Si estamos con Nuestra Señora, nada nos faltará, ni pan ni pez; sobre todo, nunca nos faltará Jesús.
Redacción (28/07/2022 15:10, Gaudium Press) Nuestro Señor Jesucristo considera como un solo cuerpo a todos los que le buscan sinceramente, dóciles al principio dado por Él: “Buscar primero el Reino de Dios y su justicia” ( Mt 6,33). Y sobre éstos derrama un amor especial, dándoles además el resto.
La prodigalidad inagotable de un Dios que se preocupa por resolver hasta nuestros problemas más comunes se manifiesta de manera maravillosa en el relato del Discípulo Amado cuando aborda la multiplicación de los panes, animándonos a asumir una actitud de completo abandono en relación a A él. También vale la pena señalar que Jesús no necesitaba estos cinco panes, ni los dos peces, porque su voluntad era suficiente para realizar cualquier portento. Sin embargo, Dios quiere actuar con la colaboración del hombre. Siempre que haya algo a nuestro alcance, debemos darlo, confiados en que Él proveerá lo máximo.
De esta manera, Jesús siempre atendía a los que acudían a Él con fe, pidiéndole la cura. Siendo el Médico Divino, ni siquiera consideraba si la enfermedad era grave, rara, contagiosa o de causa desconocida, sino que curaba a todos con solo una mirada, una imposición de manos, un simple deseo. ¡A veces era suficiente que los necesitados tocaran el borde de su manto para ser sanados instantáneamente!
Dios se preocupa por nosotros
Nuestro Señor Jesucristo es la fuente de la verdadera armonía entre las personas, del buen trato, del compromiso de hacer el bien a los demás. Se desdobla en afecto hacia todos y cada uno de nosotros y nos invita a imitarlo, a cuidar de nuestros hermanos y hermanas como él se preocupa por nosotros.
Debemos ser predicadores de la verdad, sin perder nunca la oportunidad de llevar a las personas a aprovechar el tesoro traído por Nuestro Señor a la tierra: la gracia.
Bajo las influencia de la gracia, en el pasado la humanidad alcanzó refinamientos de perfección; hoy, en medio de un terrible desierto espiritual, nos toca a nosotros trabajar para que ella regrese a la casa paterna, la Santa Iglesia, que nunca deja de multiplicar los panes y los peces necesarios para la subsistencia de las almas de sus hijos.
La solución a todos los problemas sociales, políticos, financieros, morales e incluso epidémicos está en volver a la vida cristiana, a la vida de los Sacramentos, a la vida de piedad, a la vida en la que Nuestro Señor Jesucristo es nuestra Vida. Entonces, sí, ¡todo se resolverá!
Recordemos que Dios entregó su omnipotencia en las manos de Nuestra Señora, dándonos la alegría de poder contar con una maternal intervención a nuestro favor. Si estamos con ella, nada nos faltará, ni pan ni pescado; sobre todo, nunca nos faltará Jesús.
Por Monseñor. João Scognamiglio Clá Dias, EP
Texto extraído, con adaptaciones, de la Revista Arautos do Evangelho, n. 235, julio de 2021.
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