viernes, 26 de diciembre de 2025
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La “Divina Guardería”: una tradición monástica que exhiben más de 120 Niños Jesús

En este espacio, abierto solo hasta el 5 de enero, podrá visitarse una sala del Monasterio de las Descalzas Reales, en Madrid, donde las religiosas guardan siglos de devoción al Niño Dios.

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Foto: Desde la Fe

Redacción (26/12/2025 16:35, Gaudium Press) En pleno centro de Madrid, entre las calles bulliciosas y los turistas que pasean por la Puerta del Sol o la Plaza Mayor, se esconde uno de los tesoros más singulares y encantadores del patrimonio religioso español: la Divina Guardería del Monasterio de las Descalzas Reales.

Pocos visitantes imaginan que detrás de los muros de este histórico convento del siglo XVI se custodia una colección sin igual, son más de 120 imágenes del Niño Jesús, cuidadosamente conservadas y expuestas al público únicamente durante el tiempo de Navidad.

El monasterio

El Monasterio de las Descalzas Reales fue fundado en 1559 por Juana de Austria, hija del emperador Carlos V y hermana de Felipe II. Desde sus orígenes, fue concebido como un retiro para damas de la nobleza que deseaban consagrarse a Dios sin renunciar al esplendor del arte y la cultura.

Las monjas clarisas franciscanas que lo habitan han mantenido viva, durante siglos, una tradición de oración, silencio y belleza, que se refleja en cada sala, tapiz y retablo del convento.

Entre los tesoros que guarda, hay uno que se abre solo en un periodo muy especial, el de la Navidad. Se trata de la Divina Guardería, una sala repleta de ternura y devoción infantil hacia el Niño Dios.

Llevar un Niño Jesús como dote es la antigua costumbre de las monjas

El origen de esta sorprendente colección tiene sus raíces en una práctica conventual que se remonta varios siglos atrás.

La cuenta cultural Secretos de Madrid lo explica con detalle en un video: “Las mujeres que ingresaban a la vida religiosa solían llevar consigo una imagen del Niño Jesús como regalo o ‘dote’ al monasterio, una costumbre que dio origen a esta impresionante colección.”

Cada imagen del Niño Jesús representaba el vínculo personal de la religiosa con el Divino Infante. Era, en cierto modo, su forma de consagrar la pureza y la ternura de su vocación. Con el paso de los siglos, esta tradición multiplicó las imágenes hasta formar una de las colecciones más ricas y diversas del mundo dedicadas al Niño Dios.

Más de 120 esculturas de todos los rincones del mundo

En la Divina Guardería se pueden contemplar esculturas que varían enormemente en tamaño, material y procedencia.

“Los hay de diferentes materiales, como por ejemplo plomo o cera; otros incluso tienen pelo, y los hay procedentes de todo el mundo, como este de Perú”, dice la misma fuente.

Efectivamente, algunas piezas provienen de América Latina —particularmente del virreinato del Perú y de México—, mientras que otras fueron elaboradas en talleres italianos, flamencos o españoles.

Cada una posee su propio carácter, algunas muestran al Niño dormido, otras lo representan bendiciendo, cargando una cruz o vestido con trajes típicos.

Niños vestidos de reyes, santos y labradores

Una de las particularidades más llamativas de esta colección es la variedad de atuendos que visten las imágenes. Muchas de ellas portan vestimentas bordadas en oro, sedas finas o brocados antiguos, cuidadosamente elaborados por las propias monjas o donados por nobles devotas.

Algunas esculturas son verdaderas curiosidades iconográficas. Por ejemplo, se puede encontrar un Niño Jesús vestido como San Isidro Labrador, patrono de Madrid, o incluso con las insignias del rey Felipe II, lo que da cuenta de la profunda relación entre la monarquía española y este monasterio.

La Divina Guardería se encuentra en lo que antiguamente fue el despacho de la abadesa, un lugar de autoridad y recogimiento dentro de la vida conventual. Hoy, esa habitación se transforma en un pequeño santuario navideño, donde cada Niño parece cobrar vida bajo la luz cálida de las vitrinas y el silencio contemplativo del monasterio.

El término ‘guardería’, en este contexto, no se refiere a un espacio infantil, sino a un lugar donde se custodian los Niños Dios, símbolo de la ternura divina y de la Encarnación.

Una cita imperdible en Navidad

La exposición abre sus puertas exclusivamente durante el tiempo de Navidad y hasta el 5 de enero de cada año, lo que la convierte en una experiencia y muy especial. Quienes logran visitarla hablan de una sensación de paz, como si en ese pequeño recinto se condensara la inocencia del Misterio de Belén.

El encanto de esta colección no radica solo en su valor estético, sino en su mensaje espiritual. Las decenas de miradas del Niño Jesús, sus sonrisas y gestos, recuerdan al visitante el núcleo del misterio cristiano: Dios hecho niño por amor a los hombres.

Con información de ChurchPop

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