domingo, 24 de noviembre de 2024
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La monja negra del cuerpo incorrupto: fundadora, gustaba del hábito, el latín; amaba a la Virgen

Sigue dando de qué hablar el hallazgo del cuerpo incorrupto de la Madre Wilhelmina Lancaster, OSB, en EE.UU.

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Redacción (26/05/2023 10:48, Gaudium Press) En días pasados, los medios, oficialmente católicos y no, reportaban el sorprendente hallazgo del cuerpo incorrupto de la Madre Wilhelmina Lancaster, OSB, fundadora de las Benedictinas de María, Reina de los Apóstoles, quien murió hace cuatro años.

Por ejemplo, en reporte de hace pocas horas CNN noticia que son ahora ríos y ríos de gentes que están yendo a conocer el cuerpo que se encuentra en su monasterio, en el Missouri rural. Los restos de la religiosa, de raza negra, fueron exhumados el pasado 18 de mayo con miras a su traslado al lugar de descanso final en la capilla del monasterio.

A la espera de la investigación canónica, Aciprensa nos aporta ahora algunos datos biográficos de la religiosa:

Nace ella el 13 de abril de 1924 en St. Louis, segunda de cinco hermanos de padres católicos. Su nombre de pila era Mary Elizabeth; el de Guillermina es su nombre de religiosa.

Ella fue visitada por experiencias de tipo místico a corta edad. Cuando tenía 9 años Jesús se le aparece y la invita a unirse a Él.

Cuando tenía 13 años el párroco le pregunta si quería convertirse en religiosa. La idea, aunque nunca hubiese pensado en ello, la conmueve, y escribe a las Hermanas Oblatas de la Providencia en Baltimore con esa intención, pero le dicen que espere, pues aún era demasiado joven.

La ‘carta’, que es más bien unas sencillas líneas, es una maravilla de inocencia, fe y candidez:

Querida Madre Superiora”, se lee. “Soy una niña de 13 años y me gustaría ser monja. Planeo ir a su convento tan pronto como sea posible. Me graduaré de la escuela primaria el próximo mes. Lo que quiero saber es si uno debe llevar algo al convento y qué es lo que debe llevar. Espero no estar molestándola, pero tengo mi corazón puesto en convertirme en monja (por supuesto que soy católica). Dios la bendiga a usted y a las que están bajo su mando. Respetuosamente, Mary Elizabeth Lancaster”.

En el colegio, impregnado en aspectos por una mentalidad no católica, sufrió burlas por su raza. Alguna vez la apodaron “gotas de chocolate”. Pero ella nunca conservó resentimientos hacia sus compañeros bautistas o metodistas.

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Fue la mejor estudiante de su escuela. Después de graduada ingresa a la Oblatas, con quienes conviviría por 50 años.

Cuando fruto tal vez de un mal entendido espíritu del concilio, en la comunidad se quiso prescindir del hábito tradicional, ella llegó incluso a elaborar el suyo propio. “Pasó muchos años luchando por el hábito”, dice la actual superiora de la comunidad que ella fundó. Para la Madre Guillermina el hábito era la vestimenta de la novia de Cristo.

El hábito una vez le salvó la vida, pues cuando trabajaba como maestra en Baltimore su cuello alto y rígido desvió el cuchillo de un estudiante con rasgos asesinos.

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Un día supo que la Fraternidad Sacerdotal San Pedro había iniciado un grupo de hermanas. También por ese medio conoció el rito extraordinario de la misa, que la encantó.

“Y un día, hizo las maletas —tenía ya 70 años—, y fue a fundar esta comunidad; un completo salto de fe”, dice la Madre Cecilia, actual superiora.

En 1995 funda la comunidad, en Scraton, Pensilvania, con la ayuda de un miembro de la Fraternidad Sacerdotal de San Pedro. Asumía la regla de San Benito, y el rezo del Oficio Divino era en latín. Su carisma se iría tornando cada vez más contemplativo y marcadamente mariano, con especial énfasis en la oración por los sacerdotes.

En el año 2006 la comunidad se traslada a su sede actual, en la Diócesis de Kansas City-St. Joseph, en Missouri, a instancias de los deseos del obispo, Mons. Robert W. Finn.

En 2018, la Abadía de Nuestra Señora de Éfeso fue consagrada. Como primera abadesa es elegida la Madre Cecilia, quedando Sor Guillermina bajo su autoridad. Poco después, en 2019, siete hermanas abandonaron la abadía para establecer la primera casa filial de la Orden, el Monasterio de San José en Ava, Missouri.

Las últimas palabras de Sor Guillermina fueron un canto de alabanza a la Virgen, el canto del cisne negro antes de ir al cielo.

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