Este mes, los fieles están invitados a venerar, honrar e imitar con mayor vehemencia el amor generoso y fiel de Cristo por todos.
Redacción (06/06/2024, Gaudium Press) El mes de junio está dedicado por la Iglesia Católica al Sagrado Corazón de Jesús. Durante este mes, los fieles están invitados a venerar, honrar e imitar con mayor vehemencia el amor generoso y fiel de Cristo por todos.
Santa Margarita María Alacoque
Esta devoción, a pesar de haber existido desde los inicios de la Iglesia, tomó mayor intensidad el 16 de junio de 1675, cuando Nuestro Señor se apareció a Santa Margarita María Alacoque, mostrándole su Corazón rodeado de llamas de amor, coronado de espinas, con una cruz y una herida abierta de la que manaba sangre.
“He aquí el Corazón que tanto amó a los hombres, y no escatimó nada hasta agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. En reconocimiento, sólo recibo ingratitud de la mayoría de ellos: por sus irreverencias y sacrilegios, por la frialdad y el desprecio que tienen hacia Mí en este Sacramento de amor”, dijo Nuestro Señor a la Santa.
Simbología del Sagrado Corazón de Jesús
Cada uno de estos detalles tiene una explicación y un simbolismo. El Corazón es el miembro noble, símbolo del amor que Dios nos tiene y que llevó a su Hijo a encarnarse y redimirnos. La Cruz simboliza no sólo la que Él llevó al Calvario para consumar la redención, sino también nuestros pecados, la indiferencia y la falta de Fe. Las Espinas simbolizan la tibieza de las almas que no oran, no reciben los Sacramentos, y fácilmente olvidan sus obligaciones y no busquen corregir sus defectos. La Herida de la lanza simboliza a quienes lo atacan, blasfeman, adoran a satanás y abandonan la Iglesia. Y las Llamas representan el horno del amor, de la misericordia que Nuestro Señor tiene para con los hombres.
Adoración del amor de Dios
El Papa Benedicto XVI afirmó alguna vez sobre esta fiesta que “la contemplación del ‘flanco traspasado por la lanza’, en el que brilla la voluntad infinita de Dios para la salvación, no puede considerarse, por tanto, como una forma pasajera de culto o de devoción: la adoración del amor de Dios, que encontró su expresión histórico-devocional en el símbolo del ‘corazón traspasado’, sigue siendo esencial para una relación viva con Dios”. (EPC)
Deje su Comentario