En el Ángelus francisco comentó el evangelio de la Transfiguración.
Redacción (14/03/2022 10:15, Gaudium Press) En el Ángelus dominical, el Papa Francisco meditó sobre el evangelio del día que narra la transfiguración del Señor en el Tabor.
“El aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén”, nos cuenta San Lucas.
San Pedro, San Juan y Santiago estaban cargados de sueño, y por ello se adormecieron antes de la Transfiguración, pero cuando se despertaron vieron la gloria del Señor.
El sueño de los tres apóstoles, parece una nota discordante, expresó Francisco, “más tarde, estos mismos apóstoles se dormirán en Getsemaní, durante la oración angustiosa de Jesús, que les había pedido que velaran (cf. Mc 14, 37-41)”.
“¿Acaso este sueño fuera de lugar de los discípulos, no se parece a tantos sueños que nos entran en momentos que sabemos importantes?”, se preguntó el Papa.
“Tal vez por la tarde – continuó Francisco – cuando nos gustaría rezar, estar más despiertos, pasar un rato con Jesús después de un día de mil carreras y compromisos; o cuando es el momento de intercambiar unas palabras con la familia, ya no tenemos fuerzas”. Sufrimos un cierto letargo.
Este tiempo de Cuaresma es propicio para que combatamos ese ‘sueño’.
“Es un período en el que Dios quiere despertarnos del letargo interior, esta somnolencia que no permite que el Espíritu se exprese. Porque —no lo olvidemos nunca— mantener el corazón despierto no depende solo de nosotros: es una gracia, y hay que pedirla. Los tres discípulos del Evangelio así lo demuestran: eran buenos, habían seguido a Jesús al monte, aunque solo con sus fuerzas no conseguían mantenerse despiertos. Pero se despiertan justo durante la Transfiguración”.
La luz de Dios tiene la potencialidad de despertarnos
El Papa expresa que se podría pensar que fue la luz de Dios, la que despertó a los apóstoles dormidos en la Transfiguración: “Como ellos, también nosotros necesitamos la luz de Dios, que nos hace ver las cosas de otra manera; nos atrae, nos despierta, reaviva el deseo y la fuerza para orar, para mirar hacia adentro y dedicar tiempo a los demás”, dijo.
El Papa conclamó a convocar al Espíritu Santo, para salir de un cierto letargo espiritual: “Ven, Espíritu Santo. Ayúdame: quiero encontrarme con Jesús; quiero estar alerta, despierto”.
También propuso el rezo antes de dormir, lectura del Evangelio y la contemplación de Cristo Crucificado, para podernos maravillar ante un amor infinito que no se cansa de nosotros y que “tiene el poder de transfigurar nuestros días, de darles un nuevo sentido, una luz diferente e inesperada”.
Con información de Vatican News
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