viernes, 22 de noviembre de 2024
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Job sufre, “protesta” a Dios y luego Dios lo colma de bienes, explicó el Papa

En la audiencia general Francisco habló de Job como modelo de oración, de humanidad y de camino confiante en medio de la prueba.

Job

El Santo Job, por Jheronimus Bosch

Redacción (18/05/2022 09:57, Gaudium Press) En la audiencia general de los miércoles, donde el Papa ha venido hablando sobre los dones y las circunstancias de la ancianidad, hoy Francisco comentó la historia de Job y su manera de rezar, en la cual como que ‘protestaba’ a Dios tras las duras pruebas que habían llegado a su vida.

El Papa destacó “la firmeza de su fe y de su amor” a Dios en medio de la prueba.

“Cuando finalmente Dios toma la palabra, Job es alabado porque ha comprendido el misterio de la ternura de Dios escondida detrás de su [aparente] silencio. Dios reprende a los amigos de Job que suponían que sabían todo, de Dios y del dolor y, habiendo venido a consolar a Job, terminaron juzgándolo con sus esquemas preconcebidos”, dijo el Papa. Job también intercede por sus amigos.

“El punto de inflexión de la conversión de la fe –expresó Francisco– se produce precisamente en el culmen del desahogo de Job, donde dice: «Yo sé que mi Defensor está vivo, y que él, el último, se levantará, sobre el polvo. Tras mi despertar me alzará junto a él, y con mi propia carne veré a Dios. Yo, sí, yo mismo le veré, mis ojos le mirarán, no ningún otro» (19,25-27)”.

Job experimenta después de la prueba el amor de Dios, y así lo ha “conocido”. Este conocimiento de Dios se puede hallar en muchos ancianos:

“La mirada de los creyentes que se dirigen al Crucificado aprende precisamente esto. Que lo aprendamos también nosotros, de tantos abuelos y abuelas, de tantos ancianos que, como María, unen su oración, a veces desgarradora, a la del Hijo de Dios que en la cruz se entrega al Padre. Miremos a los ancianos, miremos a los ancianos, a las ancianas, a los viejitos; mirémoslos con amor, miremos su propia experiencia que han sufrido tanto en la vida, que han aprendido, tanto en la vida, que [han] pasado, por tanto, y cómo al final tienen esta paz, una paz -diría- casi mística, que es la paz del encuentro con Dios, que pueden decir ‘te conocía de oídas, pero ahora mis ojos te han visto’. Que estos ancianos se parezcan a esa paz del hijo de Dios en la cruz que se entrega al Padre”, concluyó el Papa.

Con información de Vatican News

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