que el camino incluso el de Él mismo sería áspero, difícil, laborioso “fue conveniente que manifestase a sus discípulos la gloria de su claridad, que es lo mismo que transfigurarse, pues en esta claridad transfigurará a los suyos”.
Es decir, Dios Nuestro Señor no les escondía que todos deberían cargar cruces. Pero incluso, en los prolegómenos de ese camino de dolor, el Señor ya los consolaba, y además les mostraba el premio de la gloria futura.
Lleva al Tabor a los que llevaría después a Getsemaní
No fue casualidad que los 3 que acompañaron al Señor al Tabor fueron los mismos que debían estar junto a él en su agonía en Getsemaní. Vieron allí ellos la gloria celestial de Jesús, que buscaba hacerlos fuertes en el momento de la prueba.
Eso también nos trae una enseñanza: cuando recibamos gracias consoladoras, guardémoslas como el más precioso tesoro, ellas serán fortaleza para los momentos de dolor. Ellas, esas gracias nos deben confirmar en la fe, y fortalecer la fe para los momentos en que esa fe parezca ser desmentida. Es más, sabiendo que hay que cargar la cruz, las gracias tipo Tabor deben hacernos ansiar también que lleguen los momentos de lucha y sacrificio, siempre confiando en el auxilio del Señor.
San Pedro recordará por siempre los momentos en el Tabor
El primer Papa recordará por siempre la luz de Cristo en el Tabor. En una de sus cartas afirma que no han dado testimonio de Jesucristo siguiendo fábulas llenas de ingenio, sino porque hemos sido testigos oculares de su majestad. Esa visión de Cristo transfigurado operaba durante toda la vida del Apóstol Pedro el efecto buscado por el Hijo de Dios: confianza, perseverancia, al final está la victoria, ‘allí viviréis conmigo transfigurado por toda la eternidad, ahí tendremos todos nuestras tiendas’.
Finalmente recalcamos la honra que Dios Hombre quiso dar a Moisés y a Elías. Es también la confirmación de que Él era la continuación de todo el Antiguo Testamento, la coronación luminosa y divina de todo el pasado de gracias que Dios había enviado a los hombres.
Con información de Aciprensa
Deje su Comentario