La vida de la Madre María Berenice fue a la manera de los ríos chinos, que dan muchas vueltas.
Redacción (13/10/2021 11:36, Gaudium Press) En audiencia otorgada al Cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Papa ha permitido promulgar dos decretos de milagros atribuidos a los Venerables Juan Pablo I (1912-1978), Papa, y la Hermana Berenice Duque Hencker (1898-1993), colombiana fundadora de las Hermanitas de la Anunciación, religiosas que se dedican a la evangelización, la promoción social y educación de la niñez y la juventud, la pastoral familiar parroquial, de la salud y misiones.
Igualmente Francisco autorizó el reconocimiento del martirio de Pedro Ortíz de Zárate, sacerdote diocesano, y de Juan Antonio Solinas, sacerdote jesuíta, que fueron asesinados por odio a la fe el 27 de octubre de 1683 en el Valle del Zenta, en la Argentina.
También el Papa ha reconocido las virtudes heroicas de los siervos de Dios Diego Hernández González, sacerdote español; de Giuseppe Spoletini, sacerdote italiano franciscano; de Magdeleine de Jésus, fundadora francesa de las Hermanitas de Jesús; y de Elisabetta Martinez, fundadora italiana de la Congregación de las Hijas de Santa María de Leuca.
Rasgos biográficos de Juan Pablo I y de la Madre María Berenice
Juan Pablo I, el Papa Albino Luciani, nace en Forno di Canale el 17 de octubre de 1912. El 7 de julio de 1935 es ordenado sacerdote en la iglesia de San Pedro en Belluno. Obtiene luego un diploma de teología en la Pontificia Universidad Gregoriana y en 1958 Juan XXIII lo hace obispo de Vittorio Veneto, asistiendo pues como obispo a las sesiones del Concilio Vaticano II.
En 1966 viaja al África, a Burundi, a visitar la misión que ahí tiene la diócesis de Vittorio Veneto.
En 1969 Pablo VI lo hace Patriarca de Venecia, y en esa sede es visitado por el propio Papa en 1972. En 1973 es creado Cardenal de la Iglesia.
Tras la muerte de Pablo VI, parte a Roma al cónclave, el 1o de agosto de 1978. Es escogido como Papa en el segundo día del cónclave, el 26 de agosto. Fallece el 28 de septiembre siguiente.
La Hermana María Berenice Duque
La Madre María Berenice Duque Hencker nace el 14 de agosto de 1898, en Salamina, departamento de Caldas, Colombia.
Un día vio una puerta cerrada con un candado en una casa de campo familiar y quiso abrirla, pero la tía la amenaza con contarle al papá. Sin embargo María, altiva, mete la mano en el candado, y lo parte fracturándose un dedo, que le quedará torcido toda su vida pues por orgullo no quiso que se lo curasen, recordándole el carácter que debía domar.
Pero la piedad la atraía. A los tres años se había escapado de casa, a media noche, para acompañar a Jesús que estaba ‘solito’ en el sagrario de la Iglesia; su padre sorprendido ahí la encuentra, y ella solo se duele de no poder seguir acompañando a “Aquel” que mucho la atraía y siempre la atrajo. Siendo aún muy niña, hacía que los empleados de una fábrica de chocolates de su padre asistiesen a la instrucción religiosa que ella les impartía.
Por indicación de un sacerdote, y a pesar de que ella prefería el recogimiento y la contemplación, entra a la vida activa de las Dominicas de la Presentación. Ya dentro de la comunidad, continúan sus dudas sobre si había escogido el camino correcto, pero cumple con la obediencia, y descubre entonces que su espiritualidad es la de contemplar a Dios en los hombres, especialmente los pobres y las mujeres desamparadas. Tenía gran devoción a la Esclavitud Mariana, y hace que sus apostolandos se consagren de esa manera a la Virgen.
Va a buscar a los necesitados, va a las fábricas a evangelizar a los obreros, a los hospitales a visitar enfermos, a barrios peligrosos de la ciudad, y a todos los que la escuchan busca consagrarlos a la Virgen: “Ella es el camino más corto para llegar a Jesús”, repetía incesante.
Una religiosa que atendiese a las jóvenes en barrios dificiles
Un día el Arzobispo de Medellín le pide a la provincial de las hermanas de la Presentación una religiosa que enseñe a las jóvenes de barrios difíciles bordado, pintura, música, religión, y la Hermana María Berenice es la designada. Es en ese ambiente que siente el llamado de Dios, que le pide la fundación de un nuevo instituto, una Congregación dedicada especialmente a jóvenes de escasos recursos.
Un día en oración, ella pregunta a Cristo qué quiere de ella, pues sentía que le pedía vida contemplativa, pero también que atendiera a los pobres, y entonces percibe que el Sagrado Corazón le dice: “Te lo pido todo”, y ella le responde “Hágase Señor como tú dices; aquí me tienes, soy toda tuya”.
Comienzan a aparecer vocaciones, primero doce, jóvenes de escasos recursos que ella consideraba las ‘predilectas’. Se consigue una casa, que lleva primero el nombre de “Escuela Doméstica”, donde se vivía en bastante pobreza; cada joven aportaba su pobreza. Para sostenerse, lavaban y planchaban ropa, vendían “gelatina de pata”, hacían tejidos. Pero había gracia, lo que se traducía en alegría y unión; la oración era constante.
El Arzobispo Joaquín García Benítez les brinda apoyo total, y aunque se levantaron tormentas contra la nueva fundación, el Arzobispo la sostiene con brazo fuerte. Este les concede el decreto de erección canónica el 3 de octubre de 1950, erigiéndolas como Pía Asociación de Hermanitas de la Anunciación.
Pero la Madre María Berenice sigue siendo dominica de la presentación, y un día se la llevan a Francia para que se olvide de la “Escuela Doméstica”; sin embargo ella ofrece todo el sacrificio al Buen Dios, contando con el apoyo de la provincial de las hermanas de la presentación en Medellín, la Madre María Inés, que sigue colaborando en el proceso formativo de las vocaciones de la “Escuela”.
En 1947 la Madre María Berenice regresa a Colombia por su difícil estado de salud, obteniendo ahí el apoyo del Nuncio para las Hermanitas por ella fundadas.
El 7 de octubre de 1950 su congregación le permite dedicarse por entero a la nueva fundación. El 23 de Octubre de 1953 viste el hábito y hace Votos Perpetuos como Hermanita de la Anunciación.
El 25 de Marzo de 1958 Pío XII, otorga el “Decretum Laudis” a la Congregación, que pronto contará a su fundadora entre los beatos de la Iglesia.
En 1965, viendo la necesidad de atender a los niños de la calle funda a los Hermanos Domus Dei, siempre inspirados en su espiritualidad, que era el Amor, Jesús Eucaristía y la Virgen María en el Misterio de la Anunciación.
Los últimos 14 años de su vida los pasa en el lecho de enferma. Cuando la congregación celebraba las bodas de oro de la fundación, y la Madre María Berenice iba a cumplir 95 años, fallece, el 25 de julio de 1993. Muchos reconocen entonces que había muerto una santa. En su ataúd numerosos introdujeron mensajes para que llegaran al cielo.
Con información de Vatican.va y Hermanitasdelaanunciación.org
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