Lo dicen en el Documento “Sobre los abusos durante las celebraciones litúrgicas”
Redacción (16/08/2024, Gaudium Press) Publicada el día de la Asunción, la breve y contundente nota de los obispos nigerianos https://www.nigeriacatholicnetwork.com/wp-content/uploads/2024/08/On-the-Abuse-of-the-Sacred-Liturgy.pdf titulada On abuses during liturgical celebrations (Sobre los abusos durante las celebraciones litúrgicas) se afirma motivada por el “alarmante aumento de aberraciones durante el culto en toda nuestra nación, perpetradas por algunos de nuestros propios sacerdotes”.
“Estas graves violaciones —expresa la nota firmada por Mons. Ugorji, presidente del episcopado, entre otros— no sólo son una afrenta directa a la santidad de la liturgia, sino también una fuente de escándalo y vergüenza para la Iglesia en Nigeria”
Y dan una directriz clara:
“Que quede inequívocamente establecido: La liturgia no es un patio de recreo privado para la innovación personal. No es una plataforma para la autoexpresión del celebrante. Es un encargo sagrado, transmitido por la Iglesia, que debe celebrarse según las normas y tradiciones establecidas”.
Toda vez que “condenan, en los términos más enérgicos posibles, todos y cada uno de los abusos dentro de la sagrada liturgia. Tales acciones no son meros errores de juicio; son violaciones del orden sagrado y deben ser tratadas como tales”.
Y no eluden la responsabilidad de sus hermanos en el episcopado:
“A nuestros obispos, los principales liturgistas de sus diócesis, les hacemos un solemne encargo: Tomad medidas inmediatas y decisivas para corregir estos abusos”.
Un encargo que debería interpelar a los obispos de todo el mundo.
A continuación, el documento en su integridad, en traducción de Infocatólica:
A todos los sacerdotes católicos de Nigeria
Sobre los abusos durante las celebraciones litúrgicas
1.- La sagrada liturgia es el corazón de nuestro culto y la cumbre de nuestra vida cristiana. Es un acto de culto divino que pertenece a toda la Iglesia y debe ser salvaguardado con la máxima reverencia y fidelidad. Sin embargo, observamos con profunda preocupación y justa indignación un alarmante aumento de aberraciones durante el culto en toda nuestra nación, perpetradas por algunos de nuestros propios sacerdotes. Estos abusos incluyen
-desviaciones de las oraciones y rúbricas prescritas de la Misa, incluyendo la Plegaria Eucarística;
-manejo irreverente de la Eucaristía;
-caminar por el pasillo mientras se lleva la custodia durante la exposición del Santísimo Sacramento y bendecir al pueblo usando gestos parecidos a la aspersión del Agua Bendita;
-música inapropiada, incluida la importación de música profana a la liturgia;
-danza indecorosa, incluso con la custodia que contiene la Eucaristía;
-comercialización de la liturgia en forma de demasiadas colectas y recaudación de fondos justo en medio de las celebraciones litúrgicas;
-el uso del púlpito para perseguir intereses personales;
-la incorporación de costumbres locales incompatibles con la fe bajo el paraguas de la inculturación;
-la no utilización de ornamentos apropiados;
-la falta de preparación adecuada para cada aspecto de la celebración litúrgica;
-la invención de ritos, como la Dedicación del Niño, en la que algunos sacerdotes colocan al niño en el altar, cuando, según la enseñanza de la Iglesia, un niño es dedicado a Dios durante el bautismo;
-la bendición de objetos no aprobados por la Iglesia como sacramentales;
-y muchos otros.
Estas graves violaciones no sólo son una afrenta directa a la santidad de la liturgia, sino también una fuente de escándalo y vergüenza para la Iglesia en Nigeria.
2.- Que quede inequívocamente establecido: La liturgia no es un patio de recreo privado para la innovación personal. No es una plataforma para la autoexpresión del celebrante. Es un encargo sagrado, transmitido por la Iglesia, que debe celebrarse según las normas y tradiciones establecidas. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II es clara: «La regulación de la sagrada liturgia depende únicamente de la autoridad de la Iglesia». (SC, 22). Cualquier sacerdote que se encargue de desviarse de estas normas es culpable de una grave traición a su deber sagrado y está descarriando a los fieles.
3.- Condenamos, en los términos más enérgicos posibles, todos y cada uno de los abusos dentro de la sagrada liturgia. Tales acciones no son meros errores de juicio; son violaciones del orden sagrado y deben ser tratadas como tales. Recordamos a nuestros sacerdotes que el altar no es un escenario para el teatro, ni la liturgia un lugar para la novedad. La Iglesia nos ha dado directrices claras sobre cómo debe celebrarse la liturgia, y éstas deben seguirse sin excepción. La fidelidad a las leyes de la Iglesia no es opcional, sino obligatoria. Los fieles no merecen otra cosa que la celebración verdadera y reverente de los misterios de nuestra fe.
4.- A nuestros obispos, los principales liturgistas de sus diócesis, les hacemos un solemne encargo: Tomad medidas inmediatas y decisivas para corregir estos abusos. Los fieles confían en ustedes como líderes, y es su deber sagrado asegurar que la liturgia en su diócesis se lleve a cabo con la dignidad y reverencia que exige. Como afirman las leyes universales de la Iglesia, «dentro de los límites de su competencia, corresponde a los Obispos diocesanos establecer en la Iglesia confiada a su cuidado, normas litúrgicas que sean obligatorias para todos». (Canon 838 §4). Cuando sea necesario, se deben emplear medidas penales para que los sacerdotes infractores rindan cuentas, haciéndoles comprender la gravedad de sus actos y disuadiendo a otros de cometer ofensas similares. Los directores diocesanos de liturgia y los vicarios foráneos (decanos) deben colaborar estrechamente con sus obispos en esta sagrada tarea. Es imperativo que trabajen juntos para asegurar que los sacerdotes dentro de sus jurisdicciones se adhieran estrictamente a las directivas de la Iglesia. Este esfuerzo de colaboración es esencial para mantener la unidad y santidad de nuestro culto litúrgico.
5.- A los sacerdotes os decimos esto: Se os confía la sagrada responsabilidad de celebrar los misterios de nuestra fe. No es una responsabilidad que deba tomarse a la ligera, ni que permita interpretaciones personales. La Constitución sobre la Sagrada Liturgia del Concilio Vaticano II nos recuerda que «la Madre Iglesia desea vivamente que todos los fieles sean conducidos a esa participación plenamente consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que exige la naturaleza misma de la liturgia». (SC, 14). Esto sólo puede lograrse cuando la liturgia se celebra con el decoro, la reverencia y la fidelidad que exige. Los abusos y las desviaciones de la forma prescrita no sólo son inaceptables, sino que constituyen un grave perjuicio para los fieles y para la Iglesia.
6.- En conclusión, renovemos todos nuestro compromiso con la celebración correcta y fiel de la liturgia. La liturgia es un anticipo del banquete celestial, un encuentro sagrado con lo divino, y debe celebrarse siempre con la máxima solemnidad y reverencia. Cualquier acción que disminuya este encuentro sagrado debe ser condenada y corregida con la seriedad que merece. Extendemos nuestra más sincera gratitud a todos los sacerdotes que, en su celebración de la liturgia, permanecen fieles a las enseñanzas y tradiciones de la Iglesia. Vuestro compromiso con la reverencia, el decoro y la fidelidad sostiene la santidad de nuestro culto y sirve de brillante ejemplo para todos. Que nuestras celebraciones litúrgicas reflejen siempre la belleza, el orden y la santidad que deben transmitir, acercando a los fieles al misterio de Cristo; y que la Virgen, asunta al cielo, interceda por nosotros para que seamos fieles a las enseñanzas de su Hijo y de la Iglesia. Amén.
Dado el quince de agosto del año del Señor dos mil veinticuatro, en la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María.
Con información de Infocatólica.
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