jueves, 10 de abril de 2025
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La Iglesia quedará nuevamente marcada con el sello de los santos: Presidenta de laicos de España

Loli García Pi concluye su mandato; mañana se elegirá nuevo presidente.

Loli Garcia

Redacción (04/04/2025 09:23, Gaudium Press) Mañana sábado se reúne la XXXII Asamblea General del Foro de Laicos de España, donde se elegirá nuevo presidente de ese organismo.

Al finalizar su mandato, la actual presidenta Loli García Pi ha concedido entrevista, donde habló del trabajo realizado, sobre el momento actual del laicado en la Iglesia entre otros temas.

Al finalizar su servicio como presidenta del Foro de Laicos de España, ¿cuáles son sus mayores satisfacciones mirando el camino recorrido y el trabajo realizado?

Comienzo con dos premisas que son válidas para todas las cuestiones que se me plantean en esta entrevista. Por un lado, el enorme agradecimiento a Dios, a la Iglesia y a tantos hermanos y hermanas por haberme permitido vivir estos años de vibrante y enriquecedora experiencia. ¡Mirando atrás, nunca habría imaginado lo que iba a ser! En segundo lugar, reconozco este tiempo como parte de una historia y, por lo tanto, somos herederos del rico patrimonio de los años precedentes. Es importante tener presente esta mirada para situar cuanto se dirá a continuación.

Si hablamos de “puertas para dentro”, diría que ha crecido el sentido de pertenencia al Foro de Laicos como espacio plural, que se crea y recrea por la comunión de sus miembros y donde las relaciones fraternas, el “rozarse”, hace que caigan esas “etiquetas” que, todavía y sin darnos cuenta, a veces nos aplicamos los unos a los otros. En este sentido, una de las principales experiencias que hemos tenido es la de descubrir la variedad de dones que el Espíritu ha derramado en beneficio de todos.

Esta posibilidad de encuentro se ha fortalecido y potenciado, involucrando no sólo a los responsables de las asociaciones y movimientos – primeros protagonistas de la vida del Foro –, sino a otras muchas personas a través de diferentes convocatorias de reflexión e intercambio online. Reconozco que estos han sido momentos particularmente gozosos, porque se han creado espacios de confianza donde los participantes nos hemos expresado con apertura, sin tratar de esconder las diferencias y con mucha escucha recíproca.

Es significativo que, preguntados recientemente sobre la propia experiencia del Foro, algunas entidades miembros responden diciendo que se trata de un “espacio imprescindible para que los laicos puedan conocerse, intercambiar experiencias, reflexiones, búsquedas y avanzar para que su presencia sea más comprometida y evangélica”, o una “ventana abierta al inmenso panorama de la riqueza de la Iglesia y donde sentirnos y hacernos Iglesia” y los jóvenes lo identifican como “una mesa agradablemente compartida (…) donde las personas laicas son protagonistas”.

También hemos constatado una mayor vinculación con la Iglesia que peregrina en España y con la Iglesia universal, especialmente a raíz del proceso sinodal; la certeza de seguir creciendo, viviendo y respirando al “unísono”. En distintos momentos y como ya era praxis adquirida, se ha tratado de fomentar la colaboración entre las distintas entidades y de abrir espacios de formación y reflexión que nos ayudasen a vivir nuestra vocación de presencia en el mundo.

Considerando el momento actual que vive la Iglesia, ¿cree Ud. que el laicado asociado responde a lo que se espera de él?

Es difícil responder a esta pregunta. Además de que, personalmente, creo que puede parecer presuntuoso por mi parte hacer una valoración general del compromiso del laicado asociado. Por lo que he compartido en estos años, sí creo que existe un laicado maduro y coherente en su respuesta desde la fe. Al mismo tiempo, he comprobado en muchos un creciente redescubrimiento de la dignidad bautismal y de la vocación laical con la que hemos sido regalados. En este sentido, hay que valorar muy positivamente el compromiso de muchos laicos y laicas en encarnar su opción evangélica, con sencillez, en el día a día. Asimismo, en este tiempo, he asistido al discernimiento de distintos movimientos y asociaciones para actualizar la propia especificidad y carisma en fidelidad y con creatividad. En algunos casos, ha sido una opción valiente y no exenta de incertidumbres. Otro aspecto significativo es el avance en la integración del laicado asociado en las Iglesias locales o, por ser un poco más precisa, el reconocimiento de la presencia y de la aportación de personas vinculadas a movimientos y asociaciones, allí donde, habitualmente, junto con otras espiritualidades, se participa de la vida de la Iglesia. Evidentemente queda mucho camino por recorrer para que el potencial del laicado asociado sea totalmente visible, por ejemplo, en cuanto a nuestra corresponsabilidad efectiva como miembros del único Pueblo de Dios o nuestra misión en el mundo especialmente hacia aquellos más vulnerables y desfavorecidos. Nos reconocemos llamados a responder con gozo a la llamada de Dios de “ir a trabajar a su viña”, junto con los miembros de la vida consagrada y el ministerio ordenado, porque de todos nosotros el Señor espera una respuesta.

Hemos vivido en España tres acontecimientos que han marcado ruta: el Congreso de Laicos, el Encuentro sobre el Primer Anuncio y el Congreso de las Vocaciones. En los tres Ud. tuvo un papel importante y trabajó mucho. ¿Qué retos y qué itinerario quedan de esos tres acontecimientos eclesiales?

Considero que el primer gran reto es que crezca la conciencia de que no han sido tres acontecimientos distintos o desvinculados, sino que están perfectamente emparentados y son complementarios entre sí. En todos ellos se han puesto de relieve algunos binomios como vocación-misión o anuncio-testimonio, entendidos como las dos caras de una misma medalla. El desafío es entenderlos como un proceso, de un camino que debemos recorrer todos juntos y de ahí la clave de la sinodalidad; una preciosa ocasión para poner en marcha buenas prácticas de todo cuanto se ha reflexionado durante el proceso sinodal junto a toda la Iglesia. Además, son procesos para ser encarnados allí donde cada uno está y por eso es indispensable la clave del discernimiento comunitario. Consecuencia del binomio anuncio-testimonio y tras profundizar el itinerario Primer Anuncio, ahora se va a comenzar con el de Presencia en la Vida Pública. A las dos palabras anteriores, se añade una tercera: transformación, y nos preguntaremos en qué medida el “estar” de cada uno de los bautizados en los diferentes ámbitos sociales, partiendo de nuestra propia conversión, provoca un cambio y cómo vivimos nuestra presencia en la sociedad, conscientes de que tenemos mucho que dar y también mucho que aprender. Se trataría, usando palabras del Papa Francisco, de “iniciar procesos más que de poseer espacios (…) privilegiar las acciones que generan dinamismos nuevos en la sociedad e involucran a otras personas y grupos que las desarrollarán, hasta que fructifiquen en importantes acontecimientos históricos. Nada de ansiedad, pero sí convicciones claras y tenacidad” (EG 222).

Se habla mucho de falta de compromiso en los laicos que no pertenecen a movimientos o asociaciones. ¿Cómo motivarlos para que, sin alejarse de la vida parroquial, tengan más consciencia diocesana? ¿Qué papel juegan el Foro de Laicos y el Consejo Asesor de Laicos de la Conferencia Episcopal?

La falta de compromiso es un contravalor bastante presente hoy en día. Pero, como casi siempre, lo menos bueno se ve más que el paciente y callado trabajo de otras muchas personas. Una de las características que mejor identifican a los movimientos y asociaciones es su impronta comunitaria. Confieso que uno de los mayores dones que he recibido en estos años, ha sido el palpar el valor de la comunidad, con formas y estructuras, “colores” y dinámicas muy distintas, pero todas ellas “familia de hijos e hijas de Dios”. Recuperar o reavivar esto en las parroquias es un enorme desafío… y también dar gracias allí donde ya está, porque son muchas las comunidades parroquiales vivas, donde se celebra la alegría de la fe, se viven los Sacramentos, se escucha la Palabra, se encuentra y mantiene la propia vocación, se festeja y se comparte la vida en todos sus aspectos. A ello pueden contribuir también los miembros de los movimientos, involucrados en sus parroquias, en la medida comparten el don comunitario que tienen. Experimentar la “unidad en la diversidad” tal y como se vive en el Foro de Laicos, puede ser de acicate para trasladar a otro tipo de comunidades. El Consejo Asesor de Laicos de la Conferencia Episcopal nace como fruto del Congreso de Laicos 2020 y está formado principalmente por los Delegados Diocesanos de Laicos, mediante una representación por las provincias eclesiásticas que componen la Iglesia en España. Además, está el Foro de Laicos, los laicos vinculados a congregaciones religiosas y otras personas designadas para el mismo. Hago este inciso, porque la mirada que se tiene es sobre y hacia todo el laicado. Cuando comenzamos la preparación del Congreso de Laicos, se marcó un gran objetivo general: “Impulsar la conversión pastoral y misionera del laicado en el Pueblo de Dios, como signo e instrumento del anuncio del Evangelio de la esperanza y de la alegría, para acompañar a los hombres y mujeres en sus anhelos y necesidades, en su camino hacia una vida más plena”. Las acciones que se emprenden y proponen desde el Consejo Asesor de Laicos van encaminadas a este fin: tomar conciencia de la propia vocación laical para responder a la llamada a ser discípulos misioneros.

Muchos comentan su capacidad de diálogo, de armonizar posiciones y de escucha. Ser presidente del Foro de Laicos le ha permitido tomar contacto con muchas realidades y carismas. Tomando eso en consideración ¿es la Iglesia española una iglesia viva, con dinamismo y con futuro?

Me siento honrada porque el Señor me ha regalado la oportunidad para compartir y conocer muchas realidades y carismas, incluyendo el contacto con varias Iglesias locales en las que he podido estar. Por eso, puedo decir que existe una enorme vitalidad en nuestra Iglesia. Claro que nos gustaría que fuera y se viera más, pero… La fase diocesana del proceso sinodal mostró el deseo de los laicos de participar activamente en la vida de la Iglesia, porque como dijo el Papa Francisco, “si falta una participación real de todo el Pueblo de Dios, los discursos sobre la comunión corren el riesgo de permanecer como intenciones piadosas”. Es verdad que hemos avanzado en este aspecto, pero pensando en el futuro todavía queda camino que recorrer, heridas que curar y visiones que compartir. Mucho se ha hablado del futuro de la Iglesia. Me gusta la mirada profética que el Papa Ratzinger ya describió a finales de los años 60 del siglo pasado y que hoy se está demostrando cercana a la realidad, una visión que pasa por el crisol del dolor que toda transformación requiere. Entre otras cosas, nos decía: “El futuro de la Iglesia, también en esta ocasión, como siempre, quedará marcado de nuevo con el sello de los santos… por quienes pueden ver más que los otros, porque su vida abarca espacios más amplios”. Hoy diríamos “los santos de la puerta de al lado” y a muchos de ellos los he encontrado en estos años. ¡¡Gracias!

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