Obispo de Bayonne le responde.
París (24/02/2021 16:28, Gaudium Press) No tienen coma de sobra, las palabras que recoge Verónica Jacquier en France Catholique de Mons. Marc Aillet, obispo de Bayonne – France, a raíz del fin de la revisión en la Asamblea Nacional del proyecto de ley “que confirma el respeto a los principios de la República”, un texto que modifica substancialmente la ley del 9 de diciembre de 1905, la cual regula la separación entre Iglesia y Estado, después de enconadas luchas intestinas.
En la opinión de Mons. Aillet, el texto del proyecto de ley, ataca seriamente la libertad de conciencia. Veamos.
Pregunta Verónica Jacquier al Obispo de Bayonne sobre una opinión del ministro del interior francés, Gérald Darmanin – en el marco de la discusión del proyecto de ley –, quien dijo recientemente que los creyentes debían considerar la ley de la República como superior a la ley de Dios.
“Sin duda es el islamismo es el que está en vista aquí, responde Mons. Aillet, en tanto que él reclama la aplicación en nuestro contexto de la “sharia”, que el islam reivindica como una ley divina, imponiéndose a todos los musulmanes en el Estado. Hay que decir que en el Islam, la política y la religión están totalmente entrelazadas. Sin embargo, cuando, bajo el fuego de los críticos, él asume plenamente sus declaraciones, el Ministro del Interior parece extenderlo a todas las religiones. Rompiendo con la neutralidad del Estado, él nos llevaría así a pasar de un régimen de separación a un régimen de subordinación”, manifiesta el obispo de Bayonne.
“Afirmaciones inaceptables”
“En este sentido, esas afirmaciones son inaceptables porque simplemente llevan a negar la libertad de conciencia. En efecto, si Dios existe, aquello que creen un gran número de ciudadanos, todas las religiones juntas, su ley no puede ser sometida a la República, a riesgo de obstaculizar la libertad de conciencia, garantizada además por la Constitución y el discurso oficial. Para nosotros los católicos, la ley de Dios está inscrita en la conciencia del hombre, no reemplaza a la ley humana, pero constituye su medida última”.
“Considerar la ley de la República como ‘superior’ a la ley de Dios: ¿cómo es esto peligroso?”, pregunta Jacquier.
Responde el prelado:
“La República es esencialmente un modo de organización del poder político, que hoy coincide en general con la democracia. Pero aquí se convertiría en una especie de hipóstasis, incluso en una verdadera ‘diosa’ que podría imponer a los ciudadanos una ideología totalizadora de su vida. Sin embargo, la República de ninguna manera puede abarcar la totalidad de la vida humana sin atentar gravemente contra sus libertades fundamentales”.
“El fin último de la sociedad humana es el bien común, es decir, el conjunto de condiciones sociales, económicas y culturales que permiten precisamente a todos buscar su fin último, el cual trasciende todas las formas de organización social y va más allá necesariamente del horizonte de la sociedad política”.
“Esta actitud es indicativa de una cultura marcada por una suerte de humanismo inmanentista cerrado a la trascendencia, donde el Estado pretende gobernar la vida de los ciudadanos, a riesgo de encerrarlos definitivamente dentro de los límites de la ciudad terrena. Pero también de una concepción positivista del derecho donde la apreciación del bien y del mal dependería de la arbitrariedad única del Príncipe o de una mayoría democráticamente elegida. El venerable Pío XII denunció este positivismo jurídico como un ‘error que está en la base del absolutismo del Estado y que equivale a una deificación del propio Estado’ (Discurso al Tribunal de la Rote, 13 de noviembre de 1949)”.
Con información France Catholique
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