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Preocupados por la crisis catalogada como la peor emergencia humanitaria y de derechos humanos en décadas, los obispos de Haití publicaron un mensaje de alerta a la comunidad internacional sobre la extrema gravedad de la situación en el país.
Redacción (16/01/2023 15:57, Gaudium Press) Sumido en una profunda crisis institucional, económica y social, Haití vive días de terror y miedo. La violencia que creció de forma alarmante en 2022 no perdonó ni a la Iglesia. Hubo secuestros de sacerdotes y el asesinato de una monja, la misionera italiana Luisa Dell’orto, en la capital, Port-au-Prince. Ante ello, los obispos decidieron pronunciarse, publicando un mensaje para tratar de llamar la atención del mundo sobre la extrema gravedad de lo que sucede en el país caribeño.
Para empeorar aún más la precaria situación del país, catalogada como la peor emergencia humanitaria y de derechos humanos en décadas, Haití también enfrenta una crisis sanitaria, con el riesgo real de una epidemia de cólera.
La carta de los obispos fue publicada a fines de año y comienza a tener impacto en la comunidad internacional. Varias naciones han enviado ayuda y, el día 11, Canadá anunció la entrega al gobierno de Puerto Príncipe de un conjunto de vehículos blindados para ayudar a la policía y al ejército en la lucha contra las pandillas y organizaciones criminales que operan en el país.
El llamado de los obispos haitianos estuvo precedido por una declaración de la Secretaria General Adjunta de la ONU, Amina Mohammed, pidiendo apoyo internacional para los esfuerzos de la policía y el ejército haitianos para restaurar la seguridad en el país, a fin de hacer posible el movimiento de personas. y bienes e incluso ayuda humanitaria destinados a las personas más necesitadas.
Violencia sin precedentes
En una reunión del Consejo de Seguridad, Amina Mohammed afirmó que la violencia en Haití había alcanzado “niveles sin precedentes” y que “los abusos contra los derechos humanos” se habían “generalizado” a lo largo del año 2022. La subsecretaria destacó el peligro que ofrece el accionar de las bandas armadas que han buscado “aterrorizar y someter a las comunidades”.
El comunicado de los obispos se dirige, en primer lugar, a las propias pandillas, grupos armados que propagan la violencia, y a quienes las financian, pidiéndoles “frenar la locura asesina del odio y el desprecio por la vida”. En un texto claro y contundente, los prelados piden: “¡Callen las armas, abandonen la diabólica y perversa lógica de las armas!”.
Con el país colapsado, paralizado e impotente ante la violencia extrema, los obispos determinan la necesidad de poner fin a la barbarie, señalando que en lugar de la guerra fratricida, es necesario invertir en la reorganización de la infraestructura, en los sistemas de salud y educación y en cambiar de mentalidad: “Ha llegado el momento de reformar las instituciones, especialmente la Justicia; acabar con la cultura de la impunidad, causa lógica de la corrupción y la violencia en el país, y asegurar un futuro mejor, con espíritu de pertenencia a esta tierra haitiana”.
Muchos buscan refugio en otros países
Los religiosos advierten también de otra dolorosa consecuencia de esta crisis, la emigración: “Muchas personas, a causa de las insoportables condiciones del país, se ven obligadas a refugiarse, ‘a toda prisa y a toda costa’, en territorios donde no siempre son acogidas. En la vecina República Dominicana, por ejemplo, son objeto de un trato indescriptible, que pisotea los principios imperativos de los derechos humanos, el derecho internacional humanitario y el derecho de los refugiados, en especial el Acuerdo de 1999”.
La ayuda a la Iglesia en Haití ha sido una constante para la Fundación Pontificia “La Iglesia que Sufre” (AIS). Sólo en el año de 2021 fueron apoyados cerca de setenta proyectos, en un valor global de cerca de 1.4 millones de euros, destinados esencialmente a la adquisición de vehículos para el trabajo pastoral y la formación de laicos y sacerdotes para actuar en situaciones como esta.
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