Este Siervo de Dios fue presentado por el Pontífice como un ejemplo de “fidelidad, discreción y dedicación», siendo «una de las figuras más significativas de la diplomacia papal del siglo XX”.
Cardenal Merry del Val – Foto: Wikipedia
Redacción (14/10/2025 16:14, Gaudium Press) El Papa León XIV recibió en audiencia en la Sala Clementina del Vaticano a los participantes del Encuentro de Estudio sobre la vida y el legado del cardenal Rafael Merry del Val, con motivo del 160 aniversario de su nacimiento. Este Siervo de Dios fue presentado por el Pontífice como un ejemplo de “fidelidad, discreción y dedicación”, siendo “una de las figuras más significativas de la diplomacia papal del siglo XX”.
Ante un público de 250 personas, León XIV recordó los orígenes de Merry del Val, nacido en Londres en 1865, hijo de padre diplomático español y madre inglesa. “Creció respirando universalidad, que más tarde reconocería como vocación de la Iglesia, y esta educación lo preparó como un instrumento dócil para el servicio diplomático de la Santa Sede en una época marcada por grandes desafíos”, enfatizó.
Su juventud no fue un obstáculo
De joven, sirvió al Papa León XIII, siendo enviado como Delegado Apostólico a Canadá, donde trabajó por la unidad de la Iglesia y la educación católica. También fue alumno de la actual Academia Eclesiástica Pontificia, “institución que posteriormente presidiría y que hoy, celebrando 325 años de historia, recuerda su larga tradición de formar corazones para el servicio fiel y generoso a la Sede Apostólica”. Fue allí donde comprendió que la diplomacia de la Iglesia florece cuando se vive con fidelidad sacerdotal.
Con tan solo 35 años, Merry del Val fue nombrado arzobispo titular de Nicea, y pocos años después, en 1903, a los 38, San Pío X lo creó cardenal y lo eligió como su secretario de Estado. Su juventud no fue un obstáculo, observó León XIV, enfatizando que la verdadera madurez no depende de los años, sino de la identificación con la medida de la plenitud en Cristo.
León XIV recalcó que el cardenal Merry del Val no era un simple “diplomático de oficina” y que las señas de identidad de su carrera fueron fidelidad, discreción y dedicación». Los niños y jóvenes del barrio romano de Trastevere lo reconocieron como un sacerdote cercano, padre y amigo, ofreciéndoles catequesis, confesión y acompañándolos con amor. Y fue precisamente esto lo que confirió a su figura una riqueza particular, pues supo combinar el servicio a la Iglesia universal con la atención concreta a los más pequeños.
Letanías de la Humildad: un modelo para todos los que ejercen responsabilidad en la Iglesia
El Papa también reflexionó brevemente sobre la Letanía de la Humildad, compuesta por el Cardenal Merry del Val. Esta revela “el espíritu con el que ejerció su servicio, describiendo un modelo válido para todos los que ejercen responsabilidad en la Iglesia y en el mundo, y especialmente para los diplomáticos de la Santa Sede”. Nos mostró el papel del diplomático: procurar que la voluntad de Dios se cumpla a través del ministerio de Pedro, más allá de los intereses personales. Quienes sirven en la Iglesia no deben buscar que prevalezca su propia voz, sino que hable la verdad de Cristo. Y en esta renuncia se descubre la libertad del verdadero siervo.
Luego destacó dos frases que resumen la vida del Cardenal Merry del Val. La primera es su lema episcopal y está inscrita en su tumba: “Da mihi animas, cetera tolle” (Dame almas, toma el resto). “Intentó reducir su nombre a una mera súplica. Sin honores, sin títulos, sin biografía; solo el clamor del corazón de un pastor”, enfatizó.
La segunda frase está tomada de la Letanía de la Humildad: “Que otros sean más santos que yo, con tal de que yo sea tan santo como pueda serlo”. León XIV explica que el tesoro de la vida cristiana reside en ello: “La santidad no se mide por la comparación, sino por la comunión. El cardenal comprendió que debemos trabajar por nuestra propia santidad mientras promovemos la de los demás, caminando juntos hacia Cristo. Esta es la lógica del Evangelio y debe ser la de la diplomacia papal: unidad y comunión, sabiendo que cada persona está llamada a ser lo más santa posible”.
Un auténtico diplomático del encuentro
Finalmente, el Papa expresó su deseo de que el recuerdo de este “verdadero diplomático del encuentro sea motivo de profunda gratitud e inspiración para todos nosotros, especialmente para quienes colaboran con el Sucesor de Pedro en la diplomacia. Que la Virgen María, a quien Rafael Merry del Val amó con filial ternura, enseñe a nuestras familias, a los diplomáticos de la Santa Sede y a todos los que sirven en la Iglesia a unir verdad y caridad, prudencia y audacia, servicio y humildad, para que en todo brille solo Cristo”. (EPC)
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