León XIV entregó la Rosa de Oro al Santuario de Nuestra Señora del Líbano

Después de rezar ante la tumba de San Charbel Makhlouf, el Santo Padre se reunió con obispos, sacerdotes, religiosos y agentes pastorales en el Santuario de Nuestra Señora del Líbano en Harissa.

Redacción (02/12/2025 09:42, Gaudium Press) En la mañana de ayer lunes, 1 de diciembre, después de rezar ante la tumba de San Charbel Makhlouf en el Monasterio de San Maroun, en el Monte Líbano, el Papa León XIV se dirigió al Santuario de Nuestra Señora del Líbano en Harissa, considerado uno de los centros marianos más importantes de Oriente Medio.

Una imagen de Nuestra Señora de más de ocho metros de altura, instalada bajo la montaña a 650 metros sobre el nivel del mar, extiende sus acogedores brazos para recibir a los fieles, procedentes de diversas regiones, que llegan al Santuario Mariano en busca del amparo y la protección de esta poderosa intercesora.

Signo de unidad para todo el pueblo libanés

Al llegar a la Basílica Maronita del Santuario, el Santo Padre se reunió con obispos, sacerdotes, religiosos y agentes pastorales. Tras saludar a los representantes eclesiásticos locales, León XIV escuchó un mensaje de bienvenida del Patriarca de Cilicia de los Armenios, Rafael Bedros XXI Minassian, y los testimonios de un sacerdote, una agente pastoral, la directora de una escuela católica y un capellán de prisión.

A continuación, el Papa comenzó su discurso, pronunciado en francés, en el que agradeció a los presentes su acogida y la continua construcción de la «comunión en la caridad». También destacó que la Madre de Dios, Reina del Líbano, y el Santuario de Harissa, son «signo de unidad para todo el pueblo libanés».

Estar con María, puente invisible que une los corazones

«Es estando con María junto a la Cruz de Jesús que nuestra oración, puente invisible que une los corazones, nos da la fuerza para seguir esperando y trabajando, incluso cuando a nuestro alrededor resuena el ruido de las armas y las propias exigencias de la vida cotidiana se convierten en un desafío», aseguró el Pontífice.

Recordando el ancla, uno de los elementos que constituyen el símbolo de su viaje apostólico que lo llevó a Turquía y Líbano, León XIV afirmó que es un signo de la fe y que «si queremos construir la paz, debemos anclarnos firmemente al cielo, amar sin miedo y entregarnos sin medida, con la ayuda de Dios, para promover obras de solidaridad concretas y duraderas».

Entrega de la Rosa de Oro al Santuario de Nuestra Señora del Líbano

Al final del encuentro, el papa León XIV entregó la Rosa de Oro al Santuario de Nuestra Señora del Líbano, un gesto que, según el propio pontífice, es antiguo y busca exhortar a los cristianos a ser «perfume de Cristo» en sus vidas. Esta imagen le recordó el «perfume que emana de las mesas libanesas, típicas por la variedad de alimentos que ofrecen y por la fuerte dimensión comunitaria de compartirlos. Es un perfume compuesto por mil aromas, que impresionan por su diversidad y, a veces, por su conjunto».

«Así es el perfume de Cristo. No es un producto caro y reservado a unos pocos que pueden comprarlo, sino el aroma que emana de una mesa generosa, donde se encuentran muchos platos diferentes y de la que todos juntos pueden servirse», concluyó. (EPC)