“Al final, y no de una manera figurativa sino real, la Iglesia ya la ha proclamado como Madre. Es solo profundizar en esta maternidad…”
Redacción (30/07/2025 16:21, Gaudium Press) Siguiendo esta serie de notas cortas sobre la sagrada esclavitud mariana, basados en el libro de Mons. Juan Clá ¡María Santísima! El Paraíso de Dios revelado a los hombres, es el momento de profundizar con el fundador de los Heraldos del Evangelio en el misterio de la encarnación y cómo se puede beneficiar de ahí el esclavo de María.
Ya San Luis María de Montfort, el santo que proclama al mundo la esclavitud mariana, anunciaba que el esclavo debía tener una especial devoción por el misterio la encarnación del Verbo.
Llama la atención Mons. Juan sobre el hecho de que el propio “Hombre-Dios quiso, que, durante nueve meses, su vida participase de la vida de María, dependiendo y siendo sustentado por Ella”. 1 Es decir, el Monseñor no solo quiere que se dirija el foco al momento en el que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, sino en su permanencia nueve meses en el seno de la Virgen, como ‘esclavo’, pues ahí, literalmente, vivía en María, con María, de María, nutriéndose en su vida física solo de María.
Pero resulta que ese niño pequeñito aún por nacer, que podría proclamar con toda propiedad “¡Madre mía, vida de mi vida!”, era también Dios. Su vida física, Él quiso que fuera en esos momentos dependiente de la vida de María, por lo que Mons. Juan llega a preguntarse, y a proponerle a la teología futura, investigar si “no habría algo de su vida divina y eterna que dependería de Ella también”. Él mismo aclara que esta hipótesis “no se refiere a términos absolutos”, sino por tanto relativos, es decir, no porque fuera algo exigido en el orden del ser, sino porque así lo había predispuesto por toda la eternidad el Creador. Y luego pasa a preguntarse si “esta dependencia, ¿no obedecería a un criterio sublime que regiría la relación del Verbo Encarnado con las criaturas?”. 2 O sea, si haciendo de esa manera, dependiendo de la Virgen en todo en esos nueve meses, no solo en su vida física sino -por la dualidad de naturalezas unida en una sola Persona divina- de alguna manera en su vida divina, no estaría dando el Salvador el ejemplo sublimísimo que deberían seguir todas las criaturas racionales, y anunciando los inmensos dones que de ahí sobrevendrían.
Mons. Juan así lo cree; tanto que afirma sin ambages que “un fenómeno similar al que sucedió con Jesús durante su gestación deberá darse con aquellos a quienes Nuestra Señora introduzca en su Secreto: Ella los sostendrá con su existencia y los alimentará con sus virtudes”, en una afirmación que coincide con las del Santo de Montfort. 3
A lo que convoca, pues, Mons. Clá, es a desear vivir en el claustro materno y de cristal de María Santísima, de forma mística, a imitación de lo que hizo Jesús. Si Jesús lo hizo, y nosotros lo podemos hacer, aunque sea de forma mística, ¿por qué no obrar así, si sabemos que ahí más que nunca podremos gritar que Ella es “la vida de mi vida” y que de esa relación se comunicarán las virtudes de María? 4
Es algo análogo a lo que anunció Jesús a Nicodemo, cuando le dijo que “el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios”. (Jn 3, 5). Es desear, de forma mística, encerrarse en el seno de María, para allí nutrirse de María y renacer, pero de las aguas y la savia de María, que no son otras sino las de su Divino Esposo, el Espíritu Santo.
Al final, y no de una manera figurativa sino real, la Iglesia ya la ha proclamado como Madre. Es solo profundizar en esta maternidad…
Es claro, tal vez el gran obstáculo para desear y buscar esa relación mística es nuestro individualismo, nuestro de ser ‘yo’, independiente de Dios, de María. Que Ella quiebre con su gracia esta absurda actitud.
Por Saúl Castiblanco
____
1 1. Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. ¡María Santísima! El Paraíso de Dios revelado a los hombres – III- María, eje de la Historia. Caballeros de la Virgen. Bogotá. 2022. p. 139.
2 Op. Cit. p. 140.
3 Cf. San Luis María Grignion de Montfort. Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen. n. 206.
4. Mons. João Scognamiglio Clá Dias, EP. Op. Cit. p. 141.
Deje su Comentario