domingo, 24 de noviembre de 2024
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Los niños también pueden inducir a error, en abusos: el caso de “Los diablos de la Baja Módena”

Es claro, no fueron solo los niños, sino también y sobre todo investigadores sesgados. El asunto, ocurrido a mediados de los 90’s en Italia, es el argumento de Veneno’, del periodista italiano Pablo Trincia.

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Foto: Ben Wicks en Unplash

Redacción (05/05/2023 16:33, Gaudium Press) A veces la realidad supera la ficción. Este es uno de esos casos. Tanto que sirvió de argumento para un libro que es éxito de ventas como si fuera un buen thriller, y que ahora se edita en español: Veneno, del periodista italiano Pablo Trincia, argumento que ha sido resumido por Pablo Ginés en Religión en Libertad.

“Veneno” es la investigación sobre lo que se podría llamar una psicosis colectiva, de un caso ocurrido a mediados de los años 90’s en Italia, más exactamente en la Baja Módena. Los tabloides italianos llamaron el caso como el de “Los diablos de la Baja Módena”, todo con picante.

La ‘película’ saltó primero a los diarios, pero luego a los tribunales: era la trama de una terrible secta satánica, liderada por un cura también pederasta, secta que realizaba rituales a plena luz del día, que abusaba de menores que también eran hijos y sobrinos de varios victimarios, niños que eran casi un pelotón pues eran hasta 16, niños que algunos los mataban, desmembraban sus cuerpos, cortaban sus cabezas, bebían su sangre, comían pedazos y luego hacían desaparecer los cuerpos.

Pero al final, la realidad, incluso aunque se la quiera acomodar, maquillar con arte, arreglar con ‘ciencia’, termina siendo la realidad, aquello que es y no lo que no es: la policía no encontró cuerpo alguno.

veneno pablo trincia abusosTodo comenzó, según Trincia, con el “niño cero”, Dario Galliera, que tenía un padre alcohólico y ludópata, que no podía educar a sus cinco hijos. Dario, con un cierto aire autista, fue colocado en una casa sustituta. Pero una de las psicólogas de servicios sociales, la Dra. Donati, sospechó que el niño debía tener algo más que lo ya sabido. Tras unas sesiones con ella, Dario ‘confesó’ que su hermano de 15 años le había tocado de forma sexual. Después, sesión tras sesión, se fueron agregando otros elementos, se fueron incluyendo más niños abusados, también adultos implicados…

Las falsas memorias

Quien conoce cómo funciona la memoria – que no es una cámara de instantáneas fotográficas sino que es más bien una ‘máquina’ reconstructiva, constantemente elaborable, y también influenciable – sabe que no es raro que un investigador, en este caso un psicólogo, pueda influir en la mente de una persona para crear lo que hoy se conoce como ‘falsas memorias’, y esto con frecuencia de manera inadvertida, tanto para el investigador inhábil como para quien va haciendo el relato bajo la influencia del investigador.

Y también sabe que estas falsas memorias también son contagiables, esparcibles, como lo prueba la investigación y varios casos sonados de contagio de falsas memorias, que después se comprobaron como tales, falsas.

Pero en esos tiempos aún no estaban tan consolidadas estas nociones, sino que por el contrario, las nuevas revelaciones del niño se presentaban como verdades ocultas que iban saliendo a la luz por medio de técnicas de “revelación progresiva”, o de “desvelamiento progresivo”, o como se las quiera llamar.

Al final eran 16 niños contando historias similares. No, tantos niños no podían mentir, se decía.

Y aunque no se hubiera encontrado ninguno de los cuerpos mutilados de los que hablaban los relatos, un cierto clima de histeria alimentado por midias sedientas de rating terminó influyendo en los tribunales, que dictaron decenas de condenas de cárcel, separando a padres de hijos.

Afectado también fue el párroco, el P. Giorgio Govoni, el jefe de la ‘secta satánica’, que muchos decían hasta entonces que era un buen cura, pero que al parecer había suscitado la animadversión de algunos técnicos de servicios sociales, por ayudar a una familia de Fiesole Massese con problemas económicos.

El padre Govoni, tras años de investigaciones, interrogatorios y todo un calvario, no aguantó la presión y murió de un infarto en el año 2000, en frente de su abogado, para ser definitivamente absuelto de todos los cargos en el 2010.

También murió de un infarto Francesca, madre de una adolescente, Marta, que la acusó de varios tipos horrores; Marta admitió después que todo era falso. Mónica y Adriana son dos madres que murieron de cáncer, mientras pagaban su condena en prisión.

El escenario, pues, había sido favorecido – además de por el prestigio entonces de las hoy desacreditadas terapias de recuperación de memoria – por casos reales y terribles como el del pederasta belga Marc Dutroux, que sí secuestro a 6 chicas de 8 a 19 años, en complicidad con su esposa, para cometer con ellas las mayores atrocidades. Por ese tiempo circulaban historias de ese tipo, por lo que la de Baja Módena sería solo una versión más de este tipo de historias reales de terror.

Y así, una niña contaba que todos los días a las cinco de la tarde sus padres la llevaban al cementerio del pueblo, que la hacían decapitar a otros niños, y un juez se lo cree.

Por su parte Veronica de 12 años, contaba que su padre la violaba delante de su madre, y que sus tíos maternos lo hacían en un cobertizo por turnos. Y otros relatos de ese estilo.

La justicia llegó, aunque cojeando

Pero el tiempo fue corriendo; la investigación seria, como las de Elizabeth Loftus, fue desacreditando esas técnicas de recuperación de memoria, que podían ser más bien tituladas como técnicas de creación de falsas memorias, y el panorama se fue aclarando.

Si en el 2000 fueron condenados 15 imputados, en la apelación de 2001 ocho fueron absueltos “porque el hecho no existe”, mientras que otros 7 recibieron penas más leves por considerar que sí hubo un abuso doméstico (golpes) pero ni sectas ni rituales.

Otra sentencia de 2002, también niega la existencia de secta o satanismo y hablaba específicamente de “falsa memoria colectiva”. Una nueva sentencia de apelación en 2013 absolvía a todos los imputados y se mostraba muy dura con los investigadores por “transmitir datos e información en la mente de los niños de manera completamente inapropiada que pueden contaminar cada historia posterior”.

Leer también: Los posibles daños psicológicos en clérigos falsamente acusados de abuso sexual

Algunos de los niños retomaron al crecer el contacto con sus familias, aunque de niños permanecieron alejados de ellas.

La verdad, la realidad, salió a la luz, después de varios años. Pero en el camino, había dejado un montón de verdaderos cadáveres y heridos, heridas que tal vez nunca se logren curar. (SCM)

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