Francisco reanudó la catequesis sobre “Nuestro Señor Jesucristo, nuestra esperanza”, reflexionando también sobre “La Anunciación a María: escucha y disponibilidad”.
Redacción (22/01/2025 16:07, Gaudium Press) Durante la Audiencia General celebrada en la mañana de este miércoles 22 de enero, en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco reanudó su catequesis sobre “Nuestro Señor Jesucristo, nuestra esperanza”, reflexionando también sobre “La Anunciación a María: escucha y disponibilidad”.
El Pontífice destacó el inédito y significativo mensaje de San Gabriel en el momento de la Anunciación. “El saludo del ángel es insólito: en lugar del clásico ‘la paz esté contigo’, Gabriel proclama ‘¡alégrate!’, una invitación que hace eco a los anuncios proféticos de la venida del Mesías. Es la llamada a la alegría que marca el fin del exilio y la presencia activa de Dios en medio del pueblo”, afirmó.
La misión anunciada a Nuestra Señora
Además, recordó que Dios utiliza un título único para llamar a Nuestra Señora: ‘kecharitoméne’, es decir ‘llena de gracia divina’. “Este nombre indica que el amor de Dios habita desde hace mucho tiempo en el corazón de María, convirtiéndola en una obra maestra de la gracia divina”, aseguró.
Ante el anuncio del ángel, la Virgen experimenta turbación, pero también confianza. San Gabriel la tranquiliza con estas palabras: “¡No tengas miedo!” y añade: “Dios nos dice también a nosotros: “¡No tengas miedo, sigue adelante!””.
Al comentar la misión anunciada a la Virgen, la de ser Madre del Mesías, Francisco afirmó que “esta maternidad toca profundamente a María. Y, como la mujer inteligente que es, capaz de interpretar los acontecimientos, busca comprender, discernir lo que le sucede. María no busca respuestas fuera, sino dentro de sí misma. Y allí, en lo profundo de su corazón abierto y sensible, siente la invitación a confiar en Dios”.
La luminosa confianza de Nuestra Señora
Al concluir su catequesis, el Papa habló de la luminosa confianza en la Virgen, verdadera “lámpara de muchas luces”. Ella acogió la Palabra en su carne y se lanzó a la misión más grande jamás confiada a una mujer, a una criatura humana. “Se puso al servicio: llena de todo”, subrayó el Pontífice.
Finalmente, exhortó a los fieles presentes a aprender de María “a dejar que la Palabra divina abra nuestros oídos, a acogerla y custodiarla, para que transforme nuestros corazones en tabernáculos de su presencia, en casas hospitalarias donde la esperanza pueda crecer”. (EPC)
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