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Se habla de una expulsión del gobierno Ortega.
Foto: Radio Corporación
Redacción (09/03/2022 07:39, Gaudium Press) La no esperada salida del país de Mons. Waldemar Sommertag, Nuncio Apostólico en Nicaragua, el domingo pasado, sin ‘vuelo de regreso’, es ya claramente un distanciamiento aún mayor de la Iglesia con el gobierno nicaragüense.
Entre el nuncio y el régimen orteguista “no se han dado buenas relaciones, entonces, posiblemente, el Papa ha decidido que renuncie a esa función”, declaró al Canal 10 Mons. Carlos Herrera, presidente del episcopado.
Se comenta que uno de los puntos de quiebre en esas relaciones, fue cuando el Nuncio empezó a hablar de “presos políticos” en el país, algo que evidentemente no cayó nada bien en el gobierno Ortega.
El Nuncio también siempre se mostró en su tiempo muy cercano a Mons. Silvio Báez, el obispo que se convirtió en símbolo de la defensa de los derechos humanos en el país, y que por orden vaticana fue a vivir a Roma.
Mons. Herrera insiste en que había un problema de comunicación: “Había ciertas limitaciones” en la comunicación, dice el Obispo. “¿Si no hay comunicación, de qué sirve estar en esa función de diplomático?”, añade.
Por en cuanto, ni el gobierno ha hablado de expulsión, ni la Iglesia ha hablado de no regreso.
Pero como ya afirman varias fuentes, la intempestiva salida del Nuncio, sin aviso a nadie del cuerpo diplomático, sin despedida ante los obispos, sin anuncio de regreso, todo cuadra para formar un cuadro de expulsión. Este sería un hecho inédito en muchas décadas a nivel global.
De hecho, el gobierno Ortega ya ha dado señales de que no tiene miramientos a las buenas formas diplomáticas, al anular en diciembre del año pasado el cargo de Decano del cuerpo diplomático que por definición correspondía al Nuncio. No estaría ajeno a esas prácticas de tipo dictatorial, que el mismo gobierno haya emitido un “ukaze” discreto pero efectivo, ordenando la salida del Nuncio.
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