Las “modas” pasan porque no son capaces de saciar la sed de sentido de la vida y de verdadera felicidad. Artículo del Primado del Brasil.
Redacción (02/02/2022 16:23, Gaudium Press) Estar a la moda, comprar y consumir los últimos lanzamientos del mercado, se convierte frecuentemente en el sentido de la vida de muchos. La moda no se reduce a la forma de vestir, aunque en ella se expresa con particular intensidad. Abarca productos, costumbres y gustos que tienden a imponerse y estandarizarse con los modernos recursos de marketing en un mundo globalizado. La moda puede convertirse en una especie de poder que controla y manipula la vida de las personas y excluye a quienes no se ajustan a sus estándares. Por eso, muchos ya se han referido a una suerte de “dictadura de la moda”, con sus diversas facetas.
Cuando la moda se impone, la gente acaba perdiendo sus notas esenciales
La forma de vestir y calzarse, de comer y beber, de divertirse, de decidir qué película ver o qué música escuchar, está fácilmente marcada por la última moda. Las “modas” pasan porque no son capaces de saciar la sed de sentido de la vida y de verdadera felicidad. La ecuación entre consumir y ser feliz ha alimentado el consumismo, que en la práctica se muestra incapaz de asegurar la felicidad prometida por la adquisición y consumo de bienes. Es natural que quienes viven en sociedad compartan ideas y costumbres del propio contexto histórico y cultural, lo cual es un importante factor de identidad. Sin embargo, cuando la moda se impone, especialmente aliada al consumo desenfrenado, las personas acaban perdiendo sus notas esenciales, la propia identidad, la libertad, la capacidad de pensar y discernir críticamente. Trae consigo la atrofia de la unicidad de la persona humana, oscureciendo lo que la hace “imagen y semejanza” de Dios.
La dictadura de la belleza o el cuerpo perfecto
Las modas favorecen la despersonalización, la pérdida o fragmentación de la identidad. Uno de los aspectos más fuertes de la dictadura de la moda es la dictadura de la belleza o del cuerpo perfecto, concebido según un patrón estético ideal, objeto de un intenso marketing. Este patrón ha hecho infelices a muchas personas que no pueden alcanzarlo, especialmente a los adolescentes y jóvenes que se distancian de él y, por tanto, entran en crisis, pero también a las personas mayores que no están dispuestas a asumir con serenidad las marcas del tiempo. La forma en que uno se ve a sí mismo tiene enormes consecuencias en la vida. Hay quienes evalúan y dirigen sus pasos únicamente de acuerdo con lo que otros piensan y dicen de ellos, principalmente sobre su apariencia física y no en base a una visión justa de sí mismos. La dictadura de la moda se revela con fuerza como la dictadura de la belleza corporal ideal. El justo cuidado de la apariencia puede ser un factor de autoestima y bienestar psicológico. El cuidado estético excesivo tiende a producir personas infelices y con baja autoestima.
Es importante, hoy, rescatar la sencillez de la vida y el cultivo de la belleza que permanece y se fortalece con el paso de los años, dejándose guiar por Dios, que permanece mientras pasan las modas.
Por el Cardenal Sergio da Rocha – Arzobispo de São Salvador da Bahia, Primado de Brasil.
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