Vivían en plena Edad Media en una Florencia desgarrada por luchas fratricidas.
Redacción (17/02/2022 07:55, Gaudium Press) Hoy celebra la Iglesia a los siete fundadores de la Orden de los Siervos de María, los servitas.
Eran los tiempos de la gran Edad Media cuando la fe primaba en los corazones, y en la sociedad.
Fue un 15 de agosto de 1233, fiesta de la Asunción de Nuestra Señora, cuando la Virgen se apareció a siete jóvenes, casi todos de buena posición, dedicados al comercio. Les pidió que renunciaran al mundo y se dedicaran solo a Dios.
En tiempos de una Florencia dilacerada por luchas fratricidas, en medio de estas tormentas socio-políticas, esos siete decidieron retirarse a la soledad, para llevar una vida común de penitencia y contemplación. Abandonaron todo, y entregaron sus riquezas a los pobres.
Entre esos siete había algunos célibes, otros viudos y otros casados. Y todos emprendieron el camino del voto de castidad.
Todos tenían algún bien, pero cuando descubrieron la perla preciosa de su vocación religiosa, se entregaron por entero a Dios y a él lo dieron todo.
Ya eran miembros de la Compañía de la Virgen
Los unía también el amor a la Virgen. En Florencia ya existía la ‘Compañía de la Virgen’, una hermandad que buscaba honrar a la Madre de Dios, de la cual hacían parte los 7 fundadores servitas antes de reunirse en comunidad.
Un día se retiraron al Monte Senario, en las cercanías de Florencia. Allí construyeron una pequeña casa y oratorio en honra de la Madre de Dios.
Su fama fue creciendo, y primero llegaron hasta allá los que meramente buscaban un consejo, pero después arribaron los que querían aumentar el número de quienes ahí vivían.
Al principio sólo querían retirarse, pero vieron que Dios quería fundar una comunidad, por lo que adoptaron la regla de San Agustín.
También el Papa los convocó a Roma, y les solicitó que fueran ordenados sacerdotes. Todos salvo uno, por humildad, aceptaron la solicitud. Fue en 1239 cuando quedó fundada la orden de “los Siervos de María”, más conocida como la “Orden de los Servitas”. La adopción de la regla de San Agustín para regir la vida de la comunidad también se dio tras aparición de la Santísima Virgen, quien les pidió que siguieran esta regla, y les mostrase un hábito negro, haciéndoles la recomendación de que lo llevasen en memoria de la Pasión de Cristo.
De la unión en que se encontraban los espíritus de estos 7 fundadores, da fe el que la tumba sea una para todos ellos; sus cenizas se mezclaron.
León XIII los canonizó en conjunto.
Los nombres de estos siete santos fundadores son:
San Bonfiglio Monaldi; San Bonaiuto Manetti; San Manetto del Ántella; San Amadio Amidei, San Sostenio e Sosteni, San Ugoccio Ugoccioni y San Aleixo Falconieri.
Con información de Arautos.org y Aciprensa
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