Diversos analistas han hablado incluso de un “Pacto de Silencio” sobre la persecución que sufre la Iglesia en el país centroamericano.
Redacción (02/12/2024 13:02, Gaudium Press) La situación de la Iglesia en Nicaragua es una mezcla de dramática con persecución religiosa abierta.
Al lado de las centenas de religiosos exiliados, entre ellos tres obispos, se suma el intento de ahogo económico —pues el Estado controla y con frecuencia confisca las cuentas donde los curas guardan las limosnas de los fieles—, la no renovación de personería jurídica de instituciones ligadas a la Iglesia, además de la abierta expulsión de comunidades religiosas como ocurrió con las religiosas de la Madre Teresa. Asimismo, es omnipresente la labor de inteligencia que las fuerzas de seguridad del régimen Ortega realizan sobre todas las actividades de la Iglesia.
Leer también: Régimen Ortega: reforma total a la Constitución que es otra amenaza contra la Iglesia
Esta persecución, que ha convertido a Nicaragua en el Estado que más acosa a la Iglesia, compitiendo con China, no ha suscitado una viva respuesta del Vaticano, como han apuntado diversos analistas.
Por ejemplo, escribía Fabián Medina en Infobae, en agosto pasado:
“El régimen de Nicaragua ha expulsado del país a más de 150 sacerdotes y 40 de ellos han sido enviados hacia El Vaticano en cuatro grupos en menos de un año, sin que hasta ahora el papa Francisco se haya pronunciado sobre estos destierros. La cantidad de sacerdotes expulsados representa una cuarta parte de los sacerdotes que, hasta 2018, reconocía oficialmente la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN), que trabajaban en la arquidiócesis de Managua y en las ocho diferentes diócesis del país”.
Incluso, se ha llegado a hablar de “un pacto de silencio impuesto desde El Vaticano”, para no hablar de la persecución a la Iglesia en Nicaragua y de la propia situación de deterioro del país, pacto que no solo cobijaría a los propios organismos curiales romanos, sino que alcanzaría a los propios sacerdotes nicaragüenses exiliados:
“El plan es vaciar a Nicaragua de sacerdotes católicos”, dice un sacerdote nicaragüense que habló con Infobae pidiendo que no se mencione por su nombre, pues, según afirma el medio “el Vaticano ha impuesto un voto de silencio que impide al clero referirse a la persecución que enfrenta la Iglesia Católica en Nicaragua”.
Comunicación del Papa a los católicos nicaragüenses
En ese ambiente, la oficina de prensa de la Santa Sede ha dado a conocer la Carta del Santo Padre Francisco al Pueblo de Dios que peregrina en Nicaragua – con motivo de la celebración de la Novena de la Inmaculada Concepción, que ha sido referenciada por órganos de comunicación vaticanos.
En la misiva el Pontífice reitera “una vez más, el cariño que profeso al pueblo nicaraguense”, del cual resalta su extraordinario amor a Dios. Expresa el Papa que “en los momentos más difíciles” no se debe dudar que Dios tiene cuidado y misericordia de los suyos. “La filial confianza que tienen en Él y también su fidelidad a la Iglesia son los dos grandes faros que iluminan su existencia”, les dice Francisco.
Invita el Pontífice a tener “la certeza de que la fe y la esperanza realizan milagros”, y pone como ejemplo de ello a la Virgen Inmaculada, de la que los nicaragüenses “han experimentado su amparo materno”. Convoca Francisco a fortalecer la devoción a la Virgen, meditar y rezar el Rosario, y encomienda a los católicos nicaragüenses “a la protección de la Inmaculada Concepción”.
Entre tanto, el Papa no hace la menor alusión a la cruel persecución que padece la Iglesia en el sufrido país centroamericano, que incluso puede recrudecerse por la muy probable modificación radical de la Constitución a realizarse, que amenaza —de acuerdo al borrador de modificación en curso— con obstaculizar la comunicación de la Iglesia de Nicaragua contra lo que llaman “todo control extranjero”, pues “las organizaciones religiosas deben mantenerse libres” de ese ‘control’.
El futuro de la Iglesia en Nicaragua pinta más grave incluso de lo que ya es, mientras no pocas voces reclaman una decidida acción vaticana para preservar su libertad de acción, en un país que, sí, aún sigue siendo decididamente católico.
Deje su Comentario