Este mes, los fieles están invitados a venerar, honrar y emular con más vehemencia el amor generoso y fiel de Cristo por todos sin distinción.
Redacción (01/06/2022 17:25, Gaudium Press) El mes de junio está dedicado por la Iglesia al Sagrado Corazón de Jesús. Durante este mes se invita a los fieles a venerar, honrar y emular con más vehemencia el amor generoso y fiel de Cristo por todos sin distinción.
Santa Margarita María Alacoque
Esta devoción, a pesar de haber existido desde los inicios de la Iglesia, cobró mayor intensidad el 16 de junio de 1675, cuando Nuestro Señor se apareció a Santa Margarita María Alacoque mostrándole su Corazón rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una cruz y un herida abierta de la que manaba sangre.
“Este es el Corazón que tanto amó a los hombres y no escatimó nada hasta que se agotó y se consumió para testimoniarles su amor. En reconocimiento, en su mayor parte sólo recibo ingratitud: por sus irreverencias y sacrilegios, por la frialdad y el desprecio que se tienen en este Sacramento de amor”, dijo Nuestro Señor a Santa Margarita.
Simbología del Sagrado Corazón de Jesús
Cada uno de estos detalles tiene una explicación y un simbolismo. El Corazón es el miembro noble, símbolo del amor que Dios nos tiene y que llevó a su Hijo a encarnarse y redimirnos. La Cruz simboliza no sólo la que Él llevó al Calvario para consumar la redención, sino también nuestros pecados, la indiferencia y la falta de fe. Las Espinas simbolizan la tibieza de las almas que no oran, que no reciben los Sacramentos, que olvidan fácilmente sus obligaciones y no buscan corregir sus defectos. La Herida de lanza simboliza a los que lo atacan, blasfeman, adoran a satanás y abandonan la Iglesia. Y las Llamas representan el horno del amor, de la misericordia que Nuestro Señor tiene para los hombres.
Adoración del amor de Dios
El Papa Benedicto XVI afirmó una vez sobre esta fiesta que “la contemplación del ‘costado atravesado por la lanza’, en la que resplandece la infinita voluntad salvífica de Dios, no puede ser considerada, por tanto, como una forma pasajera de culto o de devoción: la adoración de el amor de Dios, que ha encontrado su expresión histórico-devocional en el símbolo del ‘corazón traspasado’, sigue siendo esencial para una relación viva con Dios”. (EPC)
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