León XIV siguió el ciclo de las catequesis sobre las parábolas de Cristo. Esta vez, fue la parábola sobre los obreros de la viña.
Foto: Screenshot Vatican Media
Redacción (04/06/2025, Gaudium Press) En la primera audiencia general de junio, ante una Plaza de San Pedro también con numeroso público, aproximadamente 35 mil personas, León XIV continuó el ciclo de catequesis sobre la vida y las parábolas de Cristo.
Esta vez, fue la parábola de los obreros en la viña (Mt 20, 1-6), contratados a diferentes horarios del día, pero recompensados con el mismo salario.
“A veces, en efecto, tenemos la impresión de que no encontramos sentido a nuestra vida: nos sentimos inútiles, inadecuados, como los obreros que esperan en la plaza del mercado a que alguien los contrate para trabajar. Pero a veces el tiempo pasa, la vida transcurre y no nos sentimos reconocidos ni apreciados. Quizás no hemos llegado a tiempo, otros se han presentado antes que nosotros, o las preocupaciones nos han retenido en otro lugar”, dijo el Papa.
“La metáfora de la plaza del mercado es muy adecuada también para nuestros tiempos, porque el mercado es el lugar de los negocios, donde, lamentablemente, también se compran y se venden el afecto y la dignidad, tratando de ganar algo. Y cuando no nos sentimos apreciados, reconocidos, corremos el riesgo de vendernos al mejor postor. El Señor, en cambio, nos recuerda que nuestra vida vale, y su deseo es ayudarnos a descubrirlo”.
El amo de la viña, que representa a Dios Nuestro Señor, “sale varias veces a buscar a quienes esperan dar sentido a sus vidas”. A unos, él contrata a la última hora.
“¿Qué sentido tiene contratar trabajadores solo para la última hora de la jornada laboral? ¿Qué sentido tiene ir a trabajar solo por una hora? Sin embargo, incluso cuando nos parece que podemos hacer poco en la vida, siempre vale la pena. Siempre existe la posibilidad de encontrar un sentido, porque Dios ama nuestra vida”, sentenció el Pontífice.
El relato de la parábola señala que los trabajadores que laboraron todo el día se sienten decepcionados: “no logran ver la belleza del gesto del amo, que no ha sido injusto, sino simplemente generoso; que no ha mirado solo el mérito, sino también la necesidad. Dios quiere dar a todos su Reino, es decir, la vida plena, eterna y feliz. Y así hace Jesús con nosotros: no establece un ranking, sino se dona enteramente a quien le abre su corazón”.
La tentación puede ser, dejar la conversión para el final de la vida.
“‘¿Por qué empezar a trabajar enseguida? Si la remuneración es la misma, ¿por qué trabajar más?’. A estas dudas san Agustín respondía así: ‘¿Por qué tardas en seguir a quien te llama, cuando estás seguro de la recompensa, pero incierto del día? Cuida de no privarte, por tu dilación, de lo que Él te dará según su promesa’. [1]”, sentenció León.
Trabajando en la viña del Señor, incluso aunque se llegue tarde, se encontrará sentido a la vida.
El Papa León concluyó su enseñanza, invitando a no desanimarse, “incluso en los momentos oscuros de la vida”. “Pidamos al Señor que salga de nuevo y nos alcance allí donde lo estamos esperando. ¡El Señor es generoso y vendrá pronto!”
[1] Discorso 87, 6, 8.
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