La dramática odisea de los chicos del equipo de Rugby uruguayo que se extravió en los Andes, vuelve al escenario con la exitosa película “La Sociedad de la Nieve” . Pero hubo también una “Sociedad del Rosario”
Redacción (16/04/2024, Gaudium Press) Magdalena Páez, o Agó como se la conoce, está dando a conocer la realidad de una materna sociedad espiritual, que sostuvo con su oración a la ‘Sociedad de la Nieve’, los chicos ‘Perdidos en los Andes’ del equipo de rugby uruguayo Old Christians Club, que sobrevivieron 72 días en las montañas cuando viajaban el 13 de octubre de 1972 en el vuelo 571 de la Fuerza Aérea uruguaya, rumbo a Chile. Agó es hermana de uno de los supervivientes, Carlitos Páez, y contó su historia para Refugio Zabala TV.
Los pilotos del bimotor turbohélice habían creído erróneamente que ya habían alcanzado el corredor aéreo de descenso a la capital chilena, tocando el filo de una montaña lo que hizo que ambas alas se desprendieran del fuselaje así como la sección de cola, aunque el cuerpo del avión continuó deslizándose por la montaña hasta que ya a menor velocidad chocó contra un glaciar, en la Provincia de Mendoza, Argentina.
El poder de la oración de las madres de estos chicos se torna más diáfano, cuando se piensa que una semana después del accidente las autoridades habían perdido la esperanza de encontrarlos, y cancelaron la búsqueda.
Pero la “sociedad del llano” o la llamada ahora “sociedad del Rosario”, las madres y novias de los chicos, no habían perdido la esperanza en que la Madre de Dios los ayudaría. En la casa de Madelón, la mamá de Agó, se reunían todas las tardes para rezar el Rosario por los desaparecidos.
“Ella era una fuente de luz y esperanza para todos nosotros en medio de la desesperación. Su fe inquebrantable en Dios nos recordaba que nunca estábamos solos, incluso en las circunstancias más desafiantes”, resalta Agó.
El Rosario de Madelón
“La fe nos sostuvo durante aquellos días sombríos en los Andes. Nos recordó que la vida tiene un propósito más grande, y que incluso en medio de la tragedia podemos encontrar fuerza y esperanza en Dios”, dice la hermana de Carlitos, quien también cuenta que el día en que su hermano se embarcaba en el avión que no lo llevaría a Santiago sino a las blancas y frías nieves, la madre le había entregado un rosario.
Era un objeto muy apreciado, el rosario de la boda de Madelón, el mismo que todas las noches rezarían los sobrevivientes, antes de intentar dormir dentro del fuselaje. Una inspiración especial había tenido la señora, porque “Jamás le daba el rosario a nadie, porque era como su protección, mi hermano le dijo que no se lo diera, pero ella se empeñó y le dijo que se lo llevara porque le iba a acompañar”, comenta Agó.
“Ahora, cuando me preguntan cómo pudimos superar esos 72 días, yo digo que fue gracias a rezarle a la Virgen. Tú no puedes pensar que una madre aguante tanto sin derramar una sola lágrima. Siempre con fuerza, sin parar de buscar. Esa fuerza era de Dios, no había duda”, confiesa la hermana de Carlos Páez.
“Todas las tardes, mi casa era como el ‘club del rosario’, venían todas las madres y las novias de los desaparecidos, muchas a escondidas, porque sus maridos decían que en mi casa estábamos todos locos, que lo único que hacíamos era motivar para algo que no iba a ser real. La madre de uno de los sobrevivientes se escondía tras las plantas para que nadie la viera y así poder rezar, ella estaba segura de que su hijo estaba vivo”.
“Cuando ya habían pasado muchos días desde el accidente, llegó el médico de la familia a casa y nos dijo a mí y a mi hermana que le dijéramos a mi madre que se hiciera a la idea de que Carlitos no iba a aparecer. Fuimos a decírselo y nuestra madre nos dijo: ‘En esta casa el que no cree, se va’. Y, entonces, nos quedamos”, comenta Agó Páez en Refugio Zavala.
La Providencia premió la tenacidad y perseverancia en la oración.
Con información de Religión En Libertad.
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