Francisco hizo esta meditación en el Ángelus.
Ciudad del Vaticano (03/11/2020 10:45, Gaudium Press) En el Ángelus dominical, cuando la Iglesia celebraba la solemnidad de Todos los Santos, el Papa Francisco los puso como ejemplo a los fieles, pues ellos “son los testigos más autorizados de la esperanza cristiana, porque la han vivido plenamente en su existencia, entre alegrías y sufrimientos, poniendo en práctica las Bienaventuranzas”.
La lectura evangélica del día era la de las bienaventuranzas según el evangelio de San Mateo (5, 1-12).
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
El Papa resaltó una de ellas: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados”.
Son, según la enseñanza de Cristo, felices los que sufren en esta tierra pero poniendo la confianza en el Señor. Estos “no son indiferentes ni tampoco endurecen sus corazones en el dolor, sino que esperan con paciencia en el consuelo de Dios. Y ese consuelo lo experimentan ya en esta vida”.
La mansedumbre es sello de los seguidores de Cristo
También comentó la bienaventuranza que se refiere a aquellos que se conservan pacíficos en medio de las tribulaciones: “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra”. Es la mansedumbre una característica de Jesús: Son personas que “son preciosas a los ojos de Dios, que les da en herencia la tierra prometida, es decir, la vida eterna”.
Los santos optaron por “elegir la pureza, la mansedumbre y la misericordia; elegir confiarse al Señor en la pobreza de espíritu y en la aflicción; esforzarse por la justicia y la paz, significa ir a contracorriente de la mentalidad de este mundo, de la cultura de la posesión, de la diversión sin sentido, de la arrogancia hacia los más débiles”.
“La solemnidad de hoy, que celebra a Todos los Santos, nos recuerda la vocación personal y universal a la santidad, y nos propone los modelos seguros de este camino, que cada uno recorre de manera única e irrepetible. Basta pensar en la inagotable variedad de dones e historias concretas que se dan entre los santos y las santas, que la Iglesia ha reconocido a lo largo de los siglos y que continuamente propone como testigos del único Evangelio”, afirmó el Pontífice.
Francisco concluyó su meditación contemplando a la Virgen, “que enseña a cada uno a acoger y seguir a su Hijo” pidiéndole que “nos ayude a alimentar el deseo de santidad recorriendo el camino de las Bienaventuranzas”.
Con información de Vatican News
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