Norma McCorvey, ‘Roe’, cuenta su historia.
Redacción (09/05/2022 10:16, Gaudium Press) Que la principal protagonista del fallo Roe vs. Wade, el cual en 1973 abrió las puertas del aborto en los EE.UU., haya cambiado de bando, es ya algo que ameritaría un buen guión, claro, no políticamente correcto pues iría de frente contra los intereses de la progresía.
Que ahora lo que parece ser la opinión de la mayoría de la Suprema Corte, acabando con Roe vs. Wade, se haya filtrado, ya le da tonus de Watergate a ese hipotético guión.
Primero, es preciso poner las cosas en su sitio con relación a la opinión filtrada del juez Samuel Alito: este juez muestra en su opinión revelada por POLITICO que no existe ningún derecho constitucional a abortar. Y que el razonamiento de la Corte en 1973, en el sentido de que el derecho a la libertad personal (que incluiría el derecho a la intimidad de la mujer) reconocido en la 14ª Enmienda permitiría el aborto, era un razonamiento “excepcionalmente débil”, que él se encarga de desmontar.
Por lo demás, la opinión del juez Alito no prohíbe el aborto, simplemente aboga por “acatar la Constitución y devolver el asunto del aborto a los representantes elegidos por el pueblo”. Exceso de ‘democracia’ del juez que no gusta a algunos, que están buscando invadir iglesias y crispar las calles por estos días.
La mentira en la que se basó Roe vs. Wade
Pero también nos recuerda ReligionEnLibertad, en una buena ayuda a la memoria publicada por estos días, que Roe vs. Wade tuvo como base una gran mentira, algo que fue inventado con miras específicas a obtener los efectos jurídicos que se consiguieron. Es ahora que volvemos a la protagonista de la historia, la ‘conversa’ Norma McCorvey. De hecho Norma es verdadera conversa, pues muere en el 2017 arrepentida, ya como católica y activista provida.
El activismo abortista necesitaba un ‘caso límite’ para que fuera focalizado por la midia y luego por la Corte (o la historia se repite o el problema de los abortistas es de falta de imaginación); perfecto, sería el de una mujer violada… Ahí aparece Norma (a la que se le dio el seudónimo de ‘Roe’), que luego admitió que todo había sido una tramoya.
Ella entonces alega ante una corte de justicia en Texas, que había sido violada por una pandilla, y que fruto del estupro vino su embarazo. Reclama entonces el poder abortar.
Era Roe la figura perfecta, le dijeron en esos días sus abogadas, abortistas y recién graduadas, Sarah Weddington y Linda Coffee: “Eres blanca, eres joven, y quieres abortar”, cuenta que la calificaron. ¿Y el ser que tenía en su vientre? Son solo ‘unos tejidos’, la tranquilizaron sus apoderadas.
Norma McCorvey nunca fue a una audiencia de su caso, solo firmaba lo que sus abogadas le pasaban: “El caso entero fue una abstracción”, diría tiempo después.
Incluso una de ellas, Sarah Weddington, en una exhalación de franqueza, diría años más tarde en Oklahoma, que el aparentar que el caso era producto de un estupro, no era muy de acuerdo a la ética profesional: “Mi conducta pudo no haber sido totalmente ética. Pero lo hice por lo que pensé fueron buenas razones”, dijo la abogada ante el Instituto de Ética de la Educación.
El caso se torna aún más hollywoodesco cuando se conoce el magnate de la pornografía Hugh Heffner dio dinero para financiar los gastos del proceso: “Nosotros aportamos los fondos para esos primerso casos y además escribimos el amicus curiae [ndr. opiniones de terceros calificados para un proceso] en el caso Roe”, dijo en 1992 ante el Miami Herald. Los diablos se juntan.
Mientras tanto, el bichito de la conciencia, ese que gracias a Dios solo nos abandona solo dos horas después de morir, fue horadando y haciendo su paciente labor en la cabeza de Norma, hasta que un día en 1987, declaró que había mentido, y que el padre del bebé – que había sido dado en adopción – era alguien al que ella conocía y quería.
El gusanillo de la conciencia
Ese bichito-conciencia también la llevó a pedir el bautismo en la Iglesia, en 1995: “Recuerdo haber conducido 10 años junto a un patio de escuela y ver los columpios vacíos, y me enloquecía. Pensaba: los patios de juego están vacíos, todos los niños están muertos, y es por mi culpa. Se lo decía a mi ginecólogo y me respondía: ‘es verano, Norma, no hay clase’ ”, contó ella un día al Daily Mail.
Norma ‘Roe’, que había llegado hasta a trabajar en una clínica de abortos, fue acogida por el Viñedo de Raquel, un ministerio católico para tratar a mujeres con el síndrome post-aborto u otro tipo de secuelas por haber abortado.
También quiso revertir el fallo en el 2003, al presentar una demanda en Dallas, diciendo que ella había mentido en el juicio, y luego aportando datos sobre el daño psíquico y físico que el aborto produce en las mujeres que se someten a él. Pero el proceso no prosperó, ni otro que inició en el 2005.
Lo que sí fructificó fue su camino a Dios en la Iglesia: “Los que la conocimos la vimos en su conversión, el duro trabajo de arrepentirse, del duelo por su papel en ayudar a legalizar el aborto y en ayudar a matar bebés en clínicas”, cuenta el P. Frank Pavone, quien la acompañó en ese proceso. Ella comenzó a contar su testimonio de conversión por el mundo, acentuando la eficacia de los sacramentos.
Aunque después los abortistas quisieron manchar su buen final, no se pudo. Y ahora otra Corte, casi 50 años después, está a punto de admitir y testificar que su antecesora no juzgó bien, en el caso Norma Roe vs. Wade.
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