viernes, 22 de noviembre de 2024
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Introducción a la Revolución Tendencial para dummies – I

Revolución Tendencial, expresión aún misteriosa para la generalidad, pero que como su antecesor, la Revolución Cultural, tenemos la certeza de que estará en el lenguaje común de muchos, muchísimos…

Monje

Redacción (05/10/2024 16:01, Gaudium Press) Revolución Tendencial, expresión aún misteriosa para la generalidad, pero que como su antecesor, tenemos la certeza de que estará en el lenguaje común de muchos, muchísimos…

Hubo un tiempo en que el término Revolución Cultural fue privilegio de unos pocos, muy pocos, que percibieron que la guerra que desarrollaba el comunismo contra las naciones libres ya no solo era de ejércitos o diplomática, ni siquiera solo lo que en su tiempo se llamó “psicológica” (guerra psicológica revolucionaria), sino que había desbordado al ambiente cultural, a la cultura.

Varias veces en reuniones internas y particularmente a algunos de sus discípulos que trabajaban en libros, el prof. Plinio Corrêa de Oliveira llamó la atención a pensamientos como el siguiente de Antonio Gramsci, fundador del Partido Comunista italiano: “El sentido común es la filosofía de los no filósofos, es decir, la concepción del mundo absorbida acríticamente por los diversos ambientes sociales y culturales en los que se desarrolla la individualidad moral del hombre medio”. (1) Las fuerzas de izquierda debían conquistar no solo las mentes de los filósofos, sino y sobre todo, el ‘sentido común’, las mentes especulativa y práctica de los pueblos.

Para Gramsci, de nada servía la conquista del poder por parte de la dictadura del proletariado, si ese proletariado seguía profesando unos principios culturales burgueses o tradicionales. Era preciso conquistar su ‘sentido común’, su cultura, es decir su visualización del mundo, haciendo que esta visualización fuese materialista y no espiritualista, mucho menos si era una cosmovisión cristiana.

Por ejemplo, para Gramsci el comunismo habría fracasado si, después de dominar un país, sus integrantes aún creían fehacientemente en la vida eterna después de la muerte. Y viceversa, si los habitantes rechazaban la trascendencia espiritual, aunque aún vivieran en un régimen burgués el camino al socialismo real estaba allanado. El comunismo no se hacía realidad solo controlando el Estado, sino controlando las mentes de los hombres, haciendo que su visión cultural fuera marxista: era la Revolución Cultural que se iba conceptualizando.

Si el punto clave de este concepto era la instauración de una mentalidad materialista-marxista en el ‘sentido común’ del pueblo —que después originaría o justificaría un orden de cosas materialista, al estilo dictadura del proletariado o más allá— ya vemos claro que la Revolución Cultural no es privilegio de los publicistas e ideólogos marxistas: también haría Revolución Cultural un Hollywood que con su guiones y tipos humanos promoviese ese materialismo igualitario que subyace tras el comunismo.

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Es la Revolución Cultural, en cualquier caso, un cambio de mentalidad, desde una mentalidad tradicional o conservadora o burguesa, hacia una mentalidad más revolucionaria. Y para ello, es clara la importancia de atacar las raíces culturales cristianas de un pueblo de origen cristiano, ir apagando de todas las maneras posibles su afecto al cristianismo y su pensar cristiano, lograr que los pueblos se alejen del sentir de la Iglesia. Pero también ir minando la consideración a los símbolos patrios que refieren a los inicios de una sociedad y a los íconos tradicionales de un pueblo; ir también reescribiendo la Historia, pudriendo el afecto que el pueblo tiene a las raíces que hincan en el pasado; ir pervirtiendo la moral colectiva. En definitiva, ir reescribiendo la cultura. Sí, la Revolución Cultural es un movimiento verdaderamente imperialista, en el sentido de una transformación total y muy profunda del hombre, y a partir del hombre de las sociedades.

Hoy, gracias a Dios, el término Revolución Cultural es moneda común entre los teóricos conservadores, quienes enfilan sus baterías no solo contra una reforma económica de corte marxista, sino también contra un deseo de imposición total del aborto, que denuncian una campaña para la colectivización de los medios de producción o el ahogo de la iniciativa privada, pero también enfocan sus cañones hacia leyes que destruyen la familia según el derecho natural.

Sin embargo, hay un campo que sigue siendo privilegio de unos pocos, área que es fundamental en la lucha entre la Revolución y la Contra Revolución, y es lo que el prof. Plinio Corrêa de Oliveira llamaba de Revolución Tendencial, algo aún más profundo y abarcativo que la propia Revolución Cultural.

El lenguaje de la Revolución Tendencial

Establece el Dr. Plinio en su ensayo Revolución y Contra Revolución que la Revolución Tendencial es la fase más profunda de la Revolución, incluso más profunda que la Revolución en las Ideas: “Esas tendencias desordenadas, que por su propia naturaleza luchan por realizarse, ya no conformándose con un orden de cosas que le es contrario, comienzan por modificar las mentalidades, los modos de ser, las expresiones artísticas y las costumbres, sin al inicio tocar de modo directo —habitualmente, por lo menos— en las ideas”. (2) Vemos ya aquí que el surgimiento de tendencias desordenadas, de inclinaciones desordenadas en el ser humano, es incluso previa a un cambio de mentalidad, a un cambio en las ideas dominantes que rigen la vida del hombre.

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Dr. Plinio profundiza en los elementos de la Revolución Tendencial, y muestra su retroalimentación con las ideas revolucionarias:

“La cultura. Las ideas revolucionarias dan a las tendencias de las cuales nacieron el medio de afirmarse con fueros de ciudadanía, a los ojos del propio individuo y de terceros. Ellas sirven al revolucionario para quebrantar en estos últimos las convicciones verdaderas, y para así desencadenar o agravar en ellos la revuelta de las pasiones. Ellas son inspiración y molde para las instituciones generadas por la Revolución. Esas ideas pueden encontrarse en los más variados ramos del saber o de la cultura, por lo que es difícil que alguno de ellos no esté implicado, por lo menos indirectamente, en la lucha entre la Revolución y la Contra Revolución. (3) Vemos acá que en la mente del Dr. Plinio ‘tendencias desordenadas’ es sinónimo de ‘pasiones desordenadas’. (4) Dr. Plinio establecerá en Revolución y Contra Revolución (R-CR) que las pasiones se encuentran especialmente más desordenadas en la medida en que favorecen el orgullo igualitario, que genera animadversión a cualquier jerarquía, y la sensualidad desbocada, es decir el gozo intemperante de cualquier placer sensible, que nutre la animadversión a cualquier recta norma moral, particularmente la moral cristiana.

Así, cuando estamos en presencia de una superioridad, es normal que el hombre —a la par de una primera admiración— sienta un cierto dolor por no poseerla. Sin embargo, la razón nos manda a amar esa superioridad en sí, como reflejo que es de Dios. Si entre tanto, se impone la desordenada pasión dolor, esta pasión favorece el orgullo igualitario deseoso de destruir toda legítima jerarquía, sea en el campo religioso (Protestantismo), en el civil (Revolución Francesa), en el económico (Revolución Comunista) o incluso la jerarquía interna del hombre que sujeta la sensibilidad a la razón (Revolución Sorboniana, ‘la imaginación la poder’). De forma análoga, ante un bien sensible, surgirá en un primer movimiento la pasión deseo o gozo. Pero si bien esa pasión puede estar en consonancia con la recta razón (gozar de un buen jugo tras una dura sesión de ejercicio) también puede ir en contravía de la razón y la moral (como la norma que dicta no desear la mujer del prójimo). Si la pasión que alimenta el acto desordenado vence, el resultado final podrá ser el odio a toda ley moral que restrinja de alguna manera cualquier apetito sensible: es la sociedad anárquica y sensual del peace and love, del haga lo que quiera, de la destrucción de la familia, que más o menos se va tornando realidad por doquier.

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Foto: Unplash

Continuemos ahora con el Dr. Plinio, profundizando en ese sutil, misterioso pero real lenguaje tendencial que puede desordenar las pasiones:

“Las artes. En cuanto a las artes, como Dios estableció misteriosas y admirables relaciones entre ciertas formas, sonidos, perfumes y sabores de un lado, y de otro lado ciertos estados de alma, es claro que por estos medios se pueden influenciar a fondo las mentalidades e inducir a personas, familias y pueblos a la formación de un estado de espíritu profundamente revolucionario. Basta recordar la analogía entre el espíritu de la Revolución Francesa y las modas que durante ella surgieron. O entre las efervescencias revolucionarias de hoy y las presentes extravagancias de las modas y de las escuelas artísticas dichas avanzadas”. (5) [ndr. La negrita no está en el original].

El texto resaltado está el núcleo de la Revolución Tendencial: es posible influir y hasta crear una mentalidad revolucionaria, a partir de un juego con los elementos que componen la materia creada, como son formas, colores, sabores, sonidos, perfumes, texturas, etc. La combinación de estos elementos, puede ser revolucionaria, y, es claro, también contrarrevolucionaria. Profundizaremos en esto más adelante.

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Por en cuanto, completemos la visualización general de la Revolución Tendencial, en las explicitaciones del Dr. Plinio en R-CR:

“Los ambientes. En cuanto a los ambientes, en la medida en que favorecen costumbres buenas o malas, pueden oponer a la Revolución las admirables barreras de reacción, o por lo menos de la inercia, de todo cuanto es sanamente consuetudinario; o pueden comunicar a las almas las toxinas y las energías tremendas del espíritu revolucionario”. (6) Siendo los ambientes una combinación de ciertos elementos tangibles, se aplica lo dicho arriba para las artes. Es claro, todo ambiente responde a un arte, es decir termina siendo una combinación de elementos que expresan y favorecen un estado de alma.

Entonces, concluyamos esta primera entrega, intentando una definición primera de Revolución Tendencial como el juego con elementos sensibles (formas, colores, sabores, olores, sonidos, etc.) presentes en las artes, los ambientes, las modas, en toda la realidad sensible que nos circunda, que ayuda al desorden de las pasiones y favorece la creación de una mentalidad revolucionaria, igualitaria y sensual. Ya se percibe, que es este un campo más profundo que la Revolución Cultural según la entiende la mayoría, a la manera de un comercio de ideas. No: aquí, son tendencias, artes, modas, ambientes, que no hablan con palabras sino con lo que simbolizan.

Como se percibe, estamos en la introducción de la introducción. Pero bien, Roma no se construyó en un día, y la teoría de la Contra Revolución tampoco la hizo el Dr. Plinio en otro.

Continuamos pronto con el favor de Dios.

Por Saúl Castiblanco

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1 Antonio Gramsci y la Revolución Cultural. Conferencias pronunciadas por el R.P. Alfredo Sáenz los días 12 y 13 de Agosto de 1987, en la sede de la Corporación de Abogados Católicos, Libertad 850, Capital Federal. En: https://www.quenotelacuenten.org/wp-content/uploads/2019/01/S%C3%A1enz.-Gramsci-y-la-Revolucion-Cultural.pdf

2 Plinio Corrêa de Oliveira. Revolução e Contra-Revolução. 5ª ed. Editora Retornarei. São Paulo. 2002. pp. 40-41.

3 Ibidem. p. 84.

4 Define el tomismo a las pasiones como “movimiento del apetito nacido de la aprenhensión del bien o del mal sensible con cierta conmoción refleja más o menos intensa en el organismo”. (Royo Marín. Teología de la Perfección Cristiana. N. 249) Son pues las pasiones, movimientos nacidos de los dos apetitos sensibles humanos, el concupiscible (pasiones de amor, odio, deseo, aversión o fuga, gozo, tristeza o dolor) y el irascible (pasiones de esperanza, desesperación, audacia, temor, ira). Consideradas en su sentido filosófico son neutras, y obtienen su calificación moral cuando acompañan los actos voluntarios del hombre, que se valoran por su objeto propio, fin y circunstancias. De tal manera que la pasión amor es neutra, pero si la pasión acompaña una voluntad que ama un objeto malo o en una intensidad o proporción indebida, la pasión se torna desordenada. Amar no es malo, ni querer hacer un buen pastel tampoco, por el contrario la pasión al cocinar puede colaborar para el buen fin de hacer una rica torta del cumpleaños para el esposo. Pero si para esto, se roba la harina de la vecina… la pasión es desordenada y facilita el mal.

5 Plinio Corrêa de Oliveira. op. cit. p. 85.

6 Ídem.

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