Había rezado para que no se le concediera el birrete rojo. Pero confía en la gracia de Dios, como lo ha hecho en toda su vida.
Redacción (11/07/2023 18:32, Gaudium Press) El Arzobispo de Bogotá, presidente de la Conferencia Episcopal de su país, y desde el próximo 30 de septiembre único cardenal elector de los cuatro que tendrá Colombia, responde con profusión a todas las preguntas, incluso las más personales, sin ningún reparo.
Hoy Mons. Luis José Rueda, 61 años, atendió a los varios medios de comunicación que querían recoger sus impresiones y sentimientos, tras su designación el pasado domingo como uno de los próximos 21 cardenales de la Santa Romana Iglesia.
Narró anécdotas no menores
Por ejemplo, contó que había rezado para que no se le honrara con el título de Cardenal: “Había el riesgo, pero yo le había pedido al Señor que no se diera y le había dicho a algunos colegas suyos [periodistas] que le había dicho al Señor ‘que no me corresponda esta cruz, en Colombia hay otros con más capacidad, con más formación’”.
Pero lo hecho hecho está, y ya está puesto en la perspectiva del consistorio del 30 de septiembre, que “es una ceremonia donde se entrega el ornamento, el distintivo rojo de los cardenales, que es signo del martirio, de la sangre, del sufrimiento, de la entrega amorosa por la Iglesia, acompañando al sucesor del apóstol Pedro”.
“Yo pensaba ser párroco de mi parroquia natal”
Contó el nuevo purpurado que su familia recibió con sorpresa su elevación al cardenalato.
“Mi familia está sorprendida. Está llena de alegría, pero están sorprendidos… Uno nunca piensa eso. Yo pensaba ser párroco de mi parroquia natal, yo decía ‘algún día Dios me permitirá ser párroco allá en San Gil, de María Auxiliadora’, que es mi parroquia natal” algo que nunca ocurrió. “Por lo tanto esto es una sorpresa por la gracia de Dios. Tanto para mi diócesis de origen que es la diócesis de Socorro-San Gil, para la Iglesia colombiana, sin duda, que esto es una alegría. Y para mí fuera de ser una alegría, es un compromiso muy grande”.
Mons. Rueda confía, para el buen desempeño de todas sus tareas, fundamentalmente en el auxilio divino: “Yo conozco todas mis fragilidades, conozco mis debilidades y lo único que hago es pedirle al Señor que me dé fortaleza, y que con su Santo Espíritu me dé la sabiduría que necesito”.
El Arzobispo Primado de Colombia dice que no tuvo conocimiento de su designación sino hasta que salió publicada por los medios vaticanos: “Me enteré por Lida Losada, la comunicadora de la Conferencia Episcopal; el domingo, diez minutos antes de las seis [de la mañana] ya me estaba poniendo un mensaje sobre ese tema. (…) Fui y confirmé y realmente me fui para el oratorio a entregarme al Señor y decirle ‘¿qué pasó aquí?’; pero soy como una vasija pequeñita de barro, llena de defectos, pero [que busca estar] lleno de la gracia del Señor. Considero que es la gracia del Señor y su misericordia”.
Hechos biográficos
Mons. Luis José Rueda habla de su labor primero como párroco de zonas rurales: “las parroquias lo van formando a uno. El seminario le da a uno los elementos básicos, sobre todo doctrinales y espirituales, pero la formación como sacerdote la recibe uno en el contacto con la gente”.
Un día, en el 2010, el próximo Cardenal fue nombrado en un instituto que tiene su diócesis de origen “para la formación rural, y fue un aprendizaje fuerte, profundo, en lo que es la pastoral social”. Después, estando como vicario de evangelización en Socorro-San Gil “el Papa Benedicto me llama al episcopado. Ese es un salto muy fuerte, porque uno no está preparado como presbítero para las tareas que tiene un Obispo, un Obispo tiene demasiadas tareas. La principal de ellas la evangelización y acompañar al pueblo de Dios, y no solamente los católicos, acompañar a los seres humanos. Me correspondió ir a la zona de Córdoba [en el norte de Colombia], pasar de Santander a Córdoba, el clima, la cultura, el ambiente, pero eso ha permitido que Colombia se me meta en el corazón y no una Colombia estudiada en un atlas de geografía, sino en los caminos, en los ríos, en los caballos, en los climas, en la cultura”.
“Después el Papa Francisco me manda a Cauca [a la Arquidiócesis de Popayán, con gran tradición en el país] y el Cauca tiene grandes desafíos. Es un departamento hermoso, que ha sufrido mucho, que tiene diversas problemáticas y muchas potencialidades. Allí estuve poco tiempo, pero también con una característica de ruralidad, Santander, Córdoba y el Cauca. Después el Santo Padre me nombra Arzobispo de Bogotá que es la principal arquidiócesis de este país”.
“Yo siempre he considerado que esta misión supera la capacidad, pero siempre he considerado que la gracia de Dios actúa y que Dios no abandona” a quien le pide que lo acompañe, sea “un papá, un profesional, un médico, un gobernante que ama al Señor, un hombre o una mujer que quiere servirle al Señor. Por lo tanto yo confío en la gracia del Señor”.
¿Sus múltiples ocupaciones como Arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal le dejan tiempo para cultivar algún hobby?
Las actividades que lo “descansan y me oxigenan” han ido cambiando a lo largo de las diversas etapas de su vida.
“Ahora que estoy en Bogotá, siempre que voy de una parroquia a otra puedo gastar una hora, hora y media, dos horas, hasta tres horas de un lado a otro de la Arquidiócesis. [Y] voy escuchando la radio; me gusta mucho escuchar todos los temas políticos, los temas sociales del país, pero me gusta escuchar el ciclismo [ndr. Colombia es potencia ciclísitica], el fútbol, estar al día en el deporte, gozo con todas esas cosas. Yo disfruto viendo un partido de fútbol”. Su equipo preferido, evidentemente el de su tierra santandereana. (SCM)
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