En la audiencia general del miércoles pasado, el Pontífice había concluido su ciclo de catequesis meditando las Bienaventuranzas. Hoy inició un nuevo ciclo, y se valió del evangelio que cuenta la historia de Bartimeo.
Ciudad del Vaticano (06/05/2020 12:54, Gaudium Press) Concluida las catequesis sobre las Bienaventuranzas, el Papa Francisco inició hoy un ciclo sobre la oración. Y para ello usó el pedido de curación de Bartimeo, hijo de Timeo que según cuenta la Escritura (Mc, 10), era un ciego que se encontraba en el camino que surcaba el Señor cuando pasó por Jericó, en su último viaje a Jerusalén. El Papa se encontraba en la Biblioteca Apostólica Vaticana, como lo ha hecho en estas audiencias desde el inicio de la pandemia.
Cuando el ciego se enteró que pasaba Jesús, comenzó a gritar “¡Jesús, Hijo de David ten piedad de mí!”, y aunque muchos le pedían que se callara, el gritaba cada vez más fuerte. Fue el primero en las Escrituras en llamar a Jesús ‘Hijo de David’, lo que es una clara alusión mesiánica.
Escuchando su súplica, su oración, el Señor se detuvo y pidió que lo llamaran. Ante la presencia de Jesucristo, quien le preguntó qué quería que hiciera por él, Bartimeo le respondió “Maestro, que yo pueda ver”. “Jesús le dijo: ‘Vete tu fe te ha salvado’. En seguida comenzó a ver y lo siguió por el camino”. Jesucristo había premiado su fe en el mesías prometido que allí se encontraba.
Francisco destaca la perseverancia de Bartimeo
“Bartimeo es un hombre perseverante. Alrededor de él había gente que decía que implorar era inútil, que era un grito sin respuesta, que era ruido que molestaba y basta: pero él no se quedó en silencio. Y al final consiguió lo que quería”.
Era un hombre pobre, indefenso, despreciado, en el que el Papa Francisco destaca el poder de su fe, que atrae la misericordia del Omnipotente.
Explica la relación entre fe y oración
“La fe es tener las dos manos levantadas, una voz que grita para implorar el regalo de la salvación”. Es una voz que grita pero que es humilde, pues como lo afirma el Catecismo “la humildad es la base de la oración” (n. 2559). Humildad es una palabra que viene de humus, tierra, lo que muestra que humildad es reconocer nuestro estado de precariedad y nuestra constante sed de Dios.
“La no fe es simplemente sufrir una situación a la cual nos hemos adaptado. La fe es la esperanza de ser salvado; la no fe es acostumbrarse al mal que nos oprime”, dice Francisco.
Al final, como Bartimeo, todo hombre es un “mendigo de Dios” (cfr. CIC 2559). Y Bartimeo grita, y a pesar del desprecio de los que le rodeaban, Jesús escucha su grito y lo llama. Y finalmente atiende sus oraciones.
Bartimeo «se puso de pie de un salto y los que antes le dijeron que se callara ahora lo conducen al Maestro. Jesús le habla, le pide que exprese su deseo – esto es importante – y entonces el grito se convierte en demanda: ‘¡Déjame ver de nuevo!’. (v. 51). Jesús le dice: ‘Vete, tu fe te ha salvado’ (v. 52)”.
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