jueves, 11 de diciembre de 2025
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Próximo sábado, beatificación de 50 mártires franceses contemporáneos, en Notre Dame de París

Fueron personas martirizadas por odio a la fe entre 1944 y 1945, bajo el régimen nazi

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El postulador de la causa, Mons. Ardura, habla sobre los nuevos beatos

Redacción (11/12/2025 15:10, Gaudium Press) El próximo domingo, en la restaurada Notre Dame de París, serán beatificados 50 franceses martirizados en los años 1944 y 1945, bajo el régimen nazi.

Pero, ¿quiénes son?

De ellos habló para Focus, medio de la diócesis de París, Mons. Bernard Ardura, postulador de la causa. Son Ramond Cayré, Gérard-Martin Cendrier, Roger Vallée, Jean Mestre y 46 compañeros. Jean Mestre era el más jóven, con solo 20 años cuando fue martirizado.

Se trata de jóvenes sacerdotes, religiosos, seminaristas, scouts y militantes de la acción católica, que durante la segunda guerra mundial respondieron al llamado hecho por el Cardenal Suhard, entonces arzobispo de París, para que se unieran de forma clandestina a los obreros franceses enviados a Alemania en el llamado Servicio de Trabajo Obligatorio. La intención era ofrecer apoyo espiritual y fraterno, lo que estaba prohibido por el régimen nazista. Ellos se pre-ocuparon hasta dar la vida, como Cristo, por la suerte de los jóvenes franceses, decenas de miles, constreñidos a realizar trabajo obligatorio para compensar la fuerza de guerra joven alemana. Esos jóvenes no tenían cuidado de almas, pues el clero católico aleman tenía la prohibición de atenderlos. Esa atención, realizada de forma heroica, y en el caso de los 50, hasta el martirio, se llamó la “Misión San Pablo”.

La atención no fue solo espiritual, sino también humana, pues particularmente los laicos organizaban jornadas de encuentro, para que estas personas no permanecieran aisladas, pero todo debía hacerse de forma clandestina, con riesgo de vida.

Este riesgo se hizo patente con la publicación de una ordenanza, el 3 de diciembre de 1943, por parte del jefe del servicio de seguridad del Reich alemán, Ernst Kaltenbrunner, algo como un estopín de la persecución a esta red católica, a la misión San Pablo.

Cuando se descubrió la red de apoyo, fueron arrestados, muchos fueron torturados, o deportados, mientras que otros murieron por agotamiento o enfermedad, principalmente en campos de concentración como Mauthausen. Algunos murieron de tifus, a causa de las difíciles condiciones de su detención. Otro fue masacrado a golpes, otro decapitado. Otros murieron mientras eran trasportados en vagones, otros en marchas forzadas, que cuando caían, eran fusilados. Las edades de estos mártires iban desde los 19 hasta los 49 años.

Como estaban camuflados de obreros, y tenían derecho a algunos días de vacaciones, que pasaban en Francia, allí debían también enfrentar la oposición insistente de padres, amigos, y hasta prometidas, que no entendían que estuvieran exponiéndose de esa manera a la muerte, que al final los alcanzaría.

Eran ellos diez sacerdotes diocesanos, cinco religiosos (un jesuita y cuatro frailes franciscanos), y el resto, treinta y cinco, laicos, de los cuáles catorce scouts, y los otros, militantes de la acción católica. Ellos eran “todos de Francia, de 30 diócesis diferentes. Algjunos tenían ya una formación de obreros, pero otros en absoluto”, recuerda Mons. Ardura.

Actos de entrega, generosidad máxima, tras las huella del que dio la vida por sus amigos, Cristo.

El pasado 20 de junio León XIV firmó el decreto en reconocimiento de que habían muerto por odio a la fe. Ahora, el 13, ese reconocimiento se hará efectivo en su beatificación, gloriosa, en una de las iglesias más representativas del mundo, Notre Dame de París.

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