Mons. Konderla dirigió a sus fieles la comunicación “Señor, no soy digno”.
Redacción (27/07/2021 17:24, Gaudium Press) Mons. David Konderla, obispo de Tulsa, EE.UU., ha escrito una comunicación a sus fieles sobre la recepción de la eucaristía: “El hecho de no reconocer a Jesús como Señor es una preocupación pastoral particular para la Iglesia, especialmente cuando venimos a recibirlo en la Eucaristía», escribió el obispo David Konderla el 16 de julio en comunicación titulada “Señor, no soy digno”.
“En el análisis final, el foco de toda esta controversia no es negar a las personas la Eucaristía, sino ayudarnos a todos a crecer en comunión con Cristo el Señor”, expresa allí el Obispo.
El prelado trata en su comunicación de la historia de Zaqueo, pecador impenitente hasta “el día que llega a la presencia de Jesucristo, reconsidera su vida y, por la gracia de Dios … se convierte en discípulo”.
“Creo que esta historia del Evangelio arroja luz sobre la controversia actual sobre la recepción de la Comunión por parte de personas que apoyan la maldad del aborto”, reflexionó.
“Nuestra reacción llena de fe al estar en la presencia del Señor [en la Eucaristía] debería ser como la de Zaqueo. Debemos poseer una profunda gratitud y gozo por su gracia. Debemos estar llenos de humildad y arrepentimiento debido a su misericordia. Y deberíamos tener el deseo de crecer como su discípulo debido a su amor. Pero, ¿puede suceder algo de esto si no reconocemos la presencia del Señor en la Eucaristía debido a nuestra ignorancia o al negarnos a creer en sus enseñanzas?”, afirma Mons. Konderla.
Las conciencias se adormecen
“Tiene sentido lógico que cualquier persona que apoye el aborto también se indigne cuando se le dice que no puede recibir la Sagrada Comunión. La aprobación tácita del pecado grave adormece la conciencia y la capacidad de discernir la presencia del Señor. Es un Zaqueo que se niega a subirse al árbol para ver a Jesús”.
“Y si una persona no cree que está recibiendo al Señor en la Eucaristía, entonces le sería casi imposible creer que su compromiso con un pecado tan mortal pondría su alma en peligro eterno”, afirma.
La claridad de cómo son las cosas está expresada en la 1ra. Carta a los Corintios: “Por tanto, quienquiera que coma el pan o beba la copa del Señor de forma indigna será responsable por el Cuerpo y la Sangre del Señor. Examinaos a vosotros mismos, y sólo entonces comed del pan y bebed de la copa. Porque todos los que comen y beben sin discernir el cuerpo, comen y beben juicio contra sí mismos”.
Por tanto, “si una persona profesa ser católica y no cree estas cosas, entonces su reacción a que le digan que no debe recibir el Sacramento sería predecible, ‘¡Cómo te atreves a rechazarme!’ La negación de la Eucaristía sería considerado de mala educación o inhóspito”.
En realidad, negar la comunión es un acto de caridad
Sin embargo, Cristo “nos enseña que tal negación es en realidad caritativa, destinada a la salvación de un alma descarriada que se niega a reconocer la maldad del aborto”, dijo el obispo.
Esto es particularmente aplicable a un político: “Un líder político es una persona pública. Entonces, si un líder político que profesa ser católico apoya el aborto, se convierte en cómplice público de un mal grave. Si toman conciencia de este pecado, deben arrepentirse y no acercarse para recibir a Cristo en la Sagrada Comunión hasta que se reconcilien con Él a través de la Iglesia”.
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