viernes, 16 de mayo de 2025
Gaudium news > Papa al cuerpo diplomático: invertir en la familia, en los frágiles, como el anciano y el nasciturus

Papa al cuerpo diplomático: invertir en la familia, en los frágiles, como el anciano y el nasciturus

El discurso del Papa al cuerpo diplomático se centró en “tres palabras clave”: paz, justicia y verdad.

cq5dam.thumbnail.cropped.1000.563 1

Foto: Vatican News

Redacción (16/05/2025 10:52, Gaudium Press) Esta mañana, en otro importante discurso, esta vez ante el cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano, León XIV, comenzó agradeciendo “por los numerosos mensajes de felicitación enviados luego de mi elección (…). Se trata de una significativa manifestación de estima, que alienta a profundizar las mutuas relaciones”.

El Papa Prevost hizo explícito su deseo que “predominase siempre el sentido de ser familia —la comunidad diplomática representa, en efecto, la entera familia de los pueblos—, que comparte las alegrías y los dolores de la vida junto con los valores humanos y espirituales que la animan. La diplomacia pontificia es, de hecho, una expresión de la misma catolicidad de la Iglesia y, en su acción diplomática, la Santa Sede está animada por una urgencia pastoral que la impulsa no a buscar privilegios sino a intensificar su misión evangélica al servicio de la humanidad”.

“Su presencia hoy es para mí un don, que permite renovar la aspiración de la Iglesia —y mía personal— de alcanzar y abrazar a cada pueblo y a cada persona de esta tierra, deseosa y necesitada de verdad, de justicia y de paz. En cierto sentido, mi propia experiencia de vida, desplegada entre América del Norte, América del Sur y Europa, pone de manifiesto esta aspiración de traspasar los confines para encontrarse con personas y culturas diferentes”, enfatizó el Papa.

El Papa ofreció al cuerpo diplomático “tres palabras clave que constituyen los pilares de la acción misionera de la Iglesia y de la labor de la diplomacia de la Santa Sede”:

La primera palabra es paz”, que no es una “simple tregua”, sino que “en la perspectiva cristiana (…) la paz es ante todo un don, el primer don de Cristo: ‘Les doy mi paz’ (Jn 14,27). Pero es un don activo, apasionante, que nos afecta y compromete a cada uno de nosotros, independientemente de la procedencia cultural y de la pertenencia religiosa, y que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo. La paz se construye en el corazón y a partir del corazón, arrancando el orgullo y las reivindicaciones, y midiendo el lenguaje, porque también se puede herir y matar con las palabras, no sólo con las armas”.

La segunda palabra es justicia. Procurar la paz exige practicar la justicia. Como ya he tenido modo de señalar, he elegido mi nombre pensando principalmente en León XIII, el Papa de la primera gran encíclica social, la Rerum novarum. En el cambio de época que estamos viviendo, la Santa Sede no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas. Es necesario, además, esforzarse por remediar las desigualdades globales, que trazan surcos profundos de opulencia e indigencia entre continentes, países e, incluso, dentro de las mismas sociedades”.

Esta justicia se puede realizar “sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer, «bien pequeña, es cierto, pero verdadera sociedad y más antigua que cualquiera otra». Además, nadie puede eximirse de favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes”.

La tercera palabra es verdad. No se pueden construir relaciones verdaderamente pacíficas, incluso dentro de la comunidad internacional, sin verdad. Allí donde las palabras asumen connotaciones ambiguas y ambivalentes, y el mundo virtual, con su percepción distorsionada de la realidad, prevalece sin control; es difícil construir relaciones auténticas, porque decaen las premisas objetivas y reales de la comunicación”.

“Por su parte, la Iglesia no puede nunca eximirse de decir la verdad sobre el hombre y sobre el mundo, recurriendo a lo que sea necesario, incluso a un lenguaje franco, que inicialmente puede suscitar alguna incomprensión. La verdad, sin embargo, no se separa nunca de la caridad, que siempre tiene radicada la preocupación por la vida y el bien de cada hombre y mujer. Por otra parte, en la perspectiva cristiana, la verdad no es la afirmación de principios abstractos y desencarnados, sino el encuentro con la persona misma de Cristo, que vive en la comunidad de los creyentes. De ese modo, la verdad no nos aleja; por el contrario, nos permite afrontar con mayor vigor los desafíos de nuestro tiempo, como las migraciones, el uso ético de la inteligencia artificial y la protección de nuestra amada tierra. Son desafíos que requieren el compromiso y la colaboración de todos, porque nadie puede pensar en afrontarlos solo”.

El Sumo Pontífice invitó a los embajadores a la esperanza, particularmente en este año jubilar que es “tiempo de conversión y renovación”, ocasión “para dejar atrás las contiendas y comenzar un camino nuevo”. Invocó nominalmente, entre los que más sufren, a los pueblos de Ucrania y Tierra Santa.

Deje su Comentario

Noticias Relacionadas