lunes, 09 de junio de 2025
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León XIV: el primer mes de su pontificado y el rumbo de una nueva era para la Iglesia

Se espera que León XIV retome plenamente la vocación clásica de pontífice: el constructor de puentes; puentes entre facciones dentro de la Iglesia, entre culturas y sensibilidades teológicas, entre el pasado y el futuro, entre la fe y la razón, entre el centro y las periferias.

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Foto: Vatican News

Redacción (09/06/2025, Gaudium Press) La elección del Papa León XIV representó un cambio sutil pero decisivo en la historia reciente de la Iglesia Católica. Si bien el cónclave que lo eligió no fue particularmente largo, no puede decirse lo mismo del proceso de discernimiento que lo precedió. Tras más de una década de pontificado del Papa Francisco, marcada por convulsiones, ambigüedades teológicas y una profunda reestructuración de la Curia Romana, la Iglesia parecía anhelar equilibrio y claridad. León XIV, un estadounidense de perfil bajo pero profundamente arraigado en la tradición agustiniana, asciende al trono de Pedro, trayendo consigo un aura de sobriedad, armonía y la promesa de reconciliación dentro de la Iglesia.

En este artículo, analizaremos el primer mes del pontificado de León XIV e intentaremos inferir, a partir de sus primeros gestos, discursos y nombramientos, cuál será el estilo y las prioridades de su gobierno, siguiendo los análisis del vaticanista Andrea Gagliarducci, publicados en el blog MondayVatican, que ofrecen valiosas perspectivas sobre el inicio de este nuevo ciclo papal.

El escudo de armas y el programa

El escudo de armas de León XIV es, en sí mismo, una declaración de intenciones. En el centro, la figura del Uno, rodeada de tres círculos entrelazados, evoca tanto la Trinidad como la idea neoplatónica de unidad que tanto fascinó a san Agustín. No es casualidad que Gagliarducci observe que el escudo de armas es “el reflejo de un pontificado que buscará restaurar el orden en la complejidad”. [1]

Este concepto —unidad en la diversidad— se repite en los pronunciamientos del Papa. En su homilía inaugural, León afirmó que “la Iglesia debe ser como el alma en el cuerpo: unificando, sin absorber, sin anular”. Hay aquí un eco lejano de Benedicto XVI, pero también una crítica velada a lo que muchos han visto como la fragmentación y descentralización promovidas durante el pontificado de Francisco.

El silencio como mensaje, no como omisión

Uno de los rasgos más llamativos de León XIV hasta ahora ha sido la moderación. Como señala Andrea Gagliarducci en su artículo del 13 de mayo de 2025, “Papa León XIV: ¿Cómo será su equipo?”, “el nuevo Papa aún no ha hecho ningún nombramiento decisivo, y esto no es un signo de debilidad, sino de método”. [2] Según Gagliarducci, León XIV parece decidido a evitar decisiones precipitadas. La prudencia y la escucha son sus primeros gestos políticos y teológicos.

En este sentido, se puede inferir que, antes de retomar temas del pontificado anterior, León prefiere cubrirlos con un reverente manto de silencio. Este silencio no debe entenderse como una omisión, sino como una forma de reconectar a la Iglesia con la Tradición que precedió a su predecesor. Esto no agradará a los opositores más acérrimos de Francisco, pero será un estilo de gobierno posible, al menos en los primeros años. Será interesante ver cómo León abordará los temas de la sinodalidad, el ecumenismo y la ecología integral.

A diferencia de Francisco, quien comenzó su pontificado con gestos de ruptura (como la elección del nombre Francisco, la negativa a usar la muceta roja y los aposentos papales, y la suspensión temporal de varias estructuras de la Curia), León optó por una continuidad simbólica, aunque en silencio. Sus escasos discursos públicos hasta la fecha se han caracterizado por un tono sereno y profundamente teológico, con claras referencias a los Padres de la Iglesia, especialmente a Agustín e Ignacio de Antioquía.

La cuestión de la Curia y las primeras decisiones

Aunque aún no ha realizado cambios importantes, cabe destacar que León XIV ya ha comenzado a reunirse con figuras importantes de la Curia. Gagliarducci menciona que el Papa «ha escuchado discretamente a los cardenales del ala más diplomática de la Iglesia y no parece dispuesto a adoptar el estilo autocrático de las decisiones unilaterales».[3]

El mantenimiento temporal del cardenal Parolin y del arzobispo Peña Parra en la Secretaría de Estado, a pesar de su participación en la administración de Francisco, demuestra esta paciencia y capacidad de transición. Además, el Papa parece estar poniendo a prueba la lealtad y la disposición de ciertos dicasterios a colaborar con una nueva mentalidad eclesial, más unificadora y menos fragmentada.

Cabe recordar que, en los últimos dos años, las principales transiciones en el episcopado mundial han sido lideradas por el Dicasterio para los Obispos, entonces presidido por el cardenal Prevost. Esto significa que el actual Papa tiene una visión privilegiada de las sedes vacantes, los candidatos al episcopado y los posibles movimientos estratégicos dentro de la Iglesia. Conoce bien los perfiles involucrados y podrá reasignar discretamente a los miembros de la Curia que desee apartar del núcleo de la toma de decisiones, asignándoles sedes diocesanas, una forma tradicional y eficaz de reequilibrar el poder.

En este contexto, se especula con la posibilidad de que el cardenal argentino Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, sea enviado de regreso a La Plata o a otra diócesis de Argentina. El mismo destino podría correr otros curiales europeos y figuras influyentes en la actual estructura romana. Es posible que León XIV ya tenga un plan para cada uno de ellos y, aún más importante, una comprensión clara de quién podría reemplazarlos de forma fiel a la nueva dirección.

También se espera que León XIV incorpore más cardenales de América a puestos importantes en la Curia. Uno de los nombres que se barajan para hacerse cargo de su antiguo dicasterio —el de los Obispos— es el del cardenal Blaise Cupich, arzobispo de Chicago. Otro nombre que surge con frecuencia en conversaciones informales en los cafés romanos es el del cardenal brasileño Sérgio da Rocha. Su presencia en un dicasterio romano otorgaría al episcopado brasileño, el más grande de Latinoamérica, una representación más efectiva en el gobierno central de la Iglesia.

Es poco probable que León XIV desmantele la estructura de la Curia moldeada por la reforma de Francisco. Sin embargo, es probable que la configure con miembros de mayor estatura intelectual y afinidad teológica con su visión eclesial. Al mismo tiempo, debe mantenerse el precedente establecido por Francisco respecto a la presencia de mujeres en los dicasterios, una innovación que ha sido aplaudida por amplios sectores de la Iglesia. Queda por ver en qué posiciones León se centrará en la contribución de las mujeres y si buscará profundizar en este camino con equilibrio y discernimiento. Se rumoreaba que el Papa Francisco quería nombrar a una mujer para dirigir la Oficina de Prensa de la Santa Sede, un gesto simbólico de gran impacto institucional. Queda por ver si León XIV retomará esta intención, ahora que el Prefecto Paolo Ruffini, quien dirige el Dicasterio para la Comunicación, se acerca a la jubilación a los 70 años, la edad límite para los laicos en cargos curiales.

La Misa tradicional y el diálogo con los tradicionalistas

Uno de los grandes desafíos heredados por León XIV es la relación con los católicos tradicionalistas. La práctica abolición de la Misa según el misal preconciliar durante el pontificado anterior generó profundas divisiones, especialmente en Estados Unidos, la patria del nuevo Papa. Aunque aún no se ha pronunciado explícitamente al respecto, las expectativas son altas.

Gagliarducci, en su artículo “León XIV: ¿Qué clase de pontificado será?”, del 20 de mayo de 2025, señala que “el nuevo papa posee sensibilidad litúrgica y no ignora el valor pastoral y espiritual de la forma extraordinaria del rito romano”.[4] Aún es prematuro hablar de una reversión del motu propio Traditionis Custodes, pero hay indicios de un reequilibrio. León XIV parece inclinado a ver la liturgia no como un campo de batalla ideológico, sino como una escuela de unidad.

Sin embargo, es importante recordar que uno de los principales iconos del tradicionalismo estadounidense, el ex obispo de Tyler, Joseph Strickland, fue destituido de su cargo durante el pontificado de Francisco, precisamente bajo la supervisión del entonces prefecto del Dicasterio para los Obispos, el cardenal Robert Prevost. Este episodio sugiere que, al menos en este punto, León XIV comparte más afinidades con el enfoque de Francisco de lo que los tradicionalistas quisieran admitir. El grado en que conceda espacio a estos grupos será un factor decisivo para comprender su proyecto eclesial, especialmente en lo que respecta a la Iglesia en su patria.

Vida y familia en la era post-Amoris Laetitia

Otro punto de interés será su enfoque de los temas de la familia y la moral sexual. Amoris Laetitia, el documento central del pontificado de Francisco, ha generado una intensa controversia debido a sus interpretaciones ambiguas, especialmente en lo que respecta a la comunión para las personas divorciadas y vueltas a casar.

Según fuentes cercanas al nuevo Papa, León XIV parece inclinado a retomar la enseñanza tradicional de la Iglesia de forma firme pero elegante. «No habrá condenas explícitas, pero la enseñanza será clara», afirma un diplomático vaticano citado por Gagliarducci.

En lugar de enfrentarse al legado anterior, León parece dispuesto a dejar ciertos documentos en el pasado, dejando que el silencio y el tiempo hagan su trabajo.

El problema del abuso y un problema heredado

El Papa Francisco ha dejado temas delicados abiertos. Casos como los de Gustavo Zanchetta y Marko Rupnik han empañado la credibilidad de la Iglesia en su trato con los abusadores, especialmente cuando están protegidos por redes de poder e influencia. El hecho de que Rupnik, tras el misterioso levantamiento de su excomunión, continúe ejerciendo el sacerdocio en Eslovenia es un escándalo que aún no se ha abordado.

León XIV tendrá que abordar este legado de forma ejemplar si quiere restaurar la confianza. Según Gagliarducci, el Papa «es plenamente consciente de la gravedad del problema» y considera la purificación institucional un paso necesario hacia la unidad de la Iglesia. Se espera que promueva investigaciones independientes y una política de tolerancia cero, no solo con palabras, sino en la práctica.

El dicho popular dice que nadie elige a sus padres ni su herencia. En el caso de León XIV, es razonable suponer que hubiera preferido recibir un legado menos marcado por escándalos de abusos y problemas financieros. Sin duda, será revelador ver cómo el Pontífice abordará estos dos espinosos «regalos griegos» legados por la misericordia de su predecesor argentino.

¿Unidad: el tema central del pontificado?

Si Francisco ha usado imágenes contundentes para caracterizar a la Iglesia —un hospital de campaña, un poliedro—, León XIV parece haber elegido la suya propia: la armonía. No es casualidad que su primer viaje apostólico esté programado para Nicea, la ciudad que simboliza el primer gran concilio ecuménico de la Iglesia y también un símbolo de unidad doctrinal y eclesial.

La elección no es casual. Nicea es también el punto de convergencia entre el Oriente y el Occidente cristianos. Todo indica que León desea retomar con vigor la causa de la unidad entre los cristianos, especialmente con los ortodoxos. Como agustino, León XIV conoce bien el pensamiento de Plotino, quien habló del Uno y sus emanaciones. Esta imagen parece resonar profundamente en su espiritualidad y teología pastoral.

Conclusión: ¿Qué tan fuerte rugirá León?

El primer mes de León XIV se caracterizó por el silencio, la escucha y los gestos discretos, pero llenos de simbolismo y estrategia. Sin apresurarse a romper con el distanciamiento, el Papa se convirtió en un modelo de reconciliación, claridad doctrinal y renovación orgánica, lo que, según Gagliarducci, señala «continuidad con Francisco, sin confusión ni discontinuidad abrupta».

Si Francisco fue elegido para agitar y sacudir las cosas —como les dijo a los jóvenes en la JMJ: «hagan lío»—, comparando a la Iglesia con un «hospital de campaña» o un «poliedro multifacético», León XIV parece destinado a recomponer los restos y promover la unidad. Su nombre —una evocación de León XIII— y el tono de su primer mensaje a los cardenales remiten a una Iglesia en busca de equilibrio y esperanza, fundada en un soplo de aire fresco más que en un trueno, y en un grito profético al cielo más que en un rugido a los enemigos.

Es plausible que la unidad cristiana sea un eje central de su pontificado. Su viaje inaugural a Nicea (para celebrar el 1700 aniversario del Concilio) desempeña un papel simbólico decisivo, en una lógica agustiniana. Su escudo de armas y sus primeras declaraciones refuerzan esta perspectiva, dejando claro que la urgencia es sembrar la comunión antes que la confrontación. En Estados Unidos —su patria y escenario de tensiones litúrgicas— será crucial observar cómo recibe a los tradicionalistas. El pontificado de Francisco abandonó la «forma extraordinaria del rito romano», como lo expresó Benedicto XVI, abriendo heridas y creando ambigüedades en documentos como Amoris Laetitia. Según fuentes como Gagliarducci, León XIV tiende a «reafirmar la enseñanza tradicional con elegancia» y a evitar rupturas abruptas. Sus medidas respecto a los escándalos de abusos —los casos Zanchetta y Rupnik, aún no resueltos, tienen consecuencias reputacionales y legales— también son muy esperadas. La forma en que León XIV se posicione en relación con estos “regalos envenenados” del pontificado anterior será un testimonio de su sensibilidad pastoral y política.

Finalmente, se espera que León XIV —un hombre que encarna armoniosamente tres mundos eclesiales: Norteamérica, el sur global y la tradición europea— retome plenamente la vocación clásica del pontífice: el constructor de puentes; puentes entre facciones dentro de la Iglesia, entre culturas y sensibilidades teológicas, entre el pasado y el futuro, entre la fe y la razón, entre el centro y las periferias. Su mensaje inaugural evocó la imagen de un pueblo “siempre en paz, pero dispuesto a servir”, y su estilo, marcado por la escucha atenta y la sobriedad de gestos, sugiere que la fuerza de su pontificado residirá en una serenidad lúcida, no en una retórica tormentosa. Quizás el verdadero rugido de León XIV sea la mezcla de un grito elocuente con un silencio apacible.

Por Rafael Tavares

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[1] Gagliarducci, Andrea. “Pope Leo XIV: What Will His Team Be Like?” MondayVatican, 13 de maio de 2025. Disponível em: https://www.mondayvatican.com/vatican/pope-leo-xiv-what-will-his-team-be-like

[2] Ibid.

[3] Ibid.

[4] Gagliarducci, Andrea. “Leo XIV: What Sort of Pontificate Will It Be?” MondayVatican, 20 de maio de 2025. Disponível em: https://www.mondayvatican.com/vatican/leo-xiv-what-sort-of-pontificate-will-it-be

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