San Ireneo de Lyon es un coloso; Padre de la Iglesia, muchos lo consideran como el fundador de la Teología.
Redacción (28/06/2020 10:54, Gaudium Press) San Ireneo de Lyon es un coloso; Padre de la Iglesia, muchos lo consideran como el fundador de la Teología, por la defensa que hizo de la doctrina de Cristo contra los gnósticos. “Hasta San Hilario, la teología occidental no erá más que la continuación de cuanto él expone”, dice el P. Pedro Langa, OSA.
Probablemente originario de Esmirna, nace en el Asia Menor hacia el 125, fue educado por San Policarpo, discípulo de San Juan Evangelista.
Se trasladó luego a Lyon, hoy Francia, desde donde siendo ya sacerdote fue enviado a Roma por la comunidad a pedir el perdón del Papa para un grupo de cristianos que antes habían sido infieles. Pero estando en Lyon estalla una cruel persecución contra los cristianos, que conlleva la muerte del obispo, San Potino. De regreso a la ciudad, el pueblo hace que se le aclame como obispo de esa sede, labor a la que se dedica de lleno, encontrando que uno de sus primeros deberes era enfrentar las doctrinas gnósticas, que podían hacer mucho daño a los fieles, y a los posibles conversos.
Los gnósticos son reencarnacionistas, son naturalistas, es decir la fe, la piedad y la revelación cristianas no les interesan, sus doctrinas son humanas, no divinas.
Escritor luminoso. «Amigo de la paz»
San Ireneo fue publicando cinco libros que desnudaban los errores de su doctrinas, pero sus ataques siempre eran justos y respetuosos, pero también cuando era del caso agudos. La verdad resaltaba en sus escritos de forma luminosa y vencedora. Sus obras fueron rápidamente traducidas y nutrieron la incipiente Iglesia universal.
14 años después de su primera embajada, fue enviado nuevamente a Roma ya como obispo, para lograr que se levantase la excomunión a un grupo de cristianos que habían desconocido las fechas de Semana Santa y Pascua. Y como una vez más obtuvo el perdón pedido al Sumo Pontífice, fue llamado por las gentes como “Amigo de la paz”.
El relato de su martirio es bastante posterior a su vida, por lo que no se tiene certeza si realmente Dios le concedió esa corona, pero muchos así lo creen, creando una fuerte tradición.
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