viernes, 22 de noviembre de 2024
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No hace la Contra-Revolución total quien no sabe de Contra-Revolución tendencial

Conociendo los secretos de cómo se sujetan las almas al orgullo y la sensualidad, a la Revolución.

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Foto: Wilfried Santer en Unplash

Redacción (20/08/2023, Gaudium Press) Revolución y Contra Revolución Cultural…

Esas expresiones, cada vez más en boga gracias a Dios, denotan un interés por algo esencial, ya bien explicado por Plinio Corrêa de Oliveira en su magistral ensayo Revolución y Contra-Revolución (R-CR): antes de la Revolución en los Hechos, por ejemplo la Revolución Francesa o la Comunista de 1917, viene la Revolución en las ideas, y aún más profundo, la Revolución en las “tendencias”.

Antes de Danton o Robespierre, en los salones de las damas de alta sociedad y en muchos círculos mundanos, ya no era Rey un Borbón sino un Rousseau o un Voltaire. La Cultura, es decir, las doctrinas dominantes a través de las cuales los hombres veían el mundo o lo interpretaban, ya no eran las de Santo Tomás de Aquino sino las del ‘buen salvaje’ o las del Emilio; los autores preferidos no eran el de la Canción de Rolando u otros cantos de gesta, sino las Nanine’s o las Henriada’s del sarcástico François Marie Arouet alias Voltaire.

Pero hay algo que no alcanzan a ‘coger’ varios de los estudiosos de la Contra Revolución cultural y es toda la doctrina de las tendencias, que está en el núcleo de esa Revolución Cultural y que es fundamental. Sin entender, e incluso sin teorizar sobre la Revolución y Contra-Revolución tendencial, por más que se consiga por ejemplo limpiar de una legislación todas las leyes que atentan contra la familia, o acabar la ideología de género en escuelas, la Revolución cultural seguirá su curso destructivo vía revolución tendencial.

Adentrémonos en el tema.

Primero establezcamos, de acuerdo a la doctrina de Plinio Corrêa de Oliveira, donde se desarrolla lo más importante de la lucha R-CR: el campo de batalla principal no es ni el jurídico, ni un área de población, ni siquiera la Cultura ni el de las armas. El campo de batalla es el alma humana, que es la que genera la cultura, los sistemas jurídicos y de gobierno, las instituciones.

El Hombre y su alma dividida por la mitad

Nadie como la Iglesia definió y conoce el alma del hombre. Solo la definición del Pecado Original, ya da para que la psicología de todos los tiempos se incline reverente y vasalla ante la Esposa de Cristo.

La Iglesia mostró a los hombres que ellos no son solo aspiraciones hacia Dios, sino también inclinaciones hacia el mal.

Es el hombre, en el decir de San Pablo, un ser dividido por entero, pues si es cierto que tiene inclinación a lo mejor, hacia el cielo, también tiende hacia lo peor, hacia el infierno: “Porque de acuerdo con el hombre interior, me complazco en la Ley de Dios, pero observo que hay en mis miembros otra ley que lucha contra la ley de mi razón y me ata a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Ay de mí! ¿Quién podrá librarme de este cuerpo que me lleva a la muerte?” (Rom 7, 22-24). Lo que hace la Iglesia es favorecer, con su gracia, que los hombres yugulen su inclinación al mal y al infierno, y den rienda suelta a las inclinaciones hacia Dios, que es Verdad, Bondad y Belleza.

Esa es la gran lucha del ser humano, que se da al interior de su ser y que luego repercute afuera: el hombre tiene inclinación a todo lo bello, a la admiración de lo superior, de lo noble, de un pavo real, de un bello castillo, de una persona insigne. Tiene también la tendencia a gustar de la verdad, a por ejemplo conocer nuevas realidades o leyes puestas por Dios en el Universo, a encantarse con una buena demostración que llega a una brillante conclusión. El ser humano se inclina igualmente a amar la bondad, a gustar de las cosas que son buenas, a deleitarse cuando encuentra un ser virtuoso. Así fuimos ‘construidos’ por Dios en el paraíso terrenal.

Pero también –algo inexplicable para quien no acepta la premisa cristiana del pecado original– el ser humano tiene sed de absurdo y de pecado, como bien afirmaba Donoso Cortés en su Ensayo sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo: El hombre tiene inclinación a la falsedad, a la mentira para justificar sus malas inclinaciones. Se inclina al mal, sabiendo que debe caminar al bien: él sabe que no debe robar, pero roba; él sabe que no debe fornicar y lo hace, en fin, él sabe que debe cumplir los diez mandamientos de la ley de Dios, pero a veces los incumple deliberadamente. Y como la falsedad y la maldad son feas, por veces horrendas, entonces frecuentemente prefiere la fealdad a la belleza hacia la cual también es atraído.

Ese es pues el hijo de Adán: un proyecto de ángel y también proyecto de demonio, concretización de espíritu angélico y a veces concretización de hijo del diablo. Así, Revolución es cuando el hombre deja escapar a su mal interior y permite que él actúe, y Contra-Revolución es cuando actúa el hombre angelizado. Civilización cristiana es la que construyó el hombre imitación del ángel, y Revolución destructora es la acción del hombre cuando está dominado por su ‘demonio’ interior.

El orgullo y la sensualidad

Plinio Corrêa de Oliveira de entre los muchos vicios hacia los que se inclina el hombre destacó dos, que como que aglutinan a los otros y normalmente adquieren un mayor dinamismo triturador: el orgullo, destructor de toda legítima jerarquía y lo que llamó sensualidad, es decir la activación de la concupiscencia de la carne, que odia cualquier freno moral, destructora de la familia y propugnadora del amor libre. Orgullo y sensualidad por lo demás se repotencian uno al otro.

En su obra Revolución y Contra-Revolución el Dr. Plinio mostró como el orgullo cada vez más dinamizado, fue destruyendo de la otrora civilización cristiana las legítimas jerarquías, sea en el plano religioso (Revolución Protestante), en el plano civil (Revolución Francesa), en el plano económico (Revolución Comunista), e incluso en el plano interno de la psicología humana, pues la Revolución Anarquista no es sino la subversión del orden interno humano, esclavizando la razón al imperio de la imaginación y las pasiones: ‘yo hago lo que me plazca, la imaginación y las pasiones al poder, razón sométase’. Y la sensualidad cada vez más desbocada, introdujo primero el divorcio, que no es sino una poligamia a plazos o sucesiva, rumbo a la sociedad del sexo, droga y rock and roll, donde no haya familia sino el desbocar total e instintivo de la pasión de la carne.

Definida de esa manera la Revolución, fácilmente se ve, como también lo dice el Dr. Plinio en R-CR, lo que es la Contra-Revolución: es la restauración del orden, entendiendo orden como la sociedad y civilización cristiana, fundamentalmente jerárquica, anti-orgullosa, anti-igualitaria y anti-liberal, anti-sensual. Civilización que podríamos definir también como aquella en que ejercen el imperio la Bondad, la Verdad y la Belleza divinas, civilización en la que cada vez más se van construyendo esta bondad, verdad y belleza, a imitación de la Jerusalén celestial. Algo que solo es posible con la acción de la gracia, que es la única que da fuerzas para yugular el pecado original en el alma, para ahorcar el orgullo y la sensualidad, y hacer que tomen las riendas la humildad y la ascesis cristiana, allanando con ello el camino de lo verdadero, lo bueno y lo bello.

Pero donde primero se construye todo esto (o se destruye) es en el alma humana: por ello (y esto no es muy del gusto de ciertos teóricos de la Contra Revolución cultural), las primeras acciones contra-revolucionarias que se deben promover son el favorecimiento de la oración, el acceso a sacramentos, la devoción a la Virgen y toda la piedad católica, porque sin gracia no hay nada hecho, pues somos de barro y sin gracia toma cuenta de nuestra alma el orgullo y la sensualidad.

Pero volviendo al tema de la Revolución tendencial, hay algo que tampoco numerosos teóricos de la Contra-Revolución Cultural alcanzan a interiorizar, como es la acción de los Ambientes, las Artes y las Costumbres, en el alma humana, particularmente en las pasiones humanas.

No estamos en estos terrenos hablando de ideas, sino de algo más profundo, más sutil, que también afecta directamente al orgullo y la sensualidad en el alma.

El clavo de olor, Times Square, el vals, el rock

La cosa llega a tal punto, que el Dr. Plinio afirmaba que la afluencia inusitada de especies que inundó Europa desde Oriente al final de la Edad Media, ya podía haber introducido elementos de desorden en esos pueblos de alma cristiana, haciéndolos desear placeres intemperantes que favorecían la explosión del orgullo y la sensualidad.

Demasiada pimienta, demasiado clavo de olor, demasiada canela, que llegaban a saborizar legítimamente unas comidas hasta entonces un tanto simples, pero que, en demasía, encendían el motor de la sensualidad que terminaría desbocada al final de un largo proceso dando en Woodstock y el cuasi amor libre de las sociedades de hoy, cada vez más parecidas a Sodoma. Sí, unas especias; sí, exceso de pimienta no controlada por la virtud de la templanza. Evidentemente no fue solo las especias. Son los todos los excesos concomitantes, sucesivos, progresivos, en los ambientes, en las artes, en las costumbres.

Una plaza como Times Square, con su exceso de colores, luminosidad y agitación, tiende a desordenar el alma humana, tiende a que el orgullo y la sensualidad se desboquen, terminando en Woodstock, en la comuna hippie, concluyendo en Sodoma, en el infierno. Times Square termina siendo así un enemigo de la humildad y la ascesis, de la jerarquía y la templanza, un elemento de la revolución tendencial.

Esto es Revolución y Contra-Revolución tendencial, en el núcleo de la Revolución y Contra-Revolución cultural. Quien no profundiza en esos campos, no es capaz de ubicar y matar la semilla que origina todo el proceso de la Revolución, no llega hasta hasta el nido de las serpientes.

Sigamos con ejemplos.

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Foto: Ana Grave en Unplash

Revolución tendencial es también todo tipo de música que favorezca que el alma pierda el control sobre sí, sobre sus pasiones. Contra Revolución tendencial es toda música que favorezca la humildad, la elevación hacia la verdadera belleza, la contemplación ascética de las maravillas de Dios: revolucionario tendencialmente es el por supuesto el rock, el llamado reggaeton, es la música romántica que aunque lenta y dulzona afloja las riendas de la templanza. Contrarrevolucionario tendencialmente es por supuesto el gregoriano, el polifónico, un minueto, Mozart, una buena marcha militar. El vals era el rock de su época, aunque hoy hace las veces del gregoriano.

Revolucionario tendencialmente es ese arte del absurdo llamado “moderno”, con sus figuras indescifrables, normalmente simploides o de excesos no ordenados, algunas que buscan negar las leyes de la física, de la belleza, o contrariarla, como la casa que vi en estos días, cuyo techo en “v” hacía las veces de piso, y el piso de techo. Contrarrevolucionario tendencialmente es el gótico, que favorece el recogimiento, la elevación del espíritu a lo trascendente. El barroco era el arte moderno de su época en sus excesos, aunque hoy hace las veces de gótico ante el horror del arte minimalista o ‘moderno’.

Y así podríamos seguir, pero ya se ha dado la clave interpretativa:

Revolucionario tendencialmente es todo ambiente, arte, modo, traje, que favorezca la explosión de la sensualidad, o que tienda hacia el orgullo igualitario. Contrarrevolucionario tendencialmente es todo ambiente, arte, modo, traje, objeto, ser, todo elemento cultural que favorezca la consideración humilde de la jerarquía, que favorezca la pureza de costumbres, que camine hacia la verdad, la bondad, y la belleza divina.

Sí, sabemos que esto de la revolución y la contrarrevolución tendencial es un campo muy sutil, pero muy real y fundamental, pues tiene características de inicio de un proceso que termina en el cielo o en el infierno. Las definiciones y leyes de la ‘ciencia’ de la Revolución y Contra-Revolución tendencial parece que están aún por ser construidas, pero debe trabajarse en ello, porque justamente por ser un terreno sutil, no fácil de definir, hace que la revolución tendencial sea más difícil de percibir y por ello más peligrosa. El arte sensual renacentista encontró muchísimos menos contradictores que las 95 tesis de Lutero, pero favoreció el orgullo y la sensualidad muy profundamente, haciendo que las tesis de Lutero luego se propagaran por muchos espíritus como fuego en madera seca.

Se puede pues decir que hay ambientes católicos contrarrevolucionarios, y hay ambientes revolucionarios de sabor protestante, comunista o anarquista. Aunque no se proclamen las tesis de Lutero, o de D’Alembert o de Marx, esos ambientes favorecerán, de forma subrepticia, la explosión de orgullo y sensualidad, y con ello la marcha hacia el paraíso anarquista sodomítico.

Revolución Cultural no es por tanto solo las leyes pro-aborto, sino también un coche de forma extravagante cuya vista tienda a desordenar el alma.

Es preciso profundizar en esos asuntos para realmente hacer la Contra-Revolución total. Es preciso aprender a ‘leer’ el lenguaje oculto de los ambientes, de las artes, de los modos y las costumbres, y conocer si ese lenguaje es de revolución tendencial o de contrarrevolución tendencial.

Es claro, sin olvidar que siempre se debe contar con la ayuda y la primacía de la gracia, para frenar el orgullo y la sensualidad.

Por Saúl Castiblanco

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