Argumenta el prelado que se llegaría a un envolvimiento cercano con la industria mundial del aborto.
Redacción (26/10/2021 15:20, Gaudium Press) Que las vacunas contra el Covid están contaminadas con el aborto, es algo que ya todos los interesados saben. Es claro, hay diferencias, como recordó recientemente el Arzobispo castrense de los EE.UU. Mons. Timothy Broglio: Mientras que las vacunas de Pfizer y Moderna “fueron testadas usando una línea celular derivada del aborto”, la “vacuna de Johnson & Johnson fue desarrollada, testada, y es producida, con líneas celulares derivadas del aborto”, lo que, en palabras de Mons. Broglio la hace “más problemática” para un católico.
Pero la noticia ahora es lo expresado por Mons. Athanasius Schneider, en el sentido de que los documentos vaticanos que autorizan el uso de esas vacunas – pues la cooperación con el mal de quien las recibe es muy remota y esto solo sería una forma excepcional de enfrentar el Covid no habiendo otros medios – no están bien enfocados.
Según los documentos vaticanos, y de forma excepcional, se podría usar esas vacunas, manifestando el deseo de que se desarrollen vacunas que no tengan ninguna relación con líneas celulares de niños abortados.
Sin embargo, muchos católicos han manifestado su preocupación, de que el permiso para usar estas vacunas de forma excepcional, comprometa la lucha de la Iglesia contra el aborto, y adormezca las conciencias acerca de ese crimen nefando.
El argumento que plantea ahora Mons. Schneider es que si bien haya una cooperación remota de quien usa la vacuna con la hechura de la misma, el uso de la vacuna termina conducienco a una cooperación cercana con lo que llama la “industria fetal y sus productos”, “un uso que por su proximidad es inmoral, y además da escándalo, ya que por tal uso estamos de facto apoyando una industria inmoral”.
Uso de vacunas lleva a un envolvimiento cercano con la industria del aborto, dice el Obispo
“La industria fetal es tan excepcionalmente inmoral y horrible que no puede ser comparada con otros temas corrientes como la colaboración o beneficio de actos malvados de otros, tales como productos obtenidos del trabajo esclavo, etc.”, dice el obispo auxiliar de Astana.
Para el prelado a través de las vacunas contaminadas con el aborto, “se está empujando a toda la humanidad a convertirse, por así decirlo, en un eslabón de esta cadena del mal, para que todos queden encadenados”.
El mensaje errado que se envía o que los “abortistas y explotadores de cuerpos” podrían anunciar, es que se está viendo a “toda la Iglesia Católica, la jerarquía de alguna manera lo acepta, aun con reluctancia, pero [se está viendo] que acepta nuestros productos”.
Dicho de otra forma, “el uso de vacunas contaminadas con el aborto nos lleva a una estrecho envolvimiento con los productos de la industria fetal, Por lo tanto, a causa de la proximidad a esta industria, es inmoral usar tales productos”.
“La cooperación material es cuando estás vinculado a un mal en contra de tu voluntad. Como, por ejemplo, le pagas impuestos al gobierno y de los impuestos que cobra el gobierno, sin consultarte, toma el dinero por hacer una acción malvada y diferentes acciones malvadas. Y si el gobierno me preguntara, ‘¿podríamos tomar su dinero de sus impuestos para hacer tal o cual acción?’ Yo diría que no, no daré mi consentimiento. Y luego lo harán a pesar de todo. Eso significaría que el Gobierno me está robando el dinero para realizar actos malvados”.
“¿Cómo podemos, entonces, con toda determinación estar y proclamar estar en contra del aborto, cuando aceptamos estas vacunas y la explotación de las células y tejidos de los bebés muertos? Cuando al comienzo de esa cadena de malas acciones está el asesinato de un niño. La lógica y el sentido común tienen sus exigencias; si no hubiera sido asesinado ni siquiera un niño, no hubieran fabricado estas vacunas contaminadas con abortos, no habría habido células y líneas celulares” para desarrollar las vacunas, establece Mons. Schneider.
Puntos los anteriores que ciertamente entran en el debate.
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