Según el cardenal Sérgio da Rocha, vivir la Cuaresma hoy ha sufrido transformaciones, sin embargo, permanece su mayor sentido de preparación para la Pascua.
Redacción (30/03/2023 10:48, Gaudium Press) Hoy, la Cuaresma se vive de manera muy diferente al pasado, en un nuevo contexto sociocultural. La experiencia de la Cuaresma ha sufrido transformaciones derivadas de los propios cambios culturales ocurridos en nuestro entorno, que incluyen cambios en la percepción y vivencia de la religión, con repercusiones en la comprensión y prácticas cuaresmales.
La propia Iglesia Católica promovió cambios significativos en la forma de celebrar y vivir la Cuaresma, especialmente en relación con las prácticas penitenciales. Sin embargo, en medio de los cambios culturales y religiosos, permanece su sentido mayor como un tiempo de preparación a la Pascua a través de la oración, la penitencia y la caridad.
El triduo pascual
La reforma litúrgica, con el Concilio Vaticano II, revalorizó el Triduo Pascual, retomando el sentido del recogimiento del sábado, víspera de Pascua, llamándolo “sábado santo” y ya no “sábado aleluya”, como muchos se acostumbraron a llamarlo, y estableciendo la celebración solemne de la Vigilia Pascual en la noche del sábado al Domingo de Resurrección.
Los días y formas de la penitencia cuaresmal también sufrieron cambios. Actualmente, sólo existen dos días de ayuno cuaresmal obligatorio, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, quedando el carácter penitencial de los Viernes de Cuaresma, con abstinencia de carne. Esto no significa una pérdida o debilitamiento del sentido cuaresmal. Por el contrario, se busca siempre la fidelidad a las raíces bíblicas de la espiritualidad cuaresmal, con énfasis en la práctica de la caridad y la misericordia, el perdón y la reconciliación, el amor fraterno y solidario, que hacen aún más necesaria la oración y la penitencia.
La práctica del amor fraterno, que incluye la convivencia entre las diferentes personas, el diálogo y el perdón, exige a menudo renuncias y supone sacrificios que constituyen auténticas penitencias cuyos frutos perduran en la vida después de la Cuaresma. En Brasil, desde 1964, la Iglesia desarrolla, cada año, la Campaña de la Fraternidad como medio para vivir la Cuaresma, a través de gestos concretos de amor fraterno, de solidaridad y de compartir.
Cuaresma en tiempos de pandemia
En este tiempo de pandemia, la Cuaresma cobra aún más significado, llevándonos a volver la mirada y el corazón a Cristo crucificado y a reconocer su rostro sufriente en el rostro de los que sufren. Es hora de subir al Calvario y permanecer al pie de la cruz, siendo más fraternos y solidarios.
El mundo necesita de Cirineos y de Verónicas, del Cirineo que alivia el dolor y de la Verónica que enjuga las lágrimas de los que sufren. Ellos están presentes con los enfermos, los afligidos y los pobres. Además, el cuidado de la vida y la salud ha requerido renuncias y sacrificios. Observar las medidas para contener la pandemia puede ser un sacrificio agradable a Dios y una señal de amor al prójimo.
Por el Cardenal Sérgio da Rocha – Arzobispo de Salvador, Primado de Brasil.
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