18 estudios cuestionan su existencia. Se ha publicado el libro “El error de las tumbas. Cómo nos engañaron los medios (y la verdad sobre las escuelas residenciales)”.
Redacción (13/02/2024, Gaudium Press) Cuando supuestamente fue hallada una fosa común de niños indígenas en la escuela residencial de Kamloops, Canadá, se desató un odio hacia la Iglesia que llegó hasta la quema intencionada de varias iglesias.
Pero desde hace tiempo existe la noción, ya camino a la certeza, de que estas fosas comunes no pasan de noticia fake, mentira, bulo, por lo menos hasta que no se halle el primer cadáver o prueba de que sí existieron, lo que hasta ahora no ha ocurrido, según reporta Religión En Libertad.
El 27 de mayo de 2021, la jefa Rosanne Casimir, de la Primera Nación Tk’emlúps te Secwépemc, anunció que la tecnología de radar de penetración terrestre (GPR, por sus siglas en inglés) había localizado los restos de 215 niños en los terrenos del antiguo internado indio de Kamloops, situado en la Columbia Británica (Canadá). La noticia fue rápidamente aceptada y lamentada públicamente por todas las personalidades e instituciones de la sociedad. El 28 de mayo, The New York Times publicaba el siguiente titular: “Horrible historia: denuncian una fosa común de niños indígenas en Canadá”.
A los títulares se sumaban las declaraciones de autoridades, que hacían eco al ‘terrible’ hallazgo. El primer ministro Trudeau se disculpaba por aquellos “cuyas vidas fueron arrebatadas” en Kamloops. Ordenó que las banderas canadienses ondearan a media asta y permanecieran arriadas durante casi seis meses, izándose unos días antes del 11 de noviembre, para volver a arriarse el Día del Recuerdo.
El horror al hecho que ahora se muestra inexistente llegó hasta el Vaticano.
El Papa Francisco habló del “espantoso descubrimiento de los restos de 215 niños” en su discurso del Ángelus del 6 de junio.
Las comunidades religiosas, dolidas por el ‘descubrimiento’, colgaban en sus escalinatas de entrada 215 pares de zapatitos, recordando a los pobres niños sumidos en la fosa común.
Tras el dolor vino la ira. De acuerdo al medio True North, en los últimos dos años y medio 96 iglesias han sido quemadas, dañadas o profanadas. Trudeau de alguna manera justificó el vandalismo, diciendo que aunque quemar iglesias estaba mal, la ira era “real y… totalmente comprensible, dada la vergonzosa historia de la que todos somos cada vez más conscientes”.
Pero la verdad tarde o temprano se impone, aunque demore un poco, y la gente ya va siendo más consciente de la ausencia de los proclamados cadáveres.
Hasta la fecha no se ha llevado a cabo ninguna excavación en Kamloops, a pesar de que el gobierno federal destinó 7,9 millones de dólares canadienses a esta tarea en agosto de 2021.
La propia Sarah Beaulieu, la experta en GPR en cuyo trabajo se basaron las reclamaciones de la Primera Nación de Kamloops, aclararía más tarde que la tecnología no proporciona imágenes de rayos X de ataúdes o cuerpos, sino que se limita a mostrar alteraciones del terreno. Más tarde se revelaría que el huerto estudiado era el emplazamiento de un campo séptico instalado en 1924. Se observa que las baldosas se habrían colocado a la profundidad de las alteraciones detectadas en el sondeo por georradar. No está claro si Beaulieu estaba al corriente de estas modificaciones cuando inspeccionó la zona.
En los lugares donde se han realizado excavaciones no se han descubierto cadáveres. En la Primera Nación de Pine Creek, en Manitoba, se excavaron 14 yacimientos en el sótano de la iglesia católica de Nuestra Señora de los Siete Dolores durante cuatro semanas en el verano de 2023. El jefe Derek Nepinak anunció el 18 de agosto de 2023 que, a pesar de las «anomalías» detectadas inicialmente por la misma tecnología GPR utilizada en Kamloops, no se habían encontrado restos humanos.
Dieciocho ensayos sobre el engaño
En el recién publicado libro El error de las tumbas. Cómo nos engañaron los medios (y la verdad sobre las escuelas residenciales), C.P. Champion y Tom Flanagan han reunido 18 ensayos de quienes dieron un paso al frente, a menudo con gran coste para su reputación profesional, para aportar claridad a las afirmaciones de Kamloops y a las cuestiones más amplias de los internados y las acusaciones de niños desaparecidos o de genocidio físico.
En su prólogo, el autor, Champion, y el antiguo profesor de la Universidad de Calgary, Flanagan, subrayan que, aunque los colaboradores no hablan con una voz unánime, “todos los autores de esta colección coinciden en el punto principal: que nadie ha ofrecido todavía pruebas convincentes de la existencia de tumbas sin nombre, niños desaparecidos, asesinatos o genocidio en los internados”.
Lamentablemente, a pesar de las investigaciones ampliamente disponibles a las que hacen referencia los autores de El error de las tumbas, los periodistas siguen redactando sus informaciones en un lenguaje que recuerda al del verano de 2021.
Lo que se está constatando es que Canadá experimentó desde mayo de 2021 una mecha que encendió una fusión de oportunismo político, periodismo sensacionalista y vago, animadversión anticatólica y la difusión de falsedades ahora probadas para explotar las vidas de niños inocentes, vivos y muertos.
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