Esta costumbre, que se practica en algunos lugares desde el Domingo de Ramos hasta la Vigilia Pascual, tiene varios significados y honra una tradición que se originó en el siglo XVII.
Redacción (03/03/2023 11:35, Gaudium Press) La vista de un templo católico con todas sus imágenes cubiertas con telas moradas puede ser una experiencia impactante para algunos fieles, acostumbrados, por supuesto, a la belleza empleada por la Iglesia en transmitir una idea de la grandeza de Dios. Esta costumbre, que se practica en algunos lugares desde el Domingo de Ramos hasta la Vigilia Pascual, tiene varios significados y honra una tradición que se originó en el siglo XVII.
Cuando Dios escondió su gloria
Según el padre Ryan Erlenbush, de la parroquia de Corpus Christi en Great Falls (Estados Unidos), esta costumbre “ciertamente está permitida”, aunque no es obligatoria en la liturgia de la Iglesia, y está volviendo a practicarse en varios lugares. El sacerdote recordó diferentes orígenes y significados de la práctica, siempre relacionados con los hechos históricos de la Pasión y Muerte de Jesucristo.
Una interpretación podría ser el ocultamiento de la gloria de Dios durante los trágicos acontecimientos de la Pasión, según los escritos del abad Prosper Guéranger (siglo XIX): Esta ceremonia “expresa la humillación a la que fue sometido Nuestro Salvador, tal como se narra en el Evangelio de la Pasión del Señor” (Domingo de Ramos). De hecho, el momento más habitual para tapar las imágenes es la víspera de dicha ceremonia.
Revive el misterio del sufrimiento de Cristo
Los católicos, explicó el padre Erlenbush, veneran la cruz como signo de victoria, pero también de humillación y sufrimiento. Cubrir esta y otras imágenes ayuda a revivir el misterio del sufrimiento de Cristo, cuando “la divinidad de nuestro Salvador se eclipsó casi totalmente, tan grande fue su sufrimiento”, comentó. “De la misma manera, incluso su humanidad se oscureció, tanto que se pudo decir a través del profeta: ‘Pero yo soy un gusano y no un hombre, los hombres se avergüenzan de mí y la gente me desprecia’” (Salmo 22). El color transmite el sentido penitencial, sobrio y doloroso de los hechos celebrados por la Iglesia.
Algunos antecedentes de la práctica se pueden encontrar en Alemania en el siglo IX, cuando el altar estaba cubierto hasta la lectura de la Pasión, cuando se narra que “el velo del templo se rasgó en dos”. La práctica ayudaría a aumentar la identificación del tiempo de Cuaresma. Otros, como recuerda el padre Edward McNamara, profesor de liturgia en la Universidad Pontificia Regina Apostolorum, proponen que la tradición de cubrir imágenes fue una extensión de las prácticas de penitencia pública de la Iglesia en siglos pasados. Restringir el símbolo a la Semana de la Pasión sería un uso posterior que finalmente se incluyó en el Ceremonial Episcopal del siglo XVII.
Ausencia de la Celebración Eucarística del Viernes Santo
Un sentido adicional mencionado por el Padre Erlenbush estaría ligado a la ausencia de la Celebración Eucarística del Viernes Santo. La identificación de la Eucaristía con la Pasión de Cristo es la razón que da Santo Tomás de Aquino para explicar la ausencia de la Eucaristía el Viernes Santo, ya que es el mismo misterio que se revive sacramentalmente. “Del mismo modo, conviene que, como el año litúrgico recuerda los hechos que condujeron a la crucifixión, la Iglesia oculte las imágenes de la Cruz de la vista de los fieles”, concluyó el sacerdote. (EPC)
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