Continuamos con las reseñas del más reciente libro del Cardenal alemán, quien allí habla con Franca Giansoldati con extrema franqueza.
Redacción (06/02/2023 13:52, Gaudium Press) Continuamos con estas líneas las notas sobre el libro-entrevista del Cardenal Gerhard Muller, ‘In buona Fede’ (De buena Fe) cada día de más actualidad por las repercusiones que está teniendo. Se mantiene en los tópicos hoy reseñados ese deseo de ‘hablar claro’ expresado por el Cardenal alemán, que correspondería a la ‘parresía’ (término griego que significa “decir todo”) defendida repetidamente por el Papa Francisco.
En esta nota referiremos algunos de sus comentarios sobre sinodalidad, el sínodo de la sinodalidad y el Camino sinodal alemán, además de algunas de sus declaraciones sobre el difícil tema del abuso sexual del clero y el manejo que se le da en el más alto nivel vaticano.
***
Dice la periodista Giansoldati al Cardenal que en el texto de la constitución Praedicate Evangelium (que como hemos visto en notas anteriores, el purpurado ha criticado tanto) se gira “en torno al concepto de sinodalidad que me parece bastante importante…”. Responde Muller que “sinodalidad se ha convertido ya en un término ‘pass-partout’, se usa para todo”. Sin embargo, a pesar de mucho hablar “con esta nueva constitución la curia es toda concentrada en el Papa como persona”.
Leer también: En ‘In buona Fede’, Cardenal Muller embiste contra la reforma hecha a la Curia Romana
“La colegialidad episcopal es de por sí el Sínodo de los Obispos. Tomemos por ejemplo el Sínodo sobre la Sinodalidad que fue convocado en el 2021 por parte de Francisco: los obispos son ya los jefes de las Iglesias locales con la tarea específica de guiar la Iglesia de Cristo según la gracia y no según las reglas de cualquier poder político. Además, ya existía un Sínodo de los Obispos”, expresa el purpurado, es decir, la sinodalidad es algo practicado desde siempre en la Iglesia.
No obstante, el purpurado advierte que “está en curso, según mi parecer, una democratización” en la Iglesia, que él asimila a “una protestantización de facto” Es esta una advertencia que el Cardenal parece dirigir tanto al proceso sinodal universal cuanto al Camino sinodal alemán, al que dedica palabras especiales que ejemplificarían el riesgo a nivel global:
“Como alemán mi pensamiento va pronto a aquello que está ocurriendo en Alemania donde se ha iniciado en el 2019, con el visto bueno de Roma, un recorrido sinodal del cual están emergiendo impulsos más bien críticos y peticiones teológicamente no sostenibles. En este cuadro hay incluso quien quisiera ejercitar desde la base el control por la elección del obispo”, algo como la elección del “presidente de un Land [ndr. estado federado alemán] ligado a la voluntad del pueblo, algo como un diputado”, cosa que no tiene “que ver con la Iglesia. Un obispo viene ordenado por el Espíritu Santo y recibe un mandato”.
Muller se apoya en San Pablo, quien dice de sí que “‘Ningún hombre me ha hecho apóstol’. En Alemania en los debates [ndr. del llamado Camino sinodal alemán], en los documentos publicados y en los intercambios en curso se ha hablado muy poco de Dios, de Cristo, de gracia y de verdad. Más bien se discute animadamente del ejercicio del poder”.
Sobre los abusos sexuales del clero
Expresa el Cardenal alemán que en los últimos veinte años “ha madurado afortunadamente una cultura más sensible a este drama. Hoy todos nosotros percibimos inmediatamente el sufrimiento en el rostro de las víctimas, un aspecto que antes venía omitido”.
Leer también: ¿Dice Muller en su libro quienes son el ‘círculo mágico’ del Papa? Al parecer sí, al menos algunos
Acerca de una propuesta de la Pontificia Comisión para la tutela de los menores, que había sugerido “que fuese la Congregación para la Doctrina de la Fe que estableciese las penas para los obispos negligentes” en tratar casos de abuso o que fuesen encubridores, dice el Cardenal que eso implicaba “modificar las normas constitucionales internas, relativas al funcionamiento curial. (…) El Papa Francisco entre otras cosas no ha nunca querido apoyar la [esa] propuesta de la Pontificia Comisión por la tutela de los menores; en la época se limitó a decir que la valoraría, después todo terminó en un rincón”. “Otros cardenales a continuación se han movido por separado para afirmar que el juicio sobre el obrar de los obispos debía restar en el ámbito canónico, como ya está contemplado en el código”.
Pregunta la periodista Giansoldati por qué no publicar periódicamente estadísticas o notas sobre las sentencias que se relacionan con padres pedófilos, si eso no haría más ‘transparente’ al Dicasterio de la Doctrina de la Fe.
De acuerdo “a los reglamentos internos”, el Dicasterio de la Doctrina de la Fe debe enviar “las sentencias a los obispos”, afirma Muller. Corresponde a cada uno de estos ver si las publica o no, o si hace visibles “los nombres de los sacerdotes condenados, las penas impuestas en los procesos. En cuanto a las estadísticas sobre los abusos, en realidad existen pero solo para uso interno sin que sea prevista la divulgación al exterior. La decisión de volverlas conocidas no depende del Prefecto del Dicasterio. No sé si se trata de escasa trasparencia, son las reglas. (…) La competencia de cambiar, en última instancia, queda en manos del Pontífice que puede decidir aquello que considera más oportuno. (…) Si no recuerdo mal hemos sin embargo publicado algunas estadísticas sobre sacerdotes reducidos al estado laical. El ochenta y cinco por ciento de las víctimas era formado por personas del sexo masculino”.
Levanta la periodista Franca Giansoldati el caso del obispo argentino Zanchetta, que fue llamado al Vaticano mientras se desarrollaba un proceso judicial contra él en Argentina, a quien el Papa le otorgó un encargo especial hecho a medida en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (Apsa), y que ahora, después de condenado, se encuentra en prisión domiciliaria en su país. Pregunta Giansoldati por el proceso canónico contra ese prelado en la Congregración de la Doctrina de la Fe: “no se ha nunca sabido nada de su percurso, ni de la sentencia. ¿Por qué tanto misterio?”
Los que tocan la puerta en Santa Marta pidiendo clemencia
“Se ha hecho un proceso canónico en su contra pero no conozco el resultado – dice el Cardenal Muller. Zanchetta hace que se discuta puesto que ha podido gozar de un estatus privilegiado en cuanto amigo del Papa. Normalmente las amistades no pueden influir el proceder de la justicia, todos deben ser tratados en modo igual. El problema reside aquí, incluso porque el Papa –con su autoridad– puede suspender un proceso”. Cuenta el purpurado el caso –ya reseñado por los medios– que vivió él como prefecto de Doctrina de la Fe con el sacerdote Mauro Inzoli, a quien el tribunal vaticano decidió reducir al estado laical. “Lamentablemente sin embargo, allí estuvo un cardenal de curia que fue a tocar a la puerta a Santa Marta pidiendo clemencia. Ante ese intervencionismo el Papa se convenció y escogió modificar la sentencia ajustando la pena”, dejándole el estado sacerdotal pero prohibiendo exhibirlo en público.
Este caso de intervención de un influyente cardenal en favor de un abusador a punto de ser reducido al estado laical no es único. “Recuerdo que ha habido diversos cardenales que han reaccionado y mostrado fuerte contrariedad delante de las sentencias de reducción al estado laico de clérigos culpables de abusos”, dice Muller. “Ellos han ejercido presiones para dar vuelco a las decisiones”.
Cuando un “clérigo de nacionalidad polaca o americana o extranjera, [era] condenado por el tribunal de la congregación de la Doctrina de la Fe, se procedía velozmente a la reducción del estado clerical”, cuenta Muller, “mientras que para los sacerdotes italianos había siempre tanta dificultad en aplicar la sentencia porque se movían entre bastidores los amigos influyentes que tocaban la puerta en Santa Marta e iban donde el Papa a pedirle que intercediera. Y al final lo conseguían casi siempre”.
Recuerda el Cardenal Muller que “en el 2014 el Papa ha instituido en la Congregación de la Doctrina de la Fe el Colegio para las revisiones de estos procesos. Este organismo compuesto por siete obispos puede llegar incluso a anular la sentencia del tribunal e impedir la reducción al estado laical del clérigo. No estuve nunca contento de esta marcha, me he lamentado decenas de veces, pero muchos, en el Vaticano, tenían una idea bien diversa. En suma, terminaba siempre por ser el teólogo alemán rígido que quería aplicar las normas de manera inflexible. El Colegio para las revisiones [de las sentencias] ha triunfado en cancelar casi siempre las sentencias emitidas. El Arzobispo Charles Scicluna –que ahora es el jefe de este colegio– siendo un hombre riguroso y excepcional, auguro pueda llevar adelante una línea clara de justicia”. (Gaudium Press / Saúl Castiblanco)
(En la próxima entrega, el tema de la anulación de la Summorum Pontificum, la Dominus Iesus y el “cristianismo segmentado” de hoy).
Deje su Comentario