La Iglesia ha reconocido como milagro la repentina curación de Antonietta Raco, sanada en Lourdes en 2009 tras una experiencia mística en el santuario.
Foto: Avvenire.it
Redacción (05/05/2025 11:56, Gaudium Press) En abril de 2025 la Iglesia Católica ha reconocido oficialmente como milagro la curación de Antonietta Raco, una mujer italiana que padecía esclerosis lateral primaria, una forma de esclerosis múltiple progresiva. Es esta una enfermedad neurológica progresiva, que afecta el dominio sobre los músculos voluntarios. El hecho ocurrió en el santuario de Lourdes, Francia, durante una peregrinación en 2009, pero ha sido certificado hasta ahora, tras años de seguimiento y estudios médicos rigurosos.
La sanación fue confirmada como “total y definitiva” luego de 16 años de observación, convirtiéndose en el milagro número 72 reconocido por la Iglesia en Lourdes, aunque miles de personas han reportado experiencias de mejora, conversión y consuelo espiritual en este emblemático santuario mariano.
La proclamación oficial del milagro tuvo lugar durante la Misa Crismal celebrada en la catedral de Maria Annunziata, en la diócesis de Tursi, Italia, donde reside Antonietta. El obispo Vincenzo Orofino firmó solemnemente el decreto que reconoce el carácter milagroso de la curación. En el acto estuvo presente una mujer completamente curada y emocionada, una Antonietta de 67 años, a quien el obispo abrazó diciendo que “aquel hecho inexplicable de 2009, 16 años antes, es ya oficialmente reconocido como milagro”.
El periodista Vito Salinaro, del diario Avvenire, viajó hasta Francavilla in Sinni, en la provincia de Potenza, para hablar con la protagonista de esta historia. Salinaro destaca la “serenidad cotidiana” que irradia Antonietta.
Aunque rodeada de periodistas, la mujer expresó su vivencia con gran humildad. “Quizás no lo demuestre, pero en realidad siento una gran emoción por lo que sucedió durante la Misa Crismal del miércoles, en Tursi, donde el obispo habló de un signo divino de curación. Soy consciente de lo que pasó. Pero sinceramente os digo que para mí nada ha cambiado [estos días]”, compartió.
El cambio radical, rememora, tuvo lugar en 2009: “Era el 5 de agosto de 2009, cuando, después de 4 años, me levanté de la silla de ruedas y comencé a caminar nuevamente. Pero yo ya era creyente, mi fe sólo se fortaleció”.
Foto: Sanctuaire de Lourdes
Una experiencia mística
En realidad, Antonietta no fue a Lourdes buscando su propia curación, sino para rezar por una niña con ELA Esclerosis Lateral Amiotrófica.
“A finales de julio de 2009 participé en una peregrinación con Unitalsi (Unione Nazionale Italiana Trasporto Ammalati a Lourdes e Santuari Internazionali), no necesariamente para que rezaran por mí. Cuando llegó mi turno en la piscina, tres ‘damas’ me ayudaron a entrar al agua. Poco después, dos se alejaron, mientras una continuó ayudándome. Entonces esta señora también se alejó un poco de mí. Y he aquí que fue entonces cuando sentí la presencia de otra persona sujetándome el cuello. Entonces, con dificultad, intenté darme la vuelta, pero no había nadie allí”.
Lo que ocurrió a continuación fue sobrecogedor: “Luego sentí un gran dolor en ambas piernas. Y después una sensación de alivio envolvente. En ese momento oí, a mi izquierda, una hermosa voz femenina, era suave, ligera. Nunca había oído nada igual. Me dijo: ‘¡No tengas miedo, no tengas miedo!’ Pero yo estaba temblando, temblaba de miedo. Algo inexplicable estaba sucediendo, además porque sólo yo podía escuchar esa voz. No sabía en absoluto que estaba curada”.
Por temor y desconcierto, Antonietta no contó a nadie lo sucedido en ese instante y continuó usando la silla de ruedas. “Algo le había pasado a mi cuerpo, pero tenía miedo, no podía revelarme a mí misma ni a mis seres queridos qué era. Después de todo, nuestra fe no se basa en hechos que deban exhibirse”.
Fue solo días después, el 5 de agosto por la tarde, estando en casa con su esposo Antonio, cuando todo se aclaró. “Estaba viendo la televisión sentada en el sofá, con mi marido a mi lado, cuando esa voz, la voz de Lourdes, regresó. ¡Qué miedo! ‘Llama a tu marido’, me dijo, ‘díselo’. Pero ¿qué se supone que debía decirle?, pensé. Pero aún se oye la voz, ‘Llama a tu marido y díselo’. Entonces llamé a mi marido Antonio y encontré la fuerza para intentar levantarme por mis propios medios. ¡Lo hice! Di algunos pasos y luego incluso algunos giros. Mi marido no podía creer lo que veía. Y le conté todo”.
De inmediato, su esposo avisó al médico local y al entonces párroco Franco La Canna. Comenzó así el camino de investigación y documentación que culminaría en 2025 con el reconocimiento oficial del milagro.
El asombro médico
La recuperación dejó perplejos a los médicos que la habían tratado durante años. Fue enviada nuevamente al Hospital Molinette de Turín, donde recibió su tratamiento anterior. “Los médicos, las enfermeras que siempre me levantaban de la silla de ruedas para ponerme en una cama, estaban inmóviles, observándome. El médico jefe, el profesor Adriano Chiò, vino a recibirme. Se quedó impresionado. Me sometió a una larga serie de pruebas. Finalmente, sin decir palabra, me abrazó y nos emocionamos. La ciencia, señaló, no podía explicarlo”.
La curación fue declarada “inexplicable” por el Bureau des Constatations Médicales de Lourdes, tras años de exámenes realizados por especialistas italianos y extranjeros. “También les dije que, si mi historia puede ayudar a entender mejor esta enfermedad, todas las pruebas son bienvenidas”, expresó Antonietta.
Fe, gratitud y servicio
A lo largo de su testimonio, Antonietta expresa una relación cercana con la Virgen María. “Siempre he considerado a la Virgen como una madre. En mi sencillez siempre he confiado en ella. No niego que, después de lo que me pasó, siento esa presencia a mi lado, como le puede pasar a todas las demás personas que confían en ella. ¿Yo elegida para un milagro? Somos solo un instrumento en las manos de Dios”.
Conmovida por el amor recibido, Antonietta se ha unido como voluntaria a Unitalsi, la asociación que la llevó a Lourdes. “Han hecho mucho por mí, con mucho cariño, y quiero hacer algo por los demás. Sin su ayuda no habría tenido la oportunidad de ir a Lourdes. Pero eres voluntario cada día, simplemente estando al lado de una persona que está sufriendo, por ejemplo”.
Hoy, considera que “Lourdes es mi casa”, y afirma con certeza: “No hay un momento a lo largo del día en que mi mente no regrese a su Gruta”. Su mensaje final es claro y lleno de esperanza: “Nunca debemos perder la esperanza. La vida hay que vivirla hasta el final”.
Con información de Religión En Libertad.
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