lunes, 16 de junio de 2025
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La reacción contra el caos debe contemplar un programa serio de oración

Las razones son fundamentales, básicas; deberíamos tenerlas bien presentes. Absurdo es no tener claro eso.

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Redacción (15/06/2025, Gaudium Press) El texto de esta nota solo está en función de apuntalar la tesis del título: no existe verdadera reacción contra el caos, contra el wokismo, contra la desintegración de las sociedades, contra las destrucción de cualquier resto de orden, si no se contempla que hay que rezar, seriamente, pidiendo la acción de la gracia.

Primero, porque al final quien gobierna todo el Dios, y es la oración mueve el corazón de Dios: “Cuando ellos claman, el Señor los escucha” (Sl 34, 18)

Segundo, porque al contrario de lo que dice nuestro naturalismo, no existe solo lo que vemos, sino que también luchamos contra fuerzas poderosísimas que no vemos:

Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio. Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos”. (Ef 6, 11 – 13). Querer luchar contra la acción del maligno con las meras fuerzas humanas, es locura, es peor que poner a competir a un niño de cinco años contra un tenista profesional.

Tercero, porque la oración es la que nos habilita para la lucha, repotencia nuestras facultades con la gracia, y apaga nuestro vicio y pecado. Hombre con gracia, super-hombre; hombre sin gracia, raquítico. Y la gracia viene por la oración. “La gracia es como la luz del alma”, dice Santo Tomás (S Th I-II, cuestión 110).

Cuarto, porque además es la gracia la que nos habilita para las obras mejores, como claramente lo dice San Agustín: “Él [Dios] es quien comienza obrando para que queramos, y acaba cooperando cuando ya queremos.” (De grat. et lib. arb.)

Quinto, porque el hombre en gracia es amigo de Dios, mientras que el que está sin gracia, en estricto sentido no. Y no es lo mismo pedir la ayuda a un amigo, que a uno que no lo es. Era lo que en tono irónico dicen que sugería el Beato Francisco Palau a un líder católico pero con concubina, a quien conminaba que más le valdría pedir la ayuda del Maligno que la Dios, pues así solo lucharía contra un enemigo…

Fundamentalmente, creo son esas las razones básicas, y que las otras son derivadas.

Pero es que al final, si se lucha por restaurar el orden, pues hay que decir que no hay verdadero orden diferente al orden social cristiano, que Plinio Corrêa de Oliveira definía en “Revolución y Contra-Revolución” como la civilización cristiana, austera y jerárquica, sacral, antigualitaria y anti-liberal. El orden que se debe buscar restaurar no es el orden de mis caprichos, o de mis deseos, o de la máquina social que produzca muchos bienes de consumo para regalar mi egoísmo, o del reino de la paz de los pantanos pútridos del pecado pero con resort, sino el Orden de Cristo.

Por lo que se torna patente el absurdo de quere luchar por el Orden de Cristo sin estar en paz con Cristo. Es preciso querer estar cada vez más unidos a Cristo… Y lo que consigue esto es la oración.

Por Carlos Castro

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