“En el silencio y la oración maduran los frutos de la Fe y germinan los propósitos que forman los grandes Santos”.
Redacción (12/03/2024, Gaudium Press) Hoy, 12 de marzo, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Luis Orione. Nacido el 23 de junio de 1872 en Pontecurone, una pequeña ciudad de la diócesis de Tortona, en el norte de Italia, Luis Orione sintió desde joven la llamada al sacerdocio.
Después de completar los cursos de filosofía y teología en el seminario, fue ordenado sacerdote adoptando el lema: “Renovarlo todo en Cristo”. Se dedicó por completo a los enfermos, necesitados y marginados.
San Luis Orione fundó la Pequeña Obra de la Divina Providencia, los Ermitaños de la Divina Providencia, las Pequeñas Misioneras de la Caridad y las Hermanas Sacramentinas Ciegas.
Con el objetivo de animar a sus hijos misioneros, visitó varias veces América del Sur: Argentina, Uruguay, Chile y Brasil (1921, 1922, 1934 y 1937). San Luis Orione incluso afirmó que lo que no pudo hacer por Brasil en vida, lo haría después de muerto. El Santo falleció el 12 de marzo de 1940, suspirando: “¡Jesús! ¡Jesús! Estoy yendo”.
El Papa Pío XII lo llamó “padre de los pobres, benefactor de la humanidad sufriente y abandonada” y el Papa Juan Pablo II, después de haberlo declarado beato el 26 de octubre de 1980, finalmente lo canonizó el 16 de mayo de 2004.
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Vea a continuación algunos de los pensamientos de San Luis Orione sobre la oración:
“La oración es la gracia de las gracias: pidámosla y Dios nos hará santos”.
“Sin oración no se puede hacer nada bueno. La oración es nuestra fuerza”.
“La oración es nuestra elevación a Dios. El susurro de la Fe, el grito de la Esperanza”.
“Mi silencio fue una oración para todos por la paz en el mundo, por la paz en nuestros corazones”.
“La oración no son palabras largas y hermosas, es la elevación de la mente y del corazón a Dios”.
“Nadie vive sin respirar. La oración es la respiración del alma en Dios”.
“La oración es la más sublime de todas las filosofías, de todas las ciencias la más instructiva”.
“En el silencio y la oración maduran los frutos de la Fe y germinan los propósitos que forman los grandes Santos”.
“Las horas de silencio son oración; La oración da fuerza y fecundidad a esas horas y a toda nuestra vida”. (EPC)
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