El riesgo de cisma es más que latente.
Redacción (24/08/2023, Gaudium Press) Regresa el Arzobispo jesuita Cyril Vasil a Roma, después de completar la primera fase de su misión según se declara en comunicado de prensa. Entre tanto, diversos analistas dicen que la situación ahora es peor que antes.
El jesuita es Delegado Pontificio a la Arquidiócesis de Ernakulam-Angamaly, que lleva arrastrando un conflicto de más de dos años pues la gran mayoría de su clero no acepta un “rito unificado” aprobado por el sínodo de los obispos de la Iglesia Siro-Malabar en el 2021.
Resumiendo, este sínodo – que es el órgano de gobierno de la iglesia Siro-Malabar – aprobó un rito unificado que tenía como intención manifestada recuperar las raíces del ‘Holy Qurbana’ o rito litúrgico, que entre otras modificaciones buscaba que el rito se celebrase con el sacerdote dirigido ad orientem, en lugar de mirar al pueblo. Esta última costumbre – la de mirar a los fieles – se había introducido por influencia de las reformas a la liturgia latina tras el Concilio Vaticano II. Pero el pueblo se había acostumbrado a que el sacerdote celebrase la misa de cara a la asamblea, y tras protestas iniciales, se llegó a un compromiso 50/50, es decir el sacerdote miraría a los fieles durante la mayor parte de la liturgia, y se tornaría hacia el Este para los momentos esenciales de la misa. Así se aprobó, pero muchos no se sintieron a gusto con el acuerdo y se resistieron a adoptar el rito unificado. También se afirma que en toda la disputa no solo está la cuestión del rito, sino también desacuerdos de visión teológica y otro tipo de divisiones.
Siendo la Arquidiócesis de Ernakulam-Angamaly, “el centro demográfico y canónico de la Iglesia Siro-Malabar”, según resume The Pillar, lo que allí ocurra atañe a los 4,25 millones de fieles de esta Iglesia esparcidos por toda la tierra, la segunda más grande Iglesia Católica de Oriente.
Lo cierto es que el rito unificado había sido aprobado, pero los sucesivos arzobispos de Ernakulam-Angamaly no lograban imponerlo. También el Cardenal George Alencherry, Arzobispo Mayor de la Iglesia Siro-Malabar y de Ernakuylam-Angamaly se ha apartado del gobierno del día a día de la diócesis, al estar atendiendo una acción legal sobre una controvertida venta de tierras, lo que no favorece la regularización de la vida de su diócesis, que se ha hecho ingobernable. En esa situación se apeló a Roma para tratar la situación.
“Pero los resultados parecen haber solo servido a hacer la situación peor” declara The Pillar.
Se comentó que cuando llegó el Delegado Pontificio Vasil su tono era conciliatorio, pero que esto no duró. En dos semanas el Arzobispo Vasil emitió una dura advertencia a los clérigos y laicos resistentes, en el sentido de que debían escoger entre “estar con el Papa, o contra él” y que “el único fruto del rechazo y protestas continuas será gran daño a la Iglesia, gran escándalo ante quienes nos observan, y daño espiritual que el fruto de la desobediencia a los deseos de Dios”.
De esta manera el Arzobispo elevaba la apuesta: ya no era un conflicto en una diócesis, o en una Iglesia sui iuris, sino un problema con el Obispo de Roma. Además ponía un deadline: si el 20 de agosto pasado todos los sacerdotes de esa diócesis no celebraban el rito unificado, vendrían consecuencias canónicas, que muchos entendían como declaración de cisma.
Pero ocurrió que llegó el domingo 20, y en solo 6 de las 325 parroquias se celebró el rito unificado. E incluso, de esas 6, en al menos un par los fieles abandonaron la misa apenas constataron que se celebraba el rito unificado. Fieles, en número no menor de 100, incluso se apostaron en la catedral de Santa María, para que no se celebrase misa allí. Ahora el noticiario informa que hay sacerdotes haciendo huelga de hambre, en rechazo al rito unificado y a la intervención de Vasil.
Al parecer se perdió la apuesta de la amenaza, y las opciones ahora – que no solucionan los problemas– o son drásticas medidas que podrían sacar de la comunión católica a más de 500.000 personas, o el desprestigio de una inacatada autoridad papal, que fue expresada en forma de ukaze por un Arzobispo que quiso hacer en quince días lo que no se ha conseguido en varios años.
Quien piensa en todos los esfuerzos que hizo un Benedicto para regresar a la comunión a anglicanos, no puede sino lamentar que se esté hablando ahora de la fácil pérdida de medio millón de fieles en el segundo país más poblado del mundo. (SCM)
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