La alocución de León XIV a los políticos en el jubileo de los gobernantes, no tuvo traducción oficial al castellano.
Foto: Vatican News
Redacción (24/06/2025 09:10, Gaudium Press) No ha circulado mucho en español (no hubo traducción oficial vaticana del mismo) el magnífico texto de la alocución del Santo Padre con ocasión de Jubileo de los Gobernantes y Administradores, el pasado 21 de junio, en el Palacio Apostólico. El tema central: la validez y vigencia del Derecho Natural, y los desafíos que representa la irrupción de la Inteligencia Artificial en el mundo de hoy.
Se encontraban presentes en la audiencia la Presidente del consejo de ministros italiano, Giorgia Meloni, y el presidente de la cámara de diputados de la república italiana, entre otras personalidades.
Recordó el Papa León la frase de Pío XI, que definía a la política como “la forma más alta de la caridad”, que en ese sentido debe ser vista “como obra de aquel amor cristiano que nunca es teoría, sino siempre signo y testimonio concreto de la acción de Dios en favor del hombre”. En el caso particular de los políticos, ellos tienes la tarea de “promover y tutelar, más allá de cualquier interés particular, el bien de la comunidad, el bien común, especialmente en defensa de los más débiles y marginados”.
Entre las muchas tareas en que deben empeñarse los políticos, está la de promover “las condiciones para una libertad religiosa efectiva y para que se desarrolle un encuentro respetuoso y constructivo entre las diferentes comunidades religiosas”, pues, entre otras razones, “creer en Dios (…) es una inmensa fuente de bienes y de verdad”. Es muy importante que la política “en los procesos de decisión, [tenga en cuenta] la consideración de lo trascendente”, y en lo trascendente “aquello que une a todos”, que es en concreto “la ley natural, [aquella] no escrita por manos humanas, sino reconocida como universalmente válida y en todo tiempo, que encuentra en la naturaleza misma su forma más plausible y convincente”.
Ya desde Cicerón: La ley natural, disposición universal, constante, eterna
De esa ley natural “ya en la antigüedad se hacía intérprete autorizado Cicerón, quien en De re publica escribía”:
La ley natural es la recta razón, conforme a la naturaleza, universal, constante y eterna, que con sus órdenes invita al deber, con sus prohibiciones disuade del mal […]. No es lícito hacer ninguna modificación a esta ley, ni suprimir ninguna parte de ella, ni es posible abolirla totalmente; Ni podemos liberarnos de ella por medio del Senado o del pueblo, ni es necesario buscar su comentarista o intérprete. Y no habrá una ley en Roma, una en Atenas, ni una ahora, y una después; sino una única ley eterna e inmutable gobernará a todos los pueblos en todos los tiempos (Cicerón, De re publica, III, 22).
Es por tanto, la ley natural, una disposición “universalmente válida más allá y por encima de otras convicciones de carácter más opinable”. La ley natural “constituye la brújula con la que orientarse a la hora de legislar y actuar, en particular sobre delicadas cuestiones éticas que hoy se plantean de modo mucho más imperioso que en el pasado, tocando la esfera de la intimidad personal”, expresó el Pontífice.
La ley natural tuvo una expresión en la Declaración Universal de los Derechos Humanos proclamada en 1948. La intención era “colocar a la persona humana, en su inviolable integridad, como fundamento en la búsqueda de la verdad”.
El Papa entonces, desde este marco, analizó el surgimiento de la Inteligencia Artificial, que puede ser de gran ayuda “siempre que su utilización no conduzca a menoscabar la identidad y la dignidad de la persona humana y sus libertades fundamentales. En particular, no debemos olvidar que la inteligencia artificial tiene su función en ser una herramienta para el bien de los seres humanos, no para menospreciarlos o definir su derrota”.
“La vida personal vale mucho más que un algoritmo, y las relaciones sociales requieren espacios humanos mucho más allá de los patrones limitados que cualquier máquina sin alma puede preconfigurar”, continuó León XIV.
A pesar de ser una ‘máquina’ hiper-potente, la IA no deja de ser una ‘máquina’: “No olvidemos que, a pesar de ser capaz de almacenar millones de datos y ofrecer respuestas a muchas preguntas en pocos segundos, la inteligencia artificial sigue estando dotada de una “memoria” estática, de ningún modo comparable a la del hombre y la mujer, que es en cambio creativa, dinámica, generativa, capaz de unir pasado, presente y futuro en una búsqueda viva y fecunda de sentido, con todas las implicaciones éticas y existenciales que de ello se derivan”. La acción política, debe afrontar los desafíos de la IA, desde esas concepciones éticas.
León XIV volvió a colocar a Santo Tomás Moro, como el espejo en el que se deben reflejar los políticos.
“De hecho, Sir Thomas More fue un hombre fiel a sus responsabilidades civiles, un perfecto servidor del Estado precisamente por su fe, que le llevó a interpretar la política no como una profesión, sino como una misión para el crecimiento de la verdad y del bien. «Puso su actividad pública al servicio de la persona, especialmente si era débil o pobre; Manejó las disputas sociales con un exquisito sentido de justicia; protegió a su familia y la defendió con gran compromiso; Promovió la educación integral de la juventud» (Carta Apostólica M.P. E. Sancti Thomae Mori, 31 de octubre de 2000, 4). La valentía con la que no dudó en sacrificar su propia vida antes que traicionar la verdad lo convierte, para nosotros, todavía hoy en un mártir de la libertad y de la primacía de la conciencia. Que su ejemplo sea también fuente de inspiración y de planificación para cada uno de ustedes”, deseó el Santo Padre a los políticos.
El Papa concluyó sus palabras invocando las bendiciones celestiales para ellos y sus seres queridos.
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