Fue confirmado el levantamiento de excomunión del P. Rupnik por absolución sacramental indebida. Numerosas voces piden más transparencia sobre el tema de supuestos abusos del sacerdote esloveno.
Redacción (15/12/2022 11:18, Gaudium Press) Sobre el caso del P. Iván Rupnik, se ha pronunciado ahora el P. Hans Zollner, jesuita también, miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de los menores, quien ya fue vicerretor académico de la Pontificia Universidad Gregoriana y es ahora presidente del Centro para Protección de Niños del Instituto de Psicología de ese claustro. De hecho, voces al interior de la Compañía de Jesús como la del P. Gianfranco Matarazzo, ya habían pedido declaraciones sobre el tema de este experto en materia de abusos sexuales.
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Como se recordará, hace pocos días circularon informaciones acerca de un posible levantamiento de excomunión al sacerdote Iván Rupnik a inicios de año por parte del Papa, después de una supuesta condena de un tribunal eclesiástico por violación del canon 977 del Código Canónico, que trata de la absolución sacramental a un cómplice en pecado contra el sexto mandamiento. También se informaba que eran víctimas del sacerdote nueve mujeres, entre las cuales habría varias religiosas o ex religiosas, que habían denunciado los hechos al comisario de la Comunidad Loyola en Eslovenia, aunque el provincial jesuita en ese país negaba ese hecho.
Tras las informaciones, la compañía de Jesús emitió un escueto comunicado afirmando que se habían presentado unas denuncias contra el P. Rupnik en el 2021, que se había realizado una investigación por un religioso externo a la Compañía, cuyos resultados fueron entregados al dicasterio de la Doctrina de la Fe, y que este organismo, en octubre pasado, decidió precluir el proceso por prescripción, pues se refería a hechos ocurridos hace muchos años. También afirmaba el comunicado que el P. Rupnik estaba bajo medidas cautelares, como prohibición de escuchar confesiones o presidir ejercicios espirituales.
Sin embargo, el asunto no ha dejado de crecer en publicidad desde entonces.
Ahora es el P. Hans Zollner, quien en declaraciones a Reuters afirma que puede “entender cómo las víctimas se sienten traicionadas” con relación a este asunto. “Entiendo que legalmente hablando, se aplica el estatuto de limitaciones, pero la cuestión legal no es la única”, dijo el P. Zollner en las oficinas del centro anti-abuso. “Por eso pregunto por qué no se levantó el estatuto”, algo que fuentes vaticanas aseguran ha ocurrido en casos similares.
El P. Zollner está también por la información de puertas abiertas en este caso: “En aras de la transparencia, necesitamos saber quién sabía algo, qué y cuándo, y qué sucedió después de eso”, dijo. “Podríamos habernos enterado de los diferentes niveles de responsabilidad, lo que podría haber evitado todo esto”, dijo, refiriéndose a la denuncia de 2021. “Me pregunto, y pregunto a mi comunidad, los jesuitas: ¿Quién pudo saberlo? ¿Quién lo supo? ¿Quién percibió que algo andaba mal y no fue más allá?”, afirmó.
El tamaño del escándalo ha movido también al superior general de los jesuitas a pronunciarse, el P. Arturo Sosa, que defendió el manejo dado al asunto, diciendo que “no hemos escondido ninguna cosa” y que se han mantenido las medidas cautelares contra el P. Rupnik aunque el Vaticano haya cerrado el caso, “porque queremos ir más allá en la materia, para ver como podemos ayudar a todas las personas envueltas”.
Por vez primera una autoridad, el P. Sosa, ha confirmado que efectivamente el P. Rupnik incurrió en excomunión latae sententiae (automática) por “absolución a un cómplice” de violación del sexto mandamiento en confesión, y que esta excomunión fue levantada después del arrepentimiento del P. Rupnik. Se entiende que el levantamiento de este tipo de excomunión, reservada a la Sede Apostólica, solo pudo haberlo hecho el Papa o un emisario del mismo.
El P. Zollner también abrió un nuevo capítulo en el asunto cuando afirmó que en 1998 se encendió una luz roja, cuando la orden jesuita recibió una queja de una religiosa contra el P. Rupnik, en la época en que este sacerdote artista estaba completando un trabajo en una capilla vaticana. Sobre el particular, el portavoz jesuita P. John Dardis, dijo a Reuters que la orden había buscado informes al respecto pero que no había encontrado “nada en los archivos”. “Probablemente nunca lo sabremos. En la mayoría de los casos no hay documentos”, afirmó al respecto el P. Zollner.
El P. Zollner dijo también que a las muchas dudas que aún subsisten “tiene que contestar el Dicasterio de la Doctrina de la Fe”.
Sobre las víctimas
Reporta Aciprensa que una de las mujeres que denunció los supuestos abusos cometidos por el P. Rupnik, manifestó que “no descansaré hasta que la historia se aclare por completo”. Esta mujer, que conversó con Aciprensa y prefiere mantener el anonimato, solicitó la exclaustración de la Comunidad de Loyola después de lo ocurrido, y dice que conoce al menos tres víctimas del P. Rupnik. Ella es autora de una de las cartas enviadas al Papa sobre este caso, en el 2021, que abría motivado el inicio de la investigación que concluyó con preclusión por haber trascurrido un amplio tiempo.
En la carta la mujer decía al Papa Francisco que las víctimas eran “chicas frágiles por su cultura y por sus historias personales, muy complejas y dolorosas, que pueden quedar atrapadas más fácilmente en relaciones de dependencia y sumisión absoluta”.
Acerca de la Comunidad Loyola, se informa que en el año 2020 antiguas integrantes recurrieron a la Santa Sede para denunciar abusos vividos en esa institución, y que se remontarían hasta los años en que el P. Rupnik era ahí capellán. Estas comunicaciones, reporta Aciprensa, aún no han recibido respuesta.
Entonces el Vaticano designó a Mons. Daniele Libanori, jesuita y Obispo auxiliar de Roma, como Comisario apostólico. Al asumir el comisariato de la comunidad Loyola, Mons. Libanori debió escuchar numerosos relatos sobre la situación en la comunidad. Al respecto el site Silerenonpossum.it afirma que una de las conclusiones de Mons. Libanori, plasmada en un fascículo presente en el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, dice que “las víctimas escuchadas son creíbles y su relato es sólido”.
“Me obligó a hacer cosas que, de hecho, no quería hacer. Usó la violencia, me golpeó. En sus ojos, en su voz, estaba y está la convicción de que es intocable. Abusó de mí, de mi confianza. Yo era sumisa. Debido a su poder, a la estima de la que goza, está convencido de que nadie pondrá en duda su buena fe”, informa una mujer consagrada, según publica Silerenonpossum.it.
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