A diferencia de los tiempos antiguos en que los hombres estaban obligados a ofrecer a Dios sacrificios para el perdón de los pecados, como el sacrificio de corderos o machos cabríos, la Iglesia nos ofrece un Sacramento por el cual, con el arrepentimiento y la remisión de las culpas, se suma a la firme resolución de no pecar más, estamos perdonados.
Redacción (10/05/2022 15:47, Gaudium Press) “Para avanzar más rápidamente en el camino de la virtud, recomendamos encarecidamente el uso piadoso, introducido por la Iglesia no sin la inspiración del Espíritu Santo, de la Confesión frecuente que aumenta el conocimiento de sí mismo, desarrolla la humildad cristiana, desarraiga la perversión de la moral, combate la negligencia y la tibieza espiritual, purifica la conciencia, fortalece la voluntad, se presta a la dirección saludable de las almas y, por el poder del mismo sacramento, aumenta gracia”.
Cf. Pio XII. Encíclica “Mystici Corporis Christi”, 29 jun. 1943.
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