sábado, 07 de septiembre de 2024
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La manzana, Apple, y cómo ver la realidad

En una conferencia reciente, Apple presentó al mundo su nuevo invento, que saldrá a la venta a principios del próximo año: Vision Pro. ¿Con qué ojos ver esta “manera de ver la realidad”?

vision pro

Foto: screenshot/ apple

Redacción (31/07/2023 09:54, Gaudium Press) No es novedad que, hoy en día, el mundo virtual pasó a ser afín a casi todos los seres humanos, incluso entre los de economías emergentes. Los dispositivos digitales han dejado de ser un objeto exclusivo o de lujo.

De hecho, la realidad digital ha abarcado (y servido útilmente) a casi todas las profesiones: no es raro ver incluso a aquellos que tienen el oficio indispensable de constructores o albañiles aprovechar el mundo virtual, especialmente a través de teléfonos móviles, para el cumplimiento de sus funciones: una medición, la aclaración de cualquier duda, la compra inmediata de unos sacos de cal para la obra, en definitiva, para un “mundo de cosas”…

Por si estas ventajas no fueran suficientes, el mundo digital viene brindando cada vez más soluciones aparentes a una serie de dificultades (¿o incapacidades?) del hombre. Y, por lo tanto, su uso se vuelve bastante imperativo, especialmente para quien no quiera quedar ajeno a esta sociedad virtual o demodé.

En esta línea, Apple anunció para principios del año 2024 un atrevido lanzamiento, digno de marcar los anales de la ciencia: las gafas Vision Pro.

Intentos frustrados

De hecho, se trata de un intento de superación de herramientas similares, que fracasaron en el pasado. Quizás el lector recuerde las Google Glass, lanzadas en 2013; o incluso el Oculus Rift, el dispositivo de Facebook. Por razones similares, ambos fallaron: al usar tales dispositivos, el usuario sentía que no tenía privacidad, o que era ridiculizable por los demás – quizás porque todavía se albergaba cierta desconfianza hacia tales instrumentos en esos años –, ya que sus ojos quedaban completamente tapados por la extraña innovación, propiciándoles una percepción de irrealidad aún incómoda.

¿Cómo pretende Apple superar estas dificultades?

Para romper esta barrera, Apple ha dotado a su invento de dos capacidades inéditas: en primer lugar, presentará a los usuarios la realidad que les rodea, permitiéndoles participar en el mundo real, aunque inmersos en la virtualidad. Un sensor vinculará los comandos de los ojos con los de las manos, por lo que al mirar un objeto, los gestos manuales servirán como un “mouse integrado” que, sin necesidad de tocar las gafas, ordenará acciones como abrir, cerrar, pasar, etc.

Sin embargo, la dificultad de la convivencia humana permanecería. Para ello, las propias gafas proyectarán, en su exterior, una imagen que representa los ojos del usuario, para que se comuniquen con el entorno.

Así idealizado, el Vision Pro no sería simplemente un dispositivo dominado por el hombre –como el notebook, el celular y tantos otros–, sino que se convertiría en un dispositivo integrado con el hombre, procesando información originada por el cerebro, y proponiendo soluciones en vista de nuestro pensamiento.

Es, por tanto, ¡una nueva forma de ver la realidad!

¿Funcionará esta vez?

¿Tendrá éxito? Pregunta difícil, que exige una respuesta aún más intrincada.

En primer lugar, llama la atención el largo tiempo que tardó Apple en hacer público el lanzamiento, ya que los estudios, ensayos y errores, sumados a ajustes, mejoras y adaptaciones demandaron muchos años y no pocas inversiones. Sin embargo, es necesario reconocer que los lanzamientos de la Manzana tienden a tener una entrada asertiva en la opinión pública, ya que siempre se hacen a la sombra de un análisis profundo, con miras a lograr en los usuarios ese gusto por la innovación casi siempre combinado con la curiosidad – como en efecto sucedió en el Paraíso Terrenal, cuando la serpiente supo plasmar tan bien a los ojos de nuestros primeros padres el valor único de aquella Apple, haciéndola agradable a la vista y fascinante al paladar –, capaz incluso de provocar cierta alucinación.

En segundo lugar, la invención no deja de causar sensación, ya que rompe las barreras de lo digital para penetrar profundamente en el hombre en consorcio con lo virtual. Por tanto, Vision Pro tendrá como efecto acostumbrarnos a una realidad cada vez menos real, donde los valores morales y éticos serán cuestionados.

Solo desde un punto de vista social, por ejemplo, ¿los ojos virtuales podrán expresar realmente nuestras sinceras impresiones, ideas y formas de ser? Si no lo hicieren, ¿se acostumbrarán los seres humanos a vivir continuamente como robots o, peor aún, como andrógenos? ¿Hasta qué punto toleraremos la robotización de nuestro pensamiento y, en consecuencia, de nuestro actuar?

En efecto, en cuanto a nuestra intimidad interior, este paraíso de cristal construido por las manos del Creador, ¿Vision Pro también pretenderá penetrar en él? ¿Será por nuestro propio deseo, o por unas gafas que intentarán imponer y distorsionar su preciado e inalienable valor con una bella apariencia y un sofisticado design?

Si funciona, ¿cuáles son las consecuencias?

Respetando la libertad de cada uno, nos parece que este invento pondrá al mundo en una situación agradablemente inquietante, para, después, arrojarlo a un estado lamentable, donde los hombres tendrán dificultad para conservar uno de sus mayores dones, su propia identidad.

Así, de los avances que procura el hombre – alcanzar la ciencia y las innovaciones digitales – ninguno puede estar por encima de promover la preservación y ennoblecimiento de la personalidad del hombre.

Si esto es lo que quiere Vision Pro, promover la dignidad del hombre, ¡incéntivémoslo! Si no, cuestionémoslo.

Sin embargo, si partimos de las premisas que diversas y autorizadas noticias y estudios científicos nos brindan sobre la nocividad del uso indiscriminado de dispositivos electrónicos y digitales, al menos seríamos reticentes al respecto.

Quizá por no tener de este cuidado, querido lector, sentimos la necesidad de pensar que entre la manzana del Paraíso y Apple, las apariencias son cada vez menos virtuales, y sí reales; mientras que, por nuestra parte, vamos siendo acostumbrados a ver la realidad con otros ojos -o, si prefieren, con los ojos de unas Vision Pro.

Por Aloisio de Carvalho

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