miércoles, 25 de junio de 2025
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“La verdadera muerte es la del alma: ¡de esta debemos tener miedo!”, dijo el Papa

En su catequesis de la audiencia general, León XIV trató de la curación de la hemorroísa y de la hija de Jairo.

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Foto: Vatican News

Redacción (25/06/2025, Gaudium Press) En la Audiencia General de hoy, el Papa León XIV continuó con el ciclo de catequesis que se desarrollará a lo largo del año jubilar, y que lleva como título “Jesucristo, Nuestra esperanza”. En la catequesis de hoy, el Papa comentó los textos evangélicos de la mujer hemorroísa y la resurrección de la hija de Jairo, son ejemplos de “las curaciones de Jesús”, “signos de esperanza”, y que renuevan la idea de que el Señor puede curar cualquier enfermedad.

Una enfermedad muy difundida en nuestro tiempo es la fatiga de vivir”, introdujo el Santo Padre. “La realidad nos parece demasiado compleja, pesada, difícil de afrontar. Y entonces nos desconectamos, nos adormecemos, en la ilusión de que al despertar, las cosas serán diversas”: el Papa está constatando esa falta de ilusión de existir, que pervive en camadas inmensas de la población.

Ese tipo de situaciones de bloqueo pueden reflejarse en un texto donde justamente se mezclan dos historias, la de una niña de doce años que está en su lecho y puede morir, y la de una mujer que también hace doce años sufre de pérdida de sangre, y busca a Jesús por curación. Entre estos dos personajes, está el papá de la niña, Jairo, “jefe de la sinagoga”, que entretanto no queda inactivo sino que busca al Señor, y no alega su condición social para pedir la curación. El Pontífice destaca la fe de este hombre que aun “cuando vienen a decirle que su hija ha muerto, y que es inútil molestar al Maestro, él sigue teniendo fe y esperanza”. Una fe similar a la de la hemorroísa, que tiene confianza en que tocando el manto de Jesús será curada, y va hacia Él, aunque todos le decían que se mantuviera a distancia.

Esta mujer emprende el camino de la salvación cuando brota en ella la fe en que Jesús puede sanarla: entonces encuentra la fuerza para salir a buscarlo. Desea al menos tocar su manto”, señala el Pontífice.

Pero eran muchos los que tocaban al Señor. ¿Cuál es la diferencia con lo ocurrido con la hemorroísa?:

Cada vez que la fe se dirige a Jesús, se establece un contacto con Él

Comentando este punto del texto, san Agustín dice, en nombre de Jesús: «La multitud me aprieta, pero la fe me toca» (Discurso 243, 2, 2). Es así: cada vez que realizamos un acto de fe dirigido a Jesús, se establece un contacto con Él y su gracia fluye inmediatamente de Él. A veces no nos damos cuenta, pero de una manera secreta y real, la gracia nos llega y, desde dentro, transforma lentamente nuestras vidas”, expresó el Papa León.

Hoy son muchos los que “se acercan a Jesús de forma superficial, sin creer verdaderamente en su potencia”. Se va a las iglesias pero el corazón está en otro lugar. La hemorroísa no.

A Jairo, a quien le avisan que su hija ha muerto, el Señor le dice: “No temas, cree solamente”. Luego Jesús va a la casa, les dice a todos que la niña simplemente duerme, y le ordena levantarse: “Talitha koum”. “Ese gesto de Jesús nos muestra que no solo cura toda enfermedad, sino que también despierta de la muerte. Para Dios, que es Vida eterna, la muerte del cuerpo es como un sueño. La verdadera muerte es la del alma: ¡debemos tenerle miedo!”, afirmó León XIV.

Después de ‘despertarla’, Jesús señala de dar de comer a la niña, gesto que el Pontífice interpreta como la “necesidad de una nutrición espiritual”. Pero “sabemos cómo dársela? ¿Y cómo podemos si no nos alimentamos del Evangelio?”

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