Mientras el conflicto entre Israel y Hamás entra en su tercera semana, la Iglesia en Jerusalén continúa elevando oraciones a Dios por la paz.
Redacción (03/11/2023, Gaudium Press) El viernes 27 de octubre, el día de oración, ayuno y penitencia por la paz pedido por el Papa Francisco, los frailes Franciscanos volvieron a celebrar el rezo del Viacrucis en la Vía Dolorosa, después de haber sido suspendido durante dos semanas por razones de seguridad.
La procesión fue la única señal de vida en una Jerusalén vacía de turistas y peregrinos, y patrullada por fuerzas de seguridad. El evento atrajo a personas de la iglesia local que se unieron en una sola voz por la paz.
El Cardenal Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén, estuvo presente. Pocos días antes él escribió una carta dirigida a su Diócesis, instando a cada cristiano a tener “el ánimo del amor y de la paz”, a pesar del “mal que asola al mundo”.
“Nosotros deseamos vencer al mundo”, escribió el Patriarca, “cargando la misma cruz, que también es nuestra, hecha de dolor y de amor, de verdad y de temor, de justicia y de entrega, de llanto y perdón.”
Los católicos de Jerusalén caminaron juntos a lo largo de la Vía Dolorosa, trazando físicamente el camino de la paz, teniendo como telón de fondo el rugido constante de los aviones de guerra y el calor sofocante.
El viernes en la tarde, los Franciscanos se reunieron para un momento de oración en la Iglesia de San Salvador, en Jerusalén, frente a una imagen del “Ecce Homo” colocada delante del altar. Los participantes leyeron pasajes de la Biblia, cantaron himnos y recitaron las palabras que el Papa Juan Pablo II escribió para el Día Mundial de la Paz en 2002, pocos meses antes de los ataques del 11 de septiembre. De ese mensaje se destacó el famoso pasaje: “No hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón.”
Uno de los momentos más evocativos fue cuando cada persona presente colocó granos de incienso dentro de las brasas, para que el perfume de la oración se elevara al cielo, en vez del humo de los misiles y las bombas que continúan golpeando a la Tierra Santa.
Después de la proclamación de las Bienaventuranzas, el custodio de Tierra Santa, Padre Francisco Patton, habló brevemente:
“El perdón es lo que nos caracteriza a nosotros como cristianos. Juan Pablo II nos recuerda que es necesario hablar de perdón, incluso en ambientes dominados por sentimientos de venganza y de odio. Pidamos al Señor que abra nuestros corazones al perdón, a la reconciliación y a la paz, y que, a través de nuestras oraciones, esta semilla pueda también se pueda sembrar en los corazones de los que viven en esta tierra, de los que tienen el poder de tomar decisiones que afectan la vida de otros, y en los corazones en el mundo entero.”
Antes de la bendición final, se encendió una vela con el cirio pascual, la cual fue pasada de una persona a otra, como símbolo de la luz de Cristo y el fuego del Espíritu Santo que ilumina nuestro camino, y que cada persona se compromete a llevar y difundir en su vida diaria. (Raju Hasmukh con informaciones de CNA).
Deje su Comentario